A veces no queremos escuchar

  1. No se trata de montar una tienda de audífonos.

v 32     Aquel hombre sordo y mudo -como muchos de nosotros- estaba encerrado en sí mismo. También nosotros somos sordos (y no sólo físicamente), sino que ni escuchamos ni atendemos a razones.

    Los medios de comunicación nos aturden con su bombardeo de noticias y datos. Información hay mucha, excesiva, formación escasa y escucha, poca.

La sordera –sordo- es la persona enquistada en sí misma que no quiere escuchar ni puede comunicarse.

El pasado domingo leíamos cómo el AT y Jesús nos decían: “Escucha Israel”, atiende a razones. “Escucha Israel” es una oración judía que dispone al ser humano a escuchar en la vida.

    En la tradición profética, la sordera -como la ceguera- son figura de quien no quiere ver ni escuchar (Is 6,9; 42,18; Jer 20-23, etc.)

Sin embargo, el ser humano por naturaleza es el que “está abierto” a todo lo que en la historia le habla. Ser humano y ser cristiano es vivir abiertos, vivir como “espíritus abiertos” en el mundo.

El ser humano por naturaleza es el que “está abierto” (Effatá) a toda palabra que se pronuncia en la historia. Ser humano y ser cristiano es vivir abiertos. (Es la idea central del pensamiento de K. Rahner (Oyente de la Palabra). Somos seres abiertos.

    Hay sorderas que no se curan con audífonos, sino con una actitud de escucha.

Somos -seamos- seres abiertos.

  1. v 33 Jesús separa de la multitud al sordo y hace un rito extraño: le mete los dedos en los oídos y con su saliva le toca la lengua.

    Jesús apartándose un poco de la multitud le dice: vámonos de aquí, que con tanta manifestación, megafonía, televisiones, tertulianos, zapping y fútbol no hay quien pueda oír ni hablar nada; no hay manera de entenderse. Vámonos lejos del mundanal ruido y en silencio nos escucharemos y entenderemos.

    Hay cosas, situaciones, misterios de la vida que únicamente se escuchan y entienden en el silencio de la intimidad con uno mismo y con Dios. Nada hay íntimo como tú mismo, (San Agustín) y en el fondo: Dios.

Por otra parte es un poco extraña la alusión de esta escena de la saliva Jesús cura con su saliva: con su espíritu. La saliva es algo muy personal y significa el espíritu de una persona, en este caso el espíritu de Jesús. Es una escena muy semejante a la curación del ciego de Jericó: Jesús hace barro con su saliva: una nueva creación. (Jn 9). Jesús mirando al cielo -al poder de Dios- suspiró -como Dios creador en el Génesis-, infunde su espíritu a aquel sordo y exclama: Effetá, ábrete.

Es decir, Jesús vuelve a crear un hombre nuevo, abierto.

  1. v 34 Effetá: ábrete. No es la magia del Ábrete, Sésamo.

Prácticamente hemos olvidado o perdidoaquel rito que se hacía en el bautismo en el que se recordaba esta escena y se decía al niño: ¡Ábrete!

No se trata de un rito mágico. Se trata de un abrirse personal. El niño poco a poco se va abriendo a la vida, a la familia, a la convivencia, al idioma, a la cultura, al pueblo, a la fe. (De ahí la importancia de lo que le vamos diciendo, enseñando y transmitiendo al niño, a las nuevas generaciones).

Es sano y bueno vivir abiertos. Somos -seamos- seres abiertos.

Vivir enquistado es signo no solamente de egoísmo, sino de una psicología algo enfermiza. Es sano vivir abierto a los demás, a la cultura, a la teología.

Por ejemplo: ¡Cuántas personas no se abrieron al Vaticano II y otros movimientos eclesiales y culturales! Sufren y hacen sufrir en las familias, en las comunidades religiosas, eclesiales, en las diócesis, etc. Ábrete al modo de pensar y vivir de los demás, a otras tradiciones eclesiales, a otras religiones, culturas incluso a otras ideologías, vivamos abiertos a la historia.

“Yo” no soy ni tengo la verdad. La vida puede ser de muchas maneras y modos diversos y distintos a los míos.

Por otra parte, hemos vivido y estamos viviendo en algunos sectores eclesiásticos y algunas diócesis tiempos de enorme cerrazón teológica, bíblica, litúrgica, moral, que es lo contrario del effatá-ábrete del evangelio. Todavía se cultiva esa situación de trincheras, por ejemplo, en nuestra propia diócesis.

Infunde ánimo y esperanza que el papa Francisco trate de crear una iglesia abierta: mejor es que tengamos un accidente a que nos intoxiquemos con el aire viciado que tenemos dentro. Quiera Dios que esta iglesia deje de oler a alcanfor, cuando no a formol. Las ventanas abiertas (Juan XXIII) nos posibilitan respirar oxígeno puro.

La diferencia entre el modelo eclesial de Francisco respecto de posiciones anteriores y la posición de algunos cardenales y obispos es que Francisco mira hacia adelante, hacia fuera, (las periferias) y lo hace con bondad, mientras que algunos obispos y posiciones anteriores, miran hacia dentro, hacia atrás y hacia lo doctrinario y con violencia, no miran a las personas, a los creyentes.

  1. ¿eliminemos palabras y cuestiones?

Tampoco es muy sensata la postura de eliminar palabras (preguntas) en la vida. No es muy sensato prescindir en el la familia y en el mundo de la educación las cuestiones sobre el sentido de la vida, sobre la ética, sobre Dios, sobre la enfermedad y la muerte, etc. Hay que escuchar también esas cuestiones e intentar darles una respuesta. Los planes de educación y los mismos padres no humanizan excluyendo y evitando ciertas preguntas y problemas, porque tarde o temprano los problemas saldrán a flote.

    Effetá. Ábrete.

  1. Sed fuertes, no temáis. (Isaías 35,4-7a).

Puede que se cierren puertas y ventanas, puede que no se quieran abrir caminos y recorridos teológicos y culturales, puede que nos toquen vivir tiempos duros en la sociedad y en nuestra propia diócesis. Esto produce mucha frustración y mina los cimientos de la existencia y de la esperanza  Sin embargo: no temáis sed fuertes, hemos escuchado al profeta Isaías. La saliva, el Espíritu de Cristo nos hace seres nuevos y nos abre hacia el horizonte infinito. ¡ábrete y no temas: sé fuerte en la vida!

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