NO JUZGUEMOS A LOS DEMAS

01.   cegueras en la vida.

         Venimos de escuchar el pasado domingo el llamamiento de Jesús a amar incluso al enemigo (Lucas 6, 27-38). El evangelio de Lucas continúa y hoy hemos escuchado que, un ciego no puede guiar a otro ciego. Quien no ama a su hermano, es ciego; quien critica el mal-pecado de los demás no viendo el mal propio, es ciego.

         Ciego es quien no tiene luz. En castellano existe un dicho a modo de refrán que dice: “no tiene luces” en la vida.

02.   cada cual ve según lo que cree.

         Cada cual ve en la vida conforme a lo que cree. La fe (lo que uno cree) es el acto-actitud más central de la existencia humana. Hay quien cree en la patria y vive por y para la patria, o para el poder, o desde el placer.

¿Puede haber alguien que no crea en nada de nada? ¿Es posible vivir sensatamente y por largo tiempo creyendo en la “nada” absoluta?...

         La luz del cristiano es la misericordia, el amor. La luz del cristiano no es el poder eclesiástico, ni creer que se tiene la razón. La luz con la que ve el cristiano es la bondad. Quien no tiene misericordia, no ve cristianamente.

La ceguera fundamental es no sentirse necesitado del amor de Dios. Ciego es quien no ha experimentado el amor de Dios.

         Ciego es quien vive y actúa sin misericordia, aunque tenga, aunque crea tener la razón y la verdad.

03.   bondad y poder

         Cuando la misericordia está lejos de nuestra vida o, simplemente, no está presente, se vive desde el poder.

         El poder es el ansia (ansiedad) y pretensión de mi autoafirmación y de mi autosatisfacción. “Yo sé”, “Yo soy”, yo puedo”, “yo tengo razón”, “las cosas se hacen como digo yo”, etc.

         Entonces vemos la vida y a los demás desde esa altanería prepotente, no desde la bondad. No miro a los demás con bondad y misericordia sino que veo sus fallos, defectos, su pecado.

         Soy crítico con los demás, no bondadoso. En el subconsciente de la mayor parte de las críticas, lo que se puede apreciar es una autoafirmación de mis ansias de poder.

         Sin embargo conmigo mismo no soy autocrítico, más bien soy hipócrita, (que literalmente significa “ser bajo en crítica”).

La mayor parte de las críticas que hacemos a los demás, si llevan algo de verdad, que no siempre la tienen, no son para ayudarle, sino para triunfar sobre el otro, para derrotar al de al lado.

Desde el evangelio queda descalificada la crítica. Al otro se le corrige con bondad, no con hipocresía barata.

04.   El árbol bueno da frutos buenos.

El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien.

Probablemente ser cristiano es ser buena gente, buena persona en la vida.

Siempre la bondad y el amor de por medio. La razón, el poder, la verdad, el dogma, la justicia en el cristianismo se viven desde el amor y desde la bondad-amor.

Si Jesús hubiese vivido y actuado solamente desde la ley, desde la justicia o desde el poder, ¿qué hubiese sido de la mujer adúltera, del buen ladrón, del hijo pródigo, de la samaritana, de Pedro, etc.?

El punto focal, central del cristianismo es la bondad, el amor y de ahí sale el bien para uno mismo y para los demás.

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