Brasil está sumido en un caos sanitario, social, económico y político Covid-19 en Brasil: una lectura de cómo los brasileños viven y sienten la pandemia

Brasil padece con el Covid-19
Brasil padece con el Covid-19

Desde la perspectiva religiosa, la pandemia se convierte en un momento de prueba para la fe; su calidad y perseverancia tienen que pasar por un nuevo aprendizaje y profundización

A pesar del aumento de infectados, de muertos, de personas en situación de miseria, de paro, de quiebra de empresas, de ausencia de condiciones para resguardarse del contagio, los más pobres no pierden la esperanza de que lleguen días mejores

Bolsonaro reveló el peligro real al elegir las peores formas de enfrentar la pandemia. Él se convirtió en uno de los pocos políticos del mundo con responsabilidad directa de buena parte de la tragedia de los muertos contabilizados en el país

Covid-19

En esta época de pandemia, el futuro de la humanidad y del planeta ha sido objeto de muchas lecturas en varios aspectos. Hemos acompañado varios estudios, investigaciones y artículos sobre el Covid-19. Es posible encontrar desde manuales sobre cómo enfrentar la crisis de salud hasta reflexiones evangélicas sobre lo que estamos atravesando, pasando por lecturas epidemiológicas, económicas y políticas, con sus respectivas polémicas. Incluso hay quien afirma entre psicólogos y psiquiatras de todo el mundo, sobre un posible aumento de problemas mentales que podrían aparecer cuando se supere la pandemia. Otras pesquisas nos advierten de las posibilidades y consecuencias causadas por la pandemia.

En una lectura filosófica humanista, Frédéric Lenoir, en su obra “¡Vivir! Un manual de resiliencia para un mundo impredecible”, aborda el tema de la pandemia a la luz de la siguiente pregunta: "¿Cómo vivir de la mejor manera posible en tiempos de crisis?" Él presenta una reflexión que es un verdadero manual de supervivencia y crecimiento interior para afrontar la angustia provocada por la pandemia.

En una lectura creyente de la pandemia, Mons. Aloísio A. Dilli, obispo de Santa Cruz do Sul, Brasil, en una carta a sus diocesanos, recuerda a los cristianos la impotencia de vivir intensamente este momento de la historia, tal como se presenta, con todas sus consecuencias, dado el sufrimiento, las frustraciones e inseguridades que genera la pandemia. Para Mons. Aloísio, desde la perspectiva religiosa, la pandemia se convierte en un momento de prueba para la fe; su calidad y perseverancia tienen que pasar por un nuevo aprendizaje y profundización. Incluso el Papa Francisco, en diversas ocasiones, insta a los cristianos a pensar que el sufrimiento causado por la pandemia debe ser una oportunidad para tornarnos más fuertes, más solidarios y no más indiferentes y egoístas.

Los dos ensayos anteriores sirven para ilustrar diferentes perspectivas con que ha sido abordado el tema de la pandemia. La cuestión que nos proponemos en este artículo es muy particular, trata de ver cómo los brasileños han sentido y vivido la pandemia. Queremos sacar las lecciones que la pandemia ha dado a los brasileños y, consecuentemente, al mundo.

Para mejor comprender cómo sienten y viven los brasileños la situación pandémica, es necesario admitir primero que el coronavirus ha revelado la extrema vulnerabilidad del mundo globalizado. La aparición del Covid-19 demostró que a pesar de estar todos conectados, un "simple" virus es capaz de afectar la vida de aproximadamente 8 mil millones de personas.

La economía mundial se ha visto abalada y todas las dimensiones de nuestra existencia han sido perturbadas por esta pandemia. Nos ha afectado la vida profesional y familiar, nuestras relaciones interpersonales y mundiales, y eso nos deja angustiados. Debido a la cantidad de infectados y muertos por Covid-19 a nivel mundial, la humanidad vive con el temor de perder la libertad de movimientos y la inseguridad de no poderse proyectar hacia el futuro.

