Foro Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza reflexiona sobre nuevos paradigmas de derecho ambiental Luis Liberman: “Es necesario pensar juntos la salud del hombre y del planeta”

Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza: Nuevos paradigmas en el derecho ambiental
Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza: Nuevos paradigmas en el derecho ambiental

El agua es el principio fundamental de todas las cosas

El derecho al agua no es ficticio, es un derecho vinculante, que tiene que ser asumido por todos los estados

Si no transformamos en políticas de estado todo lo referente al agua no vamos a lograr concretar lo que propone Laudato Si, ni los principios del desarrollo sustentable

La justicia ha tardado en entender los derechos en referencia al cambio climático

El confinamiento nos llevó a dejar cosas que nos encantan, pero también cosas que son dañinas para el planeta, algo que es posible

Luis Liberman
El impacto de la falta de acceso al agua y la vulneración de derechos humanos ha sido el foco de la discusión del V Foro “Del derecho al agua al derecho a la esperanza”, celebrado este 25 de agosto, que ha tenido como tema “Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza: Nuevos paradigmas en el derecho ambiental”. Estos foros, que se iniciaron el pasado mes de junio y tendrán su clausura el 17 de septiembre, están organizados por el Instituto para el Diálogo y la Cultura del Encuentro y la Red Eclesial Panamazónica – REPAM.

En este V encuentro, el desafío de un nuevo pacto entre la humanidad y el planeta, ha sido un elemento abordado por los participantes, algo necesario, según Luis Liberman, Director del Instituto para el Diálogo y la Cultura del Encuentro, que juntamente con Gabriela Sacco conducen los debates. Para Liberman, los paradigmas clásicos han entrado en crisis, lo que le lleva a afirmar que necesitamos nuevos paradigmas. Él ve como uno de los problemas, la intermitencia en la gestión de las políticas públicas en este campo del acceso al agua, lo que, en su opinión, demanda la necesidad de políticas de estado para garantizar la sobrevivencia del planeta.

El foro de este 25 de agosto ha abordado también la ausencia o desprotección del recurso en poblaciones vulnerables, analizando escenarios concretos con perspectivas desde el Derecho, políticas y estrategias para la solución de estas situaciones en horizontes temporales de corto, mediano y largo plazo. Se trata, en opinión de Luis Liberman, de plantear los desafíos de futuro desde el diálogo, pensando juntos como construir el futuro en un momento tan especial como el que la humanidad está viviendo delante de la pandemia de COVID-19. Nos deparamos con situaciones críticas, como los incendios en el continente americano, que matan a la tierra y matan al hombre y nos recuerdan el compromiso de la humanidad por cuidar su planeta.

Eso debe llevar, según el Director del Instituto para el Diálogo y la Cultura del Encuentro, a pensar juntos la salud del hombre y la salud del planeta, algo a lo que está contribuyendo este foro “Del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza”. El desafío al que la humanidad se enfrenta, afirma Liberman, es tener la valentía de plantear propuestas y ponerlas en funcionamiento, lo que debe llevar a vivir en una sociedad proactiva al bien común, que no quiere decir vivir en la ingenuidad.

Marcelo Sánchez Sorondo

El agua está presente en la reflexión eclesial desde hace mucho tiempo, algo en lo que ha insistido Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, quien se refería al discurso de San Pablo VI, en 1975, en la Pontificia Academia de Ciencias del Vaticano, donde decía que el científico “debe considerar honestamente la cuestión del futuro terrenal de la humanidad y, en su calidad de persona responsable, debe ayudar a prepararla, preservarla y eliminar los riesgos: creemos que esta solidaridad con las futuras generaciones constituye una forma de caridad a la que muchos hombres se muestran hoy sensibles, en el marco de la ecología”, lo que muestra que la preocupación con el cuidado de la Casa Común no es algo que surgiese con el Papa Francisco.

Sánchez Sorondo partía de la idea de que el agua ha sido declarada bien común de toda la humanidad y del Planeta. El agua es la fuente de la vida, citando al filósofo griego Tales de Mileto, para quien el agua es el principio fundamental de todas las cosas. En su discurso, el prelado abordaba la cuestión de la producción del agua y cómo el cambio climático, provocado por el uso y abuso de los combustibles fósiles, afecta a esa producción del agua. Según Sorondo, destruyendo el clima se destruyen las condiciones para producir agua, por lo que si no se reduce el anhídrido carbónico, en lo que está basada la economía, vamos a destruir el ciclo del agua.

