El teólogo brasileño trae de vuelta el retrato que hizo de Casaldáliga en 2007, como presentación de sus diarios Oscar Beozzo: “Pedro Casaldáliga, un fiel compañero de las preocupaciones y búsquedas de los amantes de la justicia y la paz”

Pedro Casaldáliga
Pedro Casaldáliga

“Su corazón grande y generoso, abierto al vasto mundo, siempre ha permanecido anclado en las curvas del río Araguaia y en el humilde servicio humano y pastoral del pueblo pequeño y luchador de su prelatura, modelo de una iglesia de comunidades, de muchos ministerios no ordenados acogidos y alentados”

Beozzo presentaba en su escrito de 2007 a un Pedro siempre atento a la vida de la gente, que quiso abrir las puertas de su casa y de su corazón para los más pobres, que entraban sin llamar

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La Pascua de Pedro Casaldáliga trae de vuelta sus memorias, muchas de ellas recogidas por él mismo en sus diarios, relatos de una vida en medio de los descartados. La semana pasada, cuando Pedro, todavía vivo, estaba internado en la ciudad de Batatais, José Oscar Beozzo, uno de los grandes conocedores de la Iglesia post-conciliar, referente entre los estudiosos de ese periodo histórico, me enviaba para traducir un texto publicado en 2007, en catalán, como presentación del diario del obispo del Araguaia (Presentació, in Pere Casaldàliga – una vida enmig del poble. Barcelona: Edicions 62, 2007, pp. 9-29. (BEOZZO, José Oscar, Apresentação, in Padre Casaldaliga - uma vida em meio ao pobre, Barcelona: Edições 62, 2007, pp. 9-29)).

El relato de Beozzo comienza narrando el inicio del ministerio episcopal de Casaldáliga, “un moderno Quijote”. Su valiente carta pastoral "Una Iglesia en la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social", donde dejó claro de que lado estaba, fue algo que hizo temblar los cimientos de la dictadura, que en 1971 vivía sus tiempos de mayor apogeo, y que inmediatamente censuró. Pero muchos brasileños, entre ellos el propio José Oscar Beozzo, “enviado por mi obispo de Lins, para no ser detenido por los militares, de vuelta a la Universidad de Lovaina”, difundieron el escrito rápidamente. Fue el germen de una Iglesia que se decantará por estar con los indígenas, el Consejo Indigenista Misionero – CIMI, nacerá en 1972, y los trabajadores rurales sin tierra, la Comisión Pastoral de la Tierra – CPT, verá la luz en 1975.

En su presentación, Beozzo fue haciendo una lectura de momentos marcantes en la vida de Pedro Casaldáliga, como el vil asesinato a manos de la policía de uno de sus grandes amigos, el jesuita João Bosco Penido Burnier, al que muchos piensan que le confundieron con el propio Pedro. Ese episodio marcó la vida del obispo, instituyendo la Romería y construyendo el Santuario de los Mártires da Caminhada, que siempre recordó a quienes dieron la vida por la Causa de Dios, pues "un pueblo o una Iglesia que olvida a sus mártires no merece sobrevivir”, afirmaba Casaldáliga.

Romería de los Mártires da Caminhada

Beozzo presentaba en su escrito de 2007 a un Pedro siempre atento a la vida de la gente, que quiso abrir las puertas de su casa y de su corazón para los más pobres, que entraban sin llamar. Alguien que quiso traer la vida de los que tradicionalmente han sido despreciados en Brasil, los negros y los indios, para la celebración orante de la propia Iglesia, aunque eso le costase enfrentarse con Roma, plasmando todo eso en la Misa de la Tierra-Sin-Males y la Misa de los Quilombos, donde el Evangelio se encarnó en un relato poético, místico y lleno de espiritualidad, que desde su composición acompañó la vida de Iglesia de base brasileña y latinoamericana.

Pedro siempre apostó por la Patria Grande latinoamericana, asumiendo las luchas de los pueblos del continente, nos cuenta Beozzo, dedicando cada año un tiempo a visitar, escuchar y celebrar con las comunidades de Nicaragua y de América Central. Eso también supuso un nuevo enfrentamiento con las instancias vaticanas, sobretodo después del tormentoso viaje de Juan Pablo II a Nicaragua, siendo llamado a Roma para su visita "ad limina", pidiendo que suspendiera sus viajes a América Central.