La pandemia del Covid-19 es el mayor desafío de salud del siglo XXI. En el actual contexto pandémico, el mundo y Brasil han sufrido significativamente los impactos causados por la enfermedad y a ellos, en el caso del Brasil, hay que sumar la crisis política y gubernamental. Estos impactos, positivos y negativos, a la luz de lo sentido y experimentado por los brasileños, se pueden organizar en cuatro ideas, que se describen a continuación.

Povo do Sertão

"El brasileño es antes de todo, un resistente"

Un importante escritor modernista brasileño, Euclides da Cunha (1866-1909), en su obra "Os Sertões", dijo que el hombre del "Sertão" es, ante todo, resistente. Ahora con la pandemia, pidiendo permiso y parafraseando a Euclides da Cunha, podemos decir que el brasileño como tal es fuerte. La situación en Brasil, más que grave es crítica. Eso nos informan las redes sociales. A pesar de todo, los brasileños están tratando de cambiar las cosas y de no ser derrotados por esta triste realidad.

Los datos sobre la gravedad de la situación del país, tal como lo describen los principales periódicos nacionales en el momento de escribir este artículo, es que el número de muertes, los infectados, la falta de oxígeno y las camas de UCI solo tienden a empeorar. Así como el poeta pre modernista describe que el hombre del “Sertão”, en la adversidad de su región, logra sobrevivir incluso en la escasez de agua y alimentos, el brasileño también enfrenta la pandemia con resistencia.

Es sorprendente ver, especialmente en los ancianos y los más pobres, el deseo de superar pronto este tiempo de prueba. A pesar del aumento de infectados, de muertos, de personas en situación de miseria, de paro, de quiebra de empresas, de ausencia de condiciones para resguardarse del contagio, los más pobres no pierden la esperanza de que lleguen días mejores.

En realidades donde tantas personas perdieron la vida sin el derecho a una digna ceremonia de despedida, donde los familiares no pudieron llorar a sus seres queridos, el pueblo brasileño no perdió la fe en que la última palabra sobre nosotros no es la muerte, sino la vida. Como se dice con cierta frecuencia entre nosotros: “mientras hay vida, hay esperanza”; "La esperanza es lo último que se pierde"; "Soy brasileño y nunca me rindo".

Un claro ejemplo de que los brasileños son fuertes es que, en medio del caos y la escasez de equipos, los médicos y profesionales de la salud en la primera línea de frente contra el nuevo coronavirus han enfrentado los desafíos y momentos dramáticos, con gran coraje y dedicación. Incluso con la falta de varios equipos de protección, a riesgo de ser infectados, con estrés y miedo en el día a día, aun así, los profesionales de la salud, nuestros médicos, enfermeras y demás profesionales de la salud se esfuerzan por satisfacer todas las enormes necesidades provocadas por el Covid-19.

Solidariedade Brasil

El “Jeitinho” Brasileño y la Solidaridad

Generalmente, la expresión “Jeitiño” brasileño se referir a la manera que el pueblo brasileño tiende a improvisar soluciones imaginativas al margen de los procedimientos o técnicas que comúnmente se podría esperar ante situaciones problemáticas. Dependiendo del contexto, la expresión puede usarse con una connotación positiva (ligada a la noción de creatividad) o negativa (ligada a las nociones de engaño y corrupción).

El Papa Francisco, en un viaje a Río de Janeiro, con motivo de la JMJ, en 2013, dijo que el "jeitiño” brasileño es la solidaridad innata en los brasileños, porque en situaciones en las que llega una visita inesperada a la hora de comer o cuando llega un vecino o un pobre pidiendo algo de comida, siempre se dice: no te preocupes, damos un “jeitiño”, ponemos más agua a la sopa.

En el momento de la pandemia, a pesar de la ayuda de emergencia del Gobierno Federal, creció el número de mendigos y de personas sin hogar. También crecieron los gestos de solidaridad. Muchas campañas de recogida de alimentos y consecuentemente de distribución, fueron un gesto común en casi todas las partes de Brasil.