Para el Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias de Vaticano estamos viviendo una situación trágica, consecuencia de las políticas de algunos presidentes, especialmente Trump, que no cree en el cambio climático, lo que nos coloca ante un problema vital, ante el que dice que la Iglesia está preocupada. De hecho, el Papa Francisco ve el problema como algo tan grave que el agua podría provocar una guerra mundial. El camino a seguir es tratar de cambiar nuestro mal uso de la energía, generada con materiales fósiles, proponiendo también como alternativa la desalinización del agua del mar.

No se puede ignorar que dos mil millones de personas no tienen acceso al agua, algo que unido a la pandemia del COVID-19 nos desafía, según Kate Roll, a pensar nuevas formas, a repensar el papel del estado, a resolver las desigualdades. La Directora de Estudios del Instituto de innovación y fines públicos, de la University College London (IIPP), ve fundamental que los estados inviertan en políticas de innovación. Ella destaca la importancia de lo que denomina comunidades epistémicas, como algo que ayude a pensar en el derecho al agua limpia, creando principios o normas compartidas, que ayuden a fundamentar lo que está bien, proponiendo soluciones ante los problemas, desde las evidencias, ideas, para llegar a conclusiones que influyan en los que toman decisiones políticas. El objetivo de estas comunidades epistémicas debe ser buscar soluciones que lleven a plantear qué tipo de bienestar queremos, pensar en lo que podemos hacer y lo que puede hacer el mundo.

Foro del Agua 25 de agosto

El sistema de infraestructura de agua es un ámbito en el que existe un gran capital de inversión, en opinión de Diane Desierto, quien insiste en que el agua es extraída de recursos naturales que forman parte del estado, no es propiedad de quien la distribuye. Desde esa perspectiva, afirma que el derecho al agua no es ficticio, es un derecho vinculante, que tiene que ser asumido por todos los estados, pues el agua es un tema que atañe a los gobiernos. Para la profesora de Derechos Humanos y miembro del Comité Asesor del Centro Klau de Derechos Humanos y Civiles de la Universidad de Notre Dame, es hora de pensar en llevar a la mesa de las concesiones de agua el tema de cómo llega el agua a los ciudadanos, insistiendo en que con respecto al agua tiene que haber una prioridad en el uso personal y doméstico, y en las consecuencias climáticas de todo eso.

Una reflexión fundamental para Diane Desierto es el derecho a poder tener condiciones igualitarias para todas las personas, si el agua es accesible a todos, pues la distribución de agua se ve afectada por cuestiones demográficas o raciales. Por eso, los estados tienen que garantizar el derecho al agua de todos los individuos, proteger a las personas, inclusive en tiempos de emergencia, como es el COVID-19. La profesora insiste en que los estados tienen que garantizar un acceso físico al agua, monitarando a las empresas y sancionando a quien no garantiza ese derecho. Al mismo tiempo, destaca la importancia de la participación de las comunidades en la gestión del agua y de la justicia reparadora cuando no se disfruta del derecho al agua.

Transformar en políticas de estado los principios de Laudato Si se presenta como un desafío, según Enrique Cresto, quien afirma que Argentina no le puede garantizar el derecho al agua segura y al saneamiento a todos sus ciudadanos. Ante esa realidad, es necesaria la construcción de una justicia hídrica, que ayude a superar la asimetría territorial y de recursos económicos. De hecho, según el Presidente del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento – ENHOSA, la contaminación de las fuentes de agua y la falta de saneamiento provocan conflictos, pues las fuentes de agua, sobretodo los ríos, es donde se desechan los residuos. Por eso, la necesidad de políticas de estado en todos los estamentos para resolver los conflictos, algo que afecta a los sectores más vulnerables.

De hecho, en Argentina existen muchos barrios populares sin acceso al agua, que es donde más se está expandiendo el COVID-19. El presidente de ENOHSA habla de conflictos barriales por la escasez del agua, lo que junto con otras causas, demanda un marco normativo de los estados que marque las pautas del acceso al agua, garantizando el acceso al agua de los sectores más vulnerables. Junto con eso, Cresto destaca la importancia de la toma de conciencia del uso racional del agua. En esa tesitura, él afirma que si no transformamos en políticas de estado todo lo referente al agua no vamos a lograr concretar lo que propone Laudato Si, ni los principios del desarrollo sustentable.