Beozzo coloca en su escrito trechos de una carta que Casaldáliga escribió a Juan Pablo II antes de su viaje, donde sorprende su libertad evangélica para decirle abiertamente lo que piensa, sin miedo a posibles represalias. Pedro explica lo que le llevó a visitar Nicaragua, su primera salida de Brasil en 17 años, y cuestiona abiertamente en varias preguntas, que uno se asusta solamente con leer, la falta de voluntad de diálogo del Vaticano con el sandinismo cuando lo hacía abiertamente con la administración Reagan.

Hoy más que nunca, el escrito de Beozzo, así como el texto al que precedía, el diario de Casaldáliga, cobran mayor importancia, pues son memoria de una vida de alguien que “su corazón grande y generoso, abierto al vasto mundo, siempre ha permanecido anclado en las curvas del río Araguaia y en el humilde servicio humano y pastoral del pueblo pequeño y luchador de su prelatura, modelo de una iglesia de comunidades, de muchos ministerios no ordenados acogidos y alentados”. Es la historia de vida de alguien que decidió vivir y quedarse para siempre en un lugar perdido en medio de ninguna parte, la historia de Pedro-Libertad.

Pedro Casaldáliga

UNA VIDA JUNTO AL POBRE

 PRESENTACIÓN

La Cataluña natal de Pedro Casaldáliga y Pla tiene el privilegio de tener en un solo volumen cinco diarios de su ilustre hijo escritos a lo largo de más de tres décadas de "fidelidad rebelde" y con el sugerente título de "Una vida junto al pobre":

- CREO EN LA JUSTICIA Y EN LA ESPERANZA,

- LA MUERTE QUE DA SENTIDO A MI VIDA,

- EN REBELDE FIDELIDAD,

- NICARAGUA COMBATE Y PROFECIA,

- CUANDO LOS DIAS DAN QUE PENSAR.

Don Pedro trae a los suyos, que siempre lo han acompañado desde lejos, los caminos que recorrió, los ríos que navegó, los sueños que soñó, las luchas que libró como un moderno Quijote desafiando molinos que no son de viento.

Se presenta con la misma vena poética y la mordaz ironía del caballero de la Mancha. Su dama es la misma de Francisco de Asís, la señora Pobreza, evangélica y militante, a favor de los pequeños:

“No tener nada,

No llevar nada,

No poder nada,

No pedir nada

No callar nada.

Solamente el Evangelio, como una faca afilada.

Y el llanto y la risa en la mirada.

Y la mano extendida y apretada.

Y la vida, a caballo, dada.

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,

Para testigos de la Revolución estallada.

Y “mais nada”!1

Los diarios son obras fascinantes y desafiantes. Página tras página, el autor nos lleva de la mano para seguirlo por caminos y senderos interiores, por paisajes y acontecimientos, con la mirada nueva de quien los vivió y pateó, compartiendo ante los acontecimientos y las personas, sentimientos y esperanzas, lágrimas y oraciones, ternura e indignación.

“Maldito sea el Latifundio,

Salvo los ojos de sus vacas”2.

Era 1971, ya bajo la fuerte censura y el temor de los años de plomo de la dictadura militar, agravados y exacerbados por la Ley Institucional Nº 5 (12-13-1968) que suspendió el estado de derecho y las garantías individuales en el país, cerró el congreso y puso al Estado y su aparato de represión en guerra contra la sociedad civil, sus instituciones, sus ciudadanos y sus libertades.

Cayó como un rayo en un cielo azul, la valiente carta pastoral "Una Iglesia en la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social" de un prelado desconocido que vivía desde 1968 como misionero en el norte de Mato Grosso y tomó posesión de la también ignorada y lejana Prelatura de São Felix de Araguaia: 150.000 kilómetros cuadrados de campos y bosques poco poblados y muy codiciados, bordeando el río Araguaia y lamiendo ya las franjas de la selva amazónica.

La censura militar captó inmediatamente la fuerza explosiva de ese relato, prohibiendo su circulación.

La Carta denunciaba los abusos de hoy en día en la estructura habitual de la tierra apropiada com documentos falsos, concentrada y monopolizada, la desigualdad abismal entre los propietarios y los que sobreviven de favor en la tierra ajena; del trabajo esclavo y del genocidio indígena.

