Una vez alguien me dijo: “yo sé rezar, pero no sé orar”. Sin duda, los dos verbos, rezar y orar, pueden emplearse para decir exactamente lo mismo, pero en boca de la persona que hizo esta distinción, el verbo rezar quería decir algo así: recitar, leer, cantar o incluso meditar con textos preparados de antemano; identificaba el rezar con un recitado, individual o en grupo, de una serie de oraciones escritas de antemano. Por el contrario, con el verbo orar, distinguiéndolo del rezar y dándole, además, un sentido mucho más positivo, se quería significar algo así como tener un coloquio amistoso con Dios. Si interpreto bien la frase que me dijeron, entonces es claro: rezar, en el sentido de recitar una serie de oraciones, es fácil y todos sabemos hacerlo; tener un coloquio con Dios ya resulta un poco más complicado y muchos nos preguntamos cómo se puede dialogar con Dios y tratar de amores con él.
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