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Se deben buscar estrategias legales para garantizar los recursos hídricos, según Joana Setzer. Para la investigadora del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente y Directora del Proyecto de Investigación sobre litigios climáticos, del Reino Unido, es importante el concepto de litigio climático, algo que está muy centrando en Estados Unidos, pero que se está extendiendo a otros países. En su opinión, los derechos humanos son muy importantes como cimiento de estas causas, señalando que la justicia ha tardado en entender los derechos en referencia al cambio climático. En su exposición presentaba diferentes casos de litigios, planteados por personas individuales contra los gobiernos y contra las empresas. Estamos viviendo un tiempo en que, en su opinión, es momento de avanzar, de aunar esfuerzos para abordar los problemas actuales.

Siempre estamos buscando nuevos abordajes para tratar el problema del agua, en opinión de Gabriel Eckstein, algo que viene motivado por el hecho de que tenemos personas que no pueden disfrutar de un agua limpia, lo que ha generado problemas graves en muchas comunidades. El profesor de Derecho y Director del Programa de Sistemas de Recursos Naturales, Ambientales y Energéticos de la Universidad de Texas, afirma que estamos ante un nuevo enfoque de las comunidades. En ese sentido, hablaba de la personalidad jurídica de los ríos, algo que le da una capacidad legal de proteger sus derechos y su integridad como río. Esta iniciativa está presente en diferentes países, como Ecuador, Bolivia, Nueva Zelanda, Colombia o India.

Esto ha hecho posible que los tribunales hayan puesto de manifiesto que la legislación no estaba funcionando. Eckstein hablaba también de la figura de los custodios de ríos, afirmando que todo eso le otorga al río la capacidad de protegerse a sí mismo, hasta cierto punto. Por eso, es necesario monitorar para ver si este modelo es algo factible. No podemos olvidar que formamos parte del ambiente y que lo que hacemos nos afecta, sobretodo a los más vulnerables, insiste el profesor. De ahí la necesidad de diálogo para poder hacer un intercambio, algo fundamental ante el gran poder de las empresas, con el apoyo de los gobiernos, lo que hace que la gente no tenga voz en la toma de decisiones.

Josianne Gauthier

Josianne Gauthier insistía en la necesidad de transformar nuestras vidas y nuestros sistemas, en una tentativa de curarse, algo que supone un cambio radical, para lo que es necesario la colaboración mutua. La Secretaria General CIDSE (Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad), que tiene como objetivo aunar las voces de aquellos que no son escuchados en la política, destacaba la importancia de participar como auditora en la Asamblea Sinodal del Sínodo para la Amazonía. Ella lo define como una experiencia transformadora, que en los últimos meses le ha llevado a preguntarse cómo cuidamos de las relaciones en este tiempo de pandemia, que nos muestra la conexión con Laudato Si.

Para la Secretaria General de CIDSE, la sequía habla de clases sociales y de poder adquisitivo. En ese sentido, la pandemia nos ha mostrado lo desiguales que somos, también cómo algunos han tratado de beneficiarse del caos. Eso provoca la necesidad de un cambio profundo y drástico, que nace del hecho de que hemos sido testigos de la adversidad en medio de la fragilidad. La crisis nos ha enseñado a darnos cuenta de que no tenemos que retroceder, que tenemos que luchar contra el cambio climático, según Josianne Gauthier. Ella aboga por un estilo de vida sustentable ante la tentación de caer en la necesidad de la recuperación económica, sin darnos cuenta de que nos estamos desmoronando.

Tenemos que ver como enfrentar la crisis climática, reflexionar sobre cómo nos tratamos y cómo respondemos de manera crítica. El confinamiento nos llevó a dejar cosas que nos encantan, pero también cosas que son dañinas para el planeta, algo que es posible, insiste la secretaria de CIDSE. Por eso se pregunta si tenemos la valentía de enfrentar los cambios, afirmando que sin un cambio radical no se puede, pues valoramos un sistema que sigue siendo nocivo. En ese sentido, ve necesario retomar lo visto en el Sínodo, un nuevo lenguaje, abandonar privilegios, ventajas, confort, pues este planeta no puede sufrir más daño, cuando el planeta está enfermo, nosotros nos enfermamos. Eso nos tiene que llevar a encontrar el valor para hacer realidad el cambio, para deconstruir la forma de actuar, cuestionarnos qué valoramos, la vida o la riqueza, respetarnos y respetar lo que compartimos .

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