Bajo el manto de la modernidad con el "incentivo fiscal" de los impuestos no recaudados desde que se aplicasen en la Amazonia, con generosos préstamos de los bancos oficiales, las empresas multinacionales, los bancos y las ensambladoras de automóviles se apoderaron con violencia de las tierras de pequeños propietarios y de los indígenas, haciendo resurgir el antiguo colonialismo del interior de Brasil, con sus secuaces y pistoleros, la ausencia del Estado y de la justicia y la conocida connivencia de las autoridades para encubrir sus crímenes.

Enviado por mi obispo de Lins, para no ser detenido por los militares, de vuelta a la Universidad de Lovaina, donde me había graduado en ciencias sociales, una copia de la carta de Don Pedro Casaldáliga cayó en mis manos a finales de 1971. La leí por la noche, de una sola vez, y a la mañana siguiente, sin saber mucho de ese intrépido obispo, ya estaba en el apartamento de una joven pareja belga, para traducirlo juntos al francés y difundirlo miméticamente entre los estudiantes, exiliados políticos y sectores eclesiásticos interesados en Brasil y América Latina.

La carta entrelazaba el rigor de los datos estadísticos, con el vívido relato de historias de vida y eventos que denunciaban la violencia del latifundio moderno, de las compañías madereras, las haciendas de ganado y los acaparadores ilegales de tierra. Rescataba el calvario, pero también la tenaz resistencia con atisbos de esperanza de los indios, los pequeños propietarios y las nacientes comunidades de base que empezaron a encontrar un sólido apoyo en la Prelatura y su obispo.

La carta también retomaba para el presente, la palabra encantada de los profetas y la opción radical de Jesús por los pobres y pequeños y por su liberación.

Era como si el grito del profeta Isaías resonara en la Amazonía, en esas siete "ais" con las que amenazaba a los poderosos de su tiempo:

"Ay de los que juntas casa a casa,

de los que acrecientan campo a campo hasta que no haya más espacio disponible,

hasta ser los únicos habitantes de la tierra" (Is. 5, 8).

La maldición del profeta encontró un claro eco en la famosa invectiva de Don Pedro:

"¡Malditas sean todas las cercas!"

"Una Iglesia en la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social" anunció sin demora el proyecto de vida y el sueño de Iglesia y sociedad que animaba a la prelatura y a su nuevo obispo:

“Después de tres años de misión en este norte de Mato Grosso, tratando de descubrir los signos del tiempo y del lugar, precisamente con otros sacerdotes, religiosos y laicos, en la palabra, el silencio, el dolor y la vida del pueblo, - ahora, como resultado de mi consagración episcopal, siento la necesidad y el deber de compartir públicamente, a nivel de la Iglesia nacional y en términos de conciencia pública, el angustioso y apremiante descubrimiento.

Para dar a conocer esta Iglesia a las otras Iglesias hermanas, a la Iglesia. Para pedir y hacer posible, también desde esta Iglesia, una mayor comunión, una colegialidad más real, una corresponsabilidad más decisiva. Tal vez también para despertar y llamar a respuestas y vocaciones concretas.

Ninguna iglesia puede vivir aislada. Toda iglesia es universal, en la comunión de una misma Esperanza y en el servicio común del amor de Cristo que libera y salva". Cada parte contribuye con sus propios dones a las demás y a toda la Iglesia, para que el conjunto y cada parte crezca a través de la comunicación mutua y el esfuerzo común para alcanzar la plenitud en la unidad" (LG 13).

El "momento publicitario" de los proyectos y realizaciones que vive la Amazonía, y la opción de prioridad que la propia Iglesia de Brasil ha hecho para ella, a través de la CNBB, también justifica con nueva razón mi declaración pública.

Si la primera misión del obispo es ser un "profeta" y el "profeta es el que dice la verdad ante todo un pueblo"; si ser obispo es ser la voz de los que no tienen voz (el cardenal Martí), no podría, honestamente, mantener la boca cerrada al recibir la plenitud del servicio sacerdotal”3.

En la carta, ya estaban en germen los gritos y las intuiciones que llevarían a la Iglesia de Brasil a organizar, poco después, dos de sus organismos que mejor tradujeran en la práctica su compromiso como iglesia solidaria con las luchas populares: el Consejo Indigenista Misionero, el CIMI (1972)4, y la Comisión Pastoral de la Tierra, la CPT (1975)5.