Más agua en la sopa es la forma brasileña de compartir lo poco que se tiene con los que más necesitan. Eso ha sido algo muy visible en esta época de pandemia. Son muchas las iniciativas de ese tipo, unas espontáneas, otras organizadas por asociaciones, con el fin de ayudar a quienes ni siquiera tienen algo para comer.

En la visita del Papa Francisco a la comunidad de Varginha, “quien hoy representa a todos los barrios de Brasil”, dirigiéndose a los vecinos, dijo: Sé que cuando algún necesitado llama a tu puerta, siempre encuentras la manera para compartir tu comida: como dice el refrán, ¡siempre se puede “añadir agua a la sopa”! ¿Puedes poner más agua a sopa? … ¿Siempre? ... ¡Y lo mejor es que lo haces con amor, demostrando que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón!”.

La pandemia ha probado, más una vez, la desigualdad social en Brasil y revela que los negros y los pobres son los más afectados. Los pobres, las personas con discapacidad, los mendigos, los drogadictos, las personas que están en las calles, en las favelas, en los barrios marginales, en lugares distantes de la asistencia social, son las mayores víctimas. En las grandes ciudades el caos es total. Hay dolor, lágrimas y tristeza por toda parte. Es un drama sobrecogedor. Es complicado ver el sufrimiento de los más vulnerables, verlos morir en filas a las puertas de los hospitales que ya están sin medios. Los excluidos, como siempre, son las mayores víctimas.

Brasil vive "una realidad de muerte", pero también de solidaridad. Cuando el estado de Amazonas colapsó por la falta de oxígeno en los hospitales, la Iglesia Católica buscó paliar esa dramática situación haciendo una campaña para recaudar fondos para compra bombonas de oxígeno.

La solidaridad también es visible, a través de grupos que preparan platos de comida que ofrecer a quien vive en la calle. Un símbolo de solidaridad con las personas sin hogar es el padre Julio Lancelotti, quien viene realizando una obra profética con las personas necesitadas. De hecho, los sin techo son un drama de las grandes ciudades, que la pandemia ha hecho más evidente, y que la obra del padre Julio, un hombre de 72 años, al que el Covid-19 no lo apartó de las mayores víctimas, las personas sin hogar, ha puesto en el candelero. La pandemia, a pesar de la tragedia, reveló a todo el mundo el trabajo que viene haciendo el padre Julio de cuidar a los más pobres, tan urgente en nuestro violento Brasil, que conmociona estrangulando negros y tirando el pan de la boca del pobre.

En este momento en el que estamos con tanta esperanza de que el programa de vacunación sea eficiente, la defensa y acogida a los más vulnerables por el padre Júlio y por tantos gestos de solidaridad compartida, nos recuerda que debemos mantener la esperanza de que este difícil momento será superado.

Festa

La fiesta, el humor brasileño y la negación de la realidad

Una de las características más admiradas de los brasileños es su capacidad para encontrar en el humor y la fiesta una forma de luchar contra realidades a menudo insoportables. Además de la increíble musicalidad, los brasileños tienen, si podemos generalizar, una gran facilidad para reír y festejar. Incluso en los grandes momentos de crisis, y en los últimos años han sido abundantes en Brasil, el humor y la fiesta es una forma que encuentran los brasileños para hacer más llevadero lo insoportable y más leves los grandes sufrimientos. La forma creativa con que los brasileños afrontan situaciones difíciles, muchas veces riéndose de su propia condición de sufridores, puede ser algo digno de admiración, incluso psicológicamente hablando. Esta postura es la que muchas veces y en varias situaciones, impide que los brasileños se sumerjan en la angustia.

No obstante, aun con todos los elogios a la ligereza brasileña, hay que decir que, en medio de la pandemia, el humor y la fiesta son dos elementos que median el duelo de los brasileños y, al mismo tiempo, pueden representar la negación de la realidad.

