A mí el mundo gay me interesa poquísimo. Prueba de ello es que apenas hablo de él. Pero ya me fastidia que vengan a tomarnos el pelo.
Una Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGT), de la que jamás había oído hablar y que me sorprendería tuviera más de quinientos afiliados, ha iniciado una campaña para que las personas de esos cuatro colectivos no pongan la cruz en favor de la Iglesia en la declaración de Renta.
Me imagino la consternación en la Conferencia Episcopal. La Iglesia se arruina si esas gentes dejan de poner la cruz.
Vamos a dejarnos de chorradas. Podían ahorrarse la campaña porque estoy absolutamente convencido de que a la Iglesia no llegaba ni un céntimo de euro de dantes, tomantes, ambivalentes o hidráulicos contemplativos.
Es algo así como si mañana el Real Madrid se esforzara en una campaña para que los forofos del club no compraran ni una camiseta ni una bufanda del Barça. ¿Es que alguno iba a comprarla?