“ Estamos de nuevo de pie como testigos,

¡San Romero de América, nuestro pastor y mártir!

Romero de una Paz, casi imposible, en esta Tierra en guerra”6

El 11 de octubre de 1976, en la aldea de Ribeirão Bonito, el obispo y el misionero jesuita P. João Bosco Penido Burnier llegaron a la cárcel local de donde se podían oír los gritos de dos presas, la Sra. Margarida Barbosa y la Sra. Santana. La primera estaba siendo golpeada y torturada y la segunda, aún de resguardo por el recién nacido, fue violada por soldados de la Policía Militar de Mato Grosso.

Cuando intervinieron a favor de esas mujeres, el obispo y el sacerdote fueron ofendidos e insultados. El sacerdote recibió un puñetazo y una culatazo en la cara y una bala en la cabeza, porque era más alto y corpulento que el frágil Pedro Casaldáliga.

Llevado agonizante para Goiânia, Burnier murió al día siguiente, el 12 de octubre, un día fatídico para los pueblos indígenas del continente y un día feliz para España y Europa que comenzaron la colonización de estas tierras en 14927.

La fecha vincula dos de las preocupaciones más candentes del obispo Casaldáliga: la Memoria de los Mártires y la Gran Patria Latinoamericana:

“América India todavía

-- madre en la Libertad y en la Sabiduría!

América, ayer española

-- romántica novia!

América Libre Nueva mañana

-- hermana!” 8.

Allí en Ribeirão Bonito, al final de la misa del séptimo día, el pueblo enfurecido destruyó e incendió la comisaría de policía, un lugar de palizas, injusticias y barbaridades al servicio de los poderosos contra los pequeños del lugar. Sobre las ruinas, plantaron una cruz, la Cruz de la Liberación, y luego erigieron una capilla. Posteriormente se levantó el Santuario de los Mártires de la Marcha, con paneles de Cerezo Barredo9, recordando ese martirio y los miles de otros que ensangrentaron "Nuestra América" en los años 70 y 80, entre ellos el del Arzobispo de El Salvador, Monseñor Oscar Romero, junto a tantos delegados de la Palabra, tantos indígenas guatemaltecos, como el padre y otros familiares de Rigoberta Menchú, religiosos y religiosas, catequistas y madres de familia.

Estos martirios no han cesado totalmente. Se repiten cada vez que se levantan voces a favor de la justicia, de los pobres e incluso del medio ambiente, como acabamos de ver con el cobarde asesinato en Anapu, en el sur de Pará, de la misionera americana, nacionalizada brasileña, Hna. Dorothy Stang, ya con canas, sonrisa serena y amplia, a sus 73 años de vida entregada en un ministerio de justicia y de paz10. Se puso a defender a los agricultores asentados en un proyecto de gestión sostenible de la selva amazónica, en contra de los intereses de las empresas madereras y falsificadores de documentos de tierra.

La Romaria de los “Mártires da Caminhada”, que se celebra en julio de cada año, se ha convertido en una referencia nacional e internacional, tratando de responder a la advertencia de Casaldáliga:

"Hace mucho tiempo que digo que un pueblo o una Iglesia que olvida a sus mártires no merece sobrevivir”.

En los 25 años del martirio del P. João Bosco, explicó el significado del santuario y la peregrinación:

"En este santuario, único en su género, ecuménicamente acogedor del testimonio de todos aquellos y aquellas que han estado dando sus vidas por la gran Causa de Dios, que es también la Causa mayor de la propia Humanidad”.

"María de la Esperanza",

Porque es la luz de la vida”11

Tres días en autobús, primero sobre el asfalto y luego en carreteras polvorientas me llevaron de Lins en São Paulo a São Felix do Araguaia en Mato Grosso para una semana de estudios con los agentes pastorales de la prelatura.

Al llegar, el obispo me recibió en la puerta de su sencilla casa, como todas las demás en ese extremo de la calle de tierra. Caminaba con su inseparable havaiana, la misma chancleta de los pobres de su prelatura, la camisa blanca que flotaba por fuera de sus pantalones, una amplia y acogedora sonrisa detrás de las gafas de gruesos cristales de quien gastó la vista leyendo demasiado, a la luz de lámparas y faroles.

Fue directamente al pozo a buscar agua para lavarme y corrió a la cocina para freír un huevo y calentar un arroz. Tuve que insistir en ayudar a lavar el plato, el vaso y la sartén.