Ante un número absurdo de contagiados y muertos, con todas las recomendaciones de aislamiento social, así como con todos los decretos que prohíben cualquier evento social con aglomeraciones, lo que vemos son bares llenos con la mayor parte de la gente sin máscara, y en un ambiente verdaderamente festivo.

Bolsonaro

La negación del gobierno Bolsonaro y el peligro real

La elección de Jair Bolsonaro para presidente de Brasil, en opinión de Monseñor André de Witte, hoy obispo emérito de Ruy Barbosa, en el Estado de Bahía, representaría un peligro real para el país. Mons. André de Witte, obispo belga que vive en Brasil desde 1976, habló de sus temores el 18 de octubre de 2018 en Ginebra.

Desde el inicio de la pandemia, siendo el segundo país en muertos por el Covid-19, el gobierno Bolsonaro reveló el peligro real al elegir las peores formas de enfrentar la pandemia. Él se convirtió en uno de los pocos políticos del mundo con responsabilidad directa de buena parte de la tragedia de los muertos contabilizados en el país: negó la pandemia desde el principio, con amenazas a quienes tomaran las medidas adecuadas para preservar la vida; negó la importancia de llevar máscara; estaba en contra del distanciamiento social; incluso se burló de los que se vacunan, diciendo entre risas que la gente “se va a convertir en cocodrilo”; a menudo se burlaba de la ciencia; ignoró la lucha de los profesionales de la salud para salvar vidas; está desmantelando la que era ejemplar experiencia de inmunización en Brasil; hubo un gran retraso en la implementación de las vacunas, cuando Brasil podría haber sido uno de los pioneros.

El sistema de salud está colapsado en casi todos los estados de la Federación Brasileña. Las consecuencias de la postura de Bolsonaro ante la pandemia fueron inevitables. Miles de brasileños continúan muriendo por falta de camas hospitalarias. Muchos están muriendo en casa o en las filas a la puerta del hospital esperando plazas.

Cementerios Brasil

Consideraciones Finales

Según Carl Jung, psiquiatra suizo creador de la psicología analítica, “las crisis, los trastornos, las enfermedades no surgen por casualidad. Nos sirven de guías para rectificar una trayectoria, para explorar nuevas orientaciones, para experimentar otra forma de vida”. Al aplicar este pensamiento a la realidad que vivimos, podemos decir, con pesar, que estamos en un momento trágico, estamos en un momento pandémico, casi sin salida, pero que es posible superarlo con el aporte y el compromiso solidario de todos.

Aunque los brasileños aparentemente se están acostumbrando a la tragedia de tantas víctimas del Covid-19, una forma efectiva de superar esta crisis es rescatar lo mejor de los brasileños, el espíritu de resistencia y solidaridad y cultivar un ambiente de fiesta y humor, tan necesario para que no caigamos en la angustia y la depresión, esto, sin olvidar el sentido de la responsabilidad.

Aunque los brasileños son fuertes, personas que siempre saben encontrar caminos nuevos, que son solidarios, que lidian con el sufrimiento a base de fiesta y humor, hay que reconocer que el gobierno brasileño fue negligente e irresponsable, podría haber estado mejor preparado, ya que la epidemia llegó un mes después del brote en Europa.

Brasil podría haberse preparado mejor si hubiera seguido las directrices de la OMS y hubiera observado la experiencia efectiva de otros países. En Brasil, además del desastre natural, sufrimos un desastre humano, que fue la nefasta conducción política de Bolsonaro. El gobierno brasileño, además de elegir las peores formas de enfrentar la pandemia, contribuyó absurdamente a traer de vuelta una triste realidad en la vida cotidiana brasileña que ya había sido superada desde los primeros años del presente siglo: la muerte prematura de los más pobres, la pobreza, la desigualdad social.

Referencia: Misiones Extranjeras. (La covid -19: una llamada a la esperanza): N. 296

Traducción portugués - español: Padre Carlos Palacios Moral

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