El sacerdote e historiador comenta su obra 'Historia de la diócesis de Madrid' Juan María Laboa: "El cardenal Osoro tal vez confió o respetó demasiado a quienes no merecían tanto"

Juan María Laboa
Juan María Laboa

Madrid ya cuenta con una historia de su diócesis, publicada en el siglo XXI gracias a la tenacidad del cardenal Osoro y a la pluma del sacerdote e historiador Juan María Laboa, quien nos habla de esta reciente obra

"La historia de la diócesis de Madrid habla de una presencia admirable y creativa de laicos, sacerdotes y religiosas en el acompañamiento, docencia, cooperación y dedicación sanitaria en una ciudad que creció con generosidad, ingenio y ciudadanía"

"Osoro llegó conociendo poco la diócesis y se encontró con algunas sorpresas intolerables y, probablemente, no las afrontó con decisión. Tal vez confió o respetó demasiado a quienes no merecían tanto"

"Cobo es el obispo madrileño que mejor conocía la realidad inmediata de la diócesis, con un carácter y formación personal que se nutre del concilio Vaticano II y de las normas y carisma del papa Francisco"

El profesor, historiador y sacerdote guipuzcoano Juan María Laboa publicó, en noviembre de 2023, Historia de la diócesis de Madrid, jurisdicción que, de forma desconcertante para el autor, era la única que no contaba con su historia. Y ahora, existe gracias a la insistencia del cardenal Osoro, que se empeñó tenazmente en esta empresa. 

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

"Tras un estudio serio y tenaz durante varios años y contando con las experiencia parroquial y diocesana de muchos sacerdotes madrileños, ofrezco la historia de una diócesis muy compleja, en una ciudad en crecimiento permanente, en tiempos de cambios sociales, culturales y religiosos apasionantes", afirma el autor.

Juan María Laboa
Juan María Laboa

"Ninguna diócesis ha tenido tantos sacerdotes, religiosos y religiosas, comunidades populares, carismáticas, neocatecumenales, etc. como Madrid". Una ciudad que creció vertiginosamente en la primera mitad del siglo XIX y cuyos capítulos "hablan de sociología, arquitectura, generosidad, ingenio y ciudadanía, movidos por el espíritu religioso muy preocupado por la pobreza y poco hábil en el ámbito político".

-¿Qué pretende con el libro que, al parecer, le pidió que escribiese el cardenal Osoro?

-Osoro deseó e intentó tenazmente que se escribiera la historia de la diócesis. En realidad, su inexistencia resultaba desconcertante. Era la única diócesis que no contaba con su historia. He enseñado Historia de la Iglesia a los seminaristas de Madrid durante cuarenta años y he tratado con sus obispos a partir de Eijo y Garay. Tras un estudio serio y tenaz durante varios años y contando con las experiencia parroquial y diocesana de muchos sacerdotes madrileños, ofrezco la historia de una diócesis muy compleja, en una ciudad en crecimiento permanente, en tiempos de cambios sociales, culturales y religiosos apasionantes.

-No debe ser fácil escribir un libro de historia sobre acontecimientos que muchos hemos vivido y sobre personas a las que muchos hemos conocido.

-Todo historiador de historia contemporánea afronta esa dificultad, más compleja aún en la sociedad eclesiástica, muy consciente de la existencia del pecado o de la debilidad humana, pero poco capaz de admitirla en sus miembros eclesiásticos. Eso lleva, también, a que pueda ser leída con más pasión y menos imparcialidad.

-Dicen que Madrid es el 'rompeolas de todas las Españas'. ¿En lo eclesiástico, también? ¿Marca, para lo bueno y para lo malo al resto de la Iglesia del país?

-Madrid es, al mismo tiempo, diócesis, capital de España y centro de la Conferencia episcopal Española. Es una capital cultural importante, con numerosos centros superiores de estudios religiosos y culturales. Los grandes teólogos e importantes personajes de la cultura han pasado tradicionalmente por ella para dar conferencias, para reunirse entre sí, para presentar sus obras. Desde la celebración del concilio, sus consecuencias han resonado primeramente aquí. Ninguna diócesis ha tenido tantos sacerdotes, religiosos y religiosas, comunidades populares, carismáticas, neocatecumenales, etc. como Madrid. 

