Pues parece que un guru valenciano, ¡tócate la narices!, sí iba a dar un curso de tantra en una casa carmelita.

Como Ana es proclive a meterse en muchos charcos, después de hablar con dos superiores carmelitas, arremetió contra la noticia y los que nos habíamos hecho eco de ella, asegurando su falsedad.

Y ahora resulta que viene un padre carmelita a asegurar que era cierta. Como tampoco sabemos si ese que se firma un padre carmelita es en realidad un carmelita, ¿qué nos aconseja doña Ana? ¿Qué borremos la aclaración del carmelitano? ¿Que preguntemos a los superiores con los que estableció contacto doña Ana si nos confirman o también desmienten a ese carmelita real o fingido? ¿Y si esos superiores no se habían enterado de nada? ¿Y si queriéndose deshacer de doña Ana le contaron una mentirijilla?

A mí me parece muy verosímil la versión del carmelita que nos aclara en el Blog lo que ocurrió. Solicitaron el local y se lo concedieron. Sin preguntar mucho, casi nada o nada. Estalla el escándalo, se enteran de donde se habían embarcado y se vuelven atrás. Pues como para que nos den las gracias. Porque por nosotros esa casa se libró de una vergüenza. Y en adelante que espabilen.

Además parece ser que casos parecidos se han repetido con mucha frecuencia en diversas casas religiosas. Sorprendiendo su ¿ingenuidad? Pues en lo que podamos ofreceremos a los religiosos nuestra colaboración para que su honor quede impoluto y su servicio a la Iglesia acreditado. El tantra no es lo de esos carmelitas. Gracias a los Blogs se ha podido atestiguar.
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