La cama que recibí en la casa pequeña estaba al lado de la suya, en su propia habitación. Se acostaba temprano, ya que la luz parpadeante e incierta de la lámpara pronto cansaba sus ojos. También se despertaba temprano, con el canto de los gallos, antes de que saliera el sol.

La vida rodeada de amenazas de muerte y de pistoleros que merodeaban por su casa no alteraba la rutina y la serenidad del obispo: la puerta de la calle de enfrente y la otra, la del patio trasero, estaban siempre abiertas, sin rejas ni portones y las ventanas abiertas de par en par, para que entrara el aire del amanecer, la luz del día, el canto de los pájaros y el olor de la fruta madura.

Ciegos, cojos, caminantes madrugadores entraban, sin pedir permiso para dar los buenos días y saludar al obispo sentado en la mesa de la cocina, interrumpiendo su oración, lectura o escritura.

Niños corrían al patio muy temprano, antes que otros, para recoger la fruta caída de un frondoso árbol de jambo y escapaban rápidamente con su preciosa colecta.

No fue difícil sorprender al obispo lavando su propia ropa y poniéndola en remojo en un pequeño balde.

Mucho antes de la ola feminista y la atención a las relaciones de género justas y equitativas, en São Felix do Araguaia, las tareas domésticas no eran una carga para las hermanas que vivían en la casa del obispo, ni para otras mujeres del equipo de pastoral.

Barrer y limpiar la casa, cocinar y lavar los platos y las ollas, lavar y planchar ropa eran fraternalmente compartidas por todos y todas en la casa, sin privilegios para unos y sin cargas para otras.

Casaldáliga vivió con igual pasión y coherencia las grandes luchas libertarias en el ámbito económico, social, político y cultural y las pequeñas-grandes revoluciones de la vida cotidiana, reinventando, en una sociedad jerárquica y machista, relaciones de igualdad y fraternidad, de hermandad y ternura, "fraternura" como le gusta inventar a Leonardo Boff, en su incansable búsqueda de dar nombre al rostro materno de Dios y a las relaciones cruzadas por la reciprocidad y el cuidado, el afecto y la atención entre las personas.

No es extraño, entonces, que tantas Marías, comadres y muchachas, líderes de la comunidad, rezadoras de rosario, oraciones y novenas, bendecidoras, parteras, madres, abuelas y valientes luchadoras aparezcan en las páginas de sus diarios y en los versos de sus poemas, junto a María de Nazaret, madre de Jesús y fiel compañera en el camino del pueblo.

... América Amerindia, todavía en la Pasión,

un día tu muerte tendrá una resurrección.

Los pobres de esta tierra quieren inventar

esa Tierra-sin-males, que viene cada mañana...12.

En la vida del pueblo, las alegrías y las penas, las pequeñas victorias y los inevitables tropiezos, las lágrimas y las risas se convierten en una llamada a Dios, una oración de alabanza, lamentación o intercesión. En la acertada intuición del salmista, la naturaleza entera narra las maravillas de Dios: "Los cielos anuncian la gloria de Dios y el firmamento proclama la obra de sus manos" (Sal 19:2).

Pedro Casaldáliga, en armonía con estas oraciones del pueblo y de la naturaleza, en todos estos años, en Brasil o en Nicaragua, en las ciudades o veredas del sertão, en los santuarios o en las reuniones de las CEBs, nos ha ayudado a todos a rezar mejor y más bonito13.

Maestro en el arte de conversar con Dios, nos ofreció oraciones poéticas y proféticas, con el vigor y la belleza de los antiguos salmos, vertidos en el lenguaje y la sensibilidad de hoy.

También salió en busca de una liturgia en sintonía con las raíces del pueblo, renovada, pero igualmente viva e inculturada.

La "Misa de la Tierra Sin Males", con sus versos y los de Pedro Tierra, sacudió las bóvedas de la Catedral de San Pablo el 22 de abril de 1979, arrastrada por el ritmo y el canto vigoroso de los cantos de los pueblos indígenas del continente, en una concelebración que reunió a 40 obispos alrededor del altar, con mucho fervor y esperanza. Martín Coplas, argentino de ascendencia quechua y aymara, interpretó el largo poema de la penitencia y la resurrección, de la memoria y el compromiso, volviendo a hacer hablar "las silenciadas flautas de los Andes y el tambor asustado de los corazones de su pueblo", como comentó Pedro Casaldáliga14.

