Resulta muy llamativo eso que dice el Credo de la fe cristiana, tal como fue formulado en el siglo IV: “Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos… Engendrado, no creado”. Más aún: hay un Concilio de la antigüedad (el Concilio de Toledo, año 675) que afirma que “el Hijo fue engendrado y nació del seno del Padre”. O sea, Dios Padre tiene un Hijo, que nace de su seno, porque él lo ha engendrado. Nosotros no solemos decir que el padre engendra y mucho menos que tiene un seno. La que engendra, la que da a luz, la que porta al niño en su seno, es la madre, aunque evidentemente el padre interviene en el engendramiento. En todo caso, entrar en estas cuestiones de tipo sexual para ver hasta qué punto pueden aplicarse a Dios me parece una equivocación. Porque Dios es trans-sexual, está más allá de las distinciones sexuales. En todo caso, una buena analogía para entender la “generación” en Dios sería la de la mente humana que engendra la palabra.