Paseo por las Iglesias del Fuero | Arte en Madrid

"Durante los primeros sesenta años del s.XIX, las parroquias pasaron en estos años de treinta a centenares, muchas de ellas con escuelas y centros de salud incorporadas. Esos capítulos hablan de sociología, arquitectura, generosidad, ingenio y ciudadanía, movidos por el espíritu religioso muy preocupado por la pobreza y poco hábil en el ámbito político"

-Habla de una "diócesis tensionada" y con mucha sensibilidad social, con profetas de los pobres, como el padre Rubio, el padre Llanos, monseñor Iniesta o, actualmente, el padre Agustín Rodríguez.

-Durante los primeros sesenta años del s.XIX, la ciudad pasó de ser un pueblo grande con palacio real, a una ciudad de varios millones de habitantes. Centenares de miles de campesinos se convirtieron de noche a la mañana en obreros. La cultura escaseaba y la miseria, el hambre y las chabolas dominaron sus límites. Pérez Galdos, Pereda, Coloma y otros escritores, nos informan sobre la prostitución y la miseria existente. La historia de los nuevos barrios de Tetúan, Villaverde, Usera o Carabanchel, habla de una presencia admirable y creativa de laicos, sacerdotes y religiosas en el acompañamiento, docencia, cooperación y dedicación sanitaria. Las parroquias pasaron en estos años de treinta a centenares, muchas de ellas con escuelas y centros de salud incorporadas. Esos capítulos hablan de sociología, arquitectura, generosidad, ingenio y ciudadanía, movidos por el espíritu religioso muy preocupado por la pobreza y poco hábil en el ámbito político.

-También es Madrid lugar de importantes centros formativos teológicos y del clero. ¿Hay sitio en Madrid para dos Universidades eclesiásticas?

-Los religiosos han sido más conscientes de su debilidad y han sabido unir fuerzas y renunciar a autonomías imposibles. La diócesis ha optado por una universidad “suya” en un momento de decadencia general. Osoro, siguiendo al papa Francisco, insistió en una mayor comunión diocesana en todos los sentidos.

-Aquí tienen casas casi todas las congregaciones, órdenes y asociaciones religiosas del país. ¿Una riqueza más?

-La diócesis ha contado con miles de religiosos y miembros de diversas instituciones más o menos religiosas. Ellos han favorecido, en general, una cultura religiosa más profunda, sobre todo de la burguesía madrileña, pero, a menudo, han actuado por su cuenta y al margen de la diócesis. En momentos de emergencia, solo queda la unidad para no caer en la insignificancia. Hoy hay que tener en cuenta, también, a multitud de laicos que siguen a personajes, a veces, dudosos, con un sentido eclesial poco convencional.

-¿Cuáles fueron los arzobispos que más marcaron a la archidiócesis?

-Todos los arzobispos han tenido personalidades significativas, aunque, probablemente, no todos han seguido el Concilio con el mismo entusiasmo. Para mí, los más decisivos en la construcción de la diócesis han sido Casimiro Morcillo y Vicente Tarancón.

-Dice que Tarancón no terminó demasiado bien con Juan Pablo II

-Tarancón, muy identificado con Pablo VI, siempre, habló bien de los papas. Juan Pablo II, que desconocía España, dio su confianza a personas no entusiasmadas con Tarancón. 

-Alaba la estrategia de Rouco, pero critica que nombrase obispo a su sobrino y que se quedase a vivir en la diócesis.

-Un historiador no es un periodista. Refiere los hechos y los relaciona con las costumbres, tradiciones y normas vigentes.

-¿Se reconoce suficientemente la labor del cardenal Osoro, a pesar de la sombra de Rouco?

-Ha primado las relaciones personales y la comunión diocesana. Llegó conociendo poco la diócesis y se encontró con algunas sorpresas intolerables y, probablemente, no las afrontó con decisión. Tal vez confió o respetó demasiado a quienes no merecían tanto.

-¿Qué espera del cardenal Cobo? ¿Cree que está dispuesto a asumir el liderazgo de la Iglesia española?

-Es el obispo madrileño que mejor conocía la realidad inmediata de la diócesis, con un carácter y formación personal que se nutre del concilio Vaticano II y de las normas y carisma del papa Francisco. Para la Iglesia española, seguramente, sería bueno su liderazgo, pero él se debe, en este momento, a su diócesis, enorme, complicada, dividida. Los obispos españoles, si quieren a su Iglesia, sabrán elegir uno de los pocos que pueden presidirla, pero la diócesis madrileña solo cuenta con José Cobo. Debe aprovecharlo y gozar con él.

historia de la diocesis de madrid-9788428840750

Volver arriba