Con la Misa de Inicio del Pontificado comienza oficialmente el 267º papado Se inicia oficialmente un pontificado que invita a ser misioneros de paz y unidad

León XIV en el papamóvil
León XIV en el papamóvil

Un Papa al que, por el hecho de haberse imbuido de diversas culturas, se le supone una mayor capacidad para construir puentes, una necesidad en un mundo cada vez más polarizado, dividido y enfrentado

Un Papa que, al menos en sus primeros días después de ser elegido, apuesta por la paz, por la unidad, por la comunión, por la misión, este es un Papa misionero de las periferias

Un Papa que ve la caridad como sinónimo de verdadera autoridad, que apuesta por una Iglesia que no somete, ni con propaganda, ni con el poder

León XIV, el Papa elegido en la tarde del jueves 8 de mayo de 2025 como sucesor de Pedro, ha iniciado oficialmente su pontificado. Lo ha hecho presidiendo la Misa de Inicio del Pontificado, con la participación de buena parte del Colegio Cardenalicio, un signo de comunión por parte de aquellos que le eligieron para guiar la Iglesia. Pero también de delegaciones llegadas de todo el mundo, reyes, presidentes de gobierno y de repúblicas, representantes políticos, a quienes ha ido saludando en el interior de la Basílica de San Pedro, gente de todos los credos y posturas políticas, con dirigentes envueltos en guerras, para las que el nuevo pontífice no deja de implorar la paz.

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Constructor de puentes en un mundo polarizado

Un Papa al que, por el hecho de haberse imbuido de diversas culturas, se le supone una mayor capacidad para construir puentes, una necesidad en un mundo cada vez más polarizado, dividido y enfrentado. Un Papa que una hora antes del inicio de la misa salía del Palacio del Santo Oficio, donde está viviendo, para subirse por primera vez a un papamóvil que deslumbraba por su blancura.

Su nueva misión le lleva a ser un referente en la vida de la humanidad, no solo de los católicos. Mucha gente le aclamará, como lo fue hoy, por primera vez en el papamóvil, cuando recorrió la Plaza de San Pedro y la Via della Conziliazione. Unos aplausos que se repitieron en algunos momentos de la homilía y en el Regina Caeli, como cuando saludó a los peregrinos del Jubileo de las Cofradías, que ayer procesionaban por Roma, un momento que pasará a la historia del mundo cofrade. Pero sin olvidar que poco a poco se irá ganando enemigos.

Metódico, de pocas palabras y gran escucha

Es el nuevo Pedro, a quien el mundo mira, ciertamente con ojos e intereses diversos, pero del que podemos decir que se verá sometido a una camisa de fuerza de la que no es fácil zafarse. Un hombre metódico, de pocas palabras, pero de gran escucha, en el que está presente el influjo agustiniano, un recurso frecuente en sus intervenciones hasta ahora, también en la Misa de Inicio de Pontificado. Un Papa sin pompa, sólo con el séquito necesario, como se vio desde lo alto, desde el Brazo de Carlomagno, cuando se subía por primera vez al papamóvil.   

Un Papa que, al menos en sus primeros días después de ser elegido, apuesta por la paz, por la unidad, por la comunión, por la misión, este es un Papa misionero de las periferias. Un Papa agradecido a quienes le precedieron en la silla de Pedro, especialmente a Francisco, de quien ha dicho sentir su presencia espiritual en la misa, y cuya mención despertó los aplausos en la Plaza de San Pedro. Un Papa de quien muchos esperan que sepa mirar más allá, no tener miedo de afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy.

Un Papa Mariano, que se confía a una de las advocaciones más presentes entre los agustinos, la Madre del Buen Consejo, para quien pide protección para su pontificado. Como María, que cuestiona ser la elegida de Dios, siente no tener ningún mérito. Cuando uno se siente pequeño experimenta con mayor trasparencia la necesidad de ser amado, de caminar juntos, en unidad. Algo que forma parte del carisma agustiniano, que no es otro que la vida en comunidad.

Misa de Inicio de Pontificado

Una Iglesia que no somete

Un Papa que ve la caridad como sinónimo de verdadera autoridad, que apuesta por una Iglesia que no somete, ni con propaganda, ni con el poder, una Iglesia que ama como Jesús. Para ella quiere ser un líder no solitario, ni que se siente por encima de los demás, y sí que sirve, que camina al lado de sus hermanos. Una fraternidad que nace del Bautismo, que lleva a construir la Iglesia juntos, en la sana diferencia. Solo así habrá una Iglesia unida, fermento para un mundo reconciliado.

Una necesidad en un mundo donde “el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres, crea demasiadas heridas”, como decía el pontífice este domingo. Ahí, León XIV llama a todos a ser “una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad”. Todo en vista de la unidad, ente las Iglesias y entre la humanidad, y de “construir un mundo nuevo donde reine la paz”. Esa tiene que ser la fuente del espíritu misionero, llamado a realizar “esa unidad que no anula las diferencias”.

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