(Nicolás Castellanos, en "Resistencia, profecía y utopía en la Iglesia hoy" -RD/Herder-).- Lo que cuenta es la verdad. Nuestra fragilidad la oscurece. La fe, la cercanía, la entrega y el "reconocimiento" del otro nos aproximan y permiten vislumbrar ciertos reflejos de la verdad.
No cabe, entonces, otra actitud que reconocimiento y humilde confesión de fe en el Dios de la vida y del amor, para dejar que aflore la pasión sentida por Jesús de Nazaret y por la justicia en el mundo, en el camino de los pobres hacia el Reino.
Sin ninguna pretensión y desde mi modesta experiencia, que comenzó hace sesenta años en Burgos, en el monasterio de San María de la Vid, de los agustinos, comparto mi búsqueda con humildad y cariño, con gratitud creyente, con confianza plena en el Espíritu Santo, en un ejercicio activo de la sinodalidad y colegialidad, con realismo creativo, alzado en la utopía de Jesús de Nazaret, con todo lo que tiene de fuerza mística y profética, a pesar de mi barro y debilidad, y sustituyendo la controversia y la confrontación por el diálogo y la oración silenciosa y de los caminos, desde la Iglesia del Vaticano II, Misterio de Dios y Pueblo de Dios en comunión fraterna, en misión por el mundo hacia el Reino.
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