En palabras de Pedro Tierra: "La Misa de la Tierra-Sin-Males comenzó a brotar en la piedra de las ruinas de San Miguel en Rio Grande do Sul, la tierra fronteriza entre la América española y portuguesa, estas dos Américas que son una sola. América dividida por el fuego de los conquistadores. El templo semidestruido de San Miguel es un monumento testigo de la masacre del pueblo guaraní, testigo de la resistencia y la grandeza de los pueblos indígenas de toda América. Las piedras oscurecidas por el fuego y los siglos narran con su terrible silencio el paso de los bandeirantes, el devastador paso de los ejércitos de Portugal y España. La misma Historia de la Resistencia de los Pueblos Indígenas a los conquistadores ha gestado en la sangre esta Misa de la Tierra-sin-males. La marcha de los Pueblos Indígenas del Continente, buscando su propio rostro, su identidad, sacó de las masacres enterradas por la historia oficial toda la fuerza de su esperanza en un Continente libertado”15.

Casaldáliga recuerda que la primera inspiración fue una misa "misionera" en torno a las Misiones de los Siete Pueblos Guaraníes en Rio Grande do Sul: "Esto es lo que me pedía el hermano marista Antônio Cechin, un gaucho "arrepentido", revisor de la Historia "mal contada", apasionado cronista del caminar del Pueblo, catequista de la Liberación, también perseguido en el "Templo y en el Pretorio”16. Terminó convirtiéndose en una misa de todos los Pueblos Indígenas del continente. "[...] tan diversos en su cultura y en sus logros, fueron reducidos, por los pueblos conquistadores, a la categoría anónima y devastada de "indios". Conocidos sólo como indios, fueron saqueados y confinados a manuales y vitrinas. Su memoria, entonces, debía ser celebrada en una sola Misa, una sola Sangre y una sola e igual Esperanza: la Misa Amerindia”17.

Este abrazo a los pueblos indígenas del continente fue cultivado y profundizado en el fiel y prolongado pastoreo del pueblo Tapirapé, a orillas del río del mismo nombre y hoy esparcido en nuevas aldeas a lo largo de sus tierras reconquistadas y en el acompañamiento, no siempre fácil, del pueblo Carajá, por sus aldeas enriscadas en los altos barrancos e islas del río Araguaia o incluso del pueblo Javaé, en la isla del Bananal.

Las Hermanitas de Jesús precedieron a Don Pedro en la atención al pueblo Tapirapé, donde llegaron muy jóvenes de Francia en el lejano 1952, tropezando en portugués y sin saber una palabra de Tapirapé.

Fueron capaces de inventar el camino silencioso de la inculturación en solidaridad. Don Pedro y el CIMI añadieron entonces a la lucha por la demarcación de las tierras de los Tapirapés, y Luis y Eunice el reto de establecer una educación bilingüe, poniendo por escrito la memoria y la historia, el diccionario y la gramática de ese valiente pueblo tupí perdido y aislado en un mar de pueblos del tronco macro-gê.

La pasión y la compasión en solidaridad con las luchas del pueblo negro en su saga de fuga y rebelión, produjo la otra gran celebración de la liberación, la Misa de los Quilombos, con música del cantante y compositor negro Milton do Nascimento.

En su presentación, Don Pedro escribió:

"En nombre de un dios supuestamente blanco y colonizador, a quien las naciones cristianas han adorado como si fuera el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, millones de negros han sido sometidos durante siglos a la esclavitud, la desesperación y la muerte. En el Brasil, en América, en África, en el Mundo.

Deportados, como "piezas", desde la ancestral Aruanda, llenaron los juncos y las minas con mano de obra barata y llenaron las casas de esclavos con individuos sin cultura, clandestinos e inviables. (También llenan las cocinas, los embarcaderos, los burdeles, las favelas, los barrios bajos, los presidios con sub-gente - para los señores y las damas blancas y la ley de los blancos).

Pero un día, una noche, aparecieron los Quilombos, y entre todos ellos, el Sinaí Negro de Palmares, y de Palmares nació el Moisés Negro, Zumbi. Y la imposible libertad y la identidad prohibida florecieron, "en el nombre del Dios de todos los nombres", "que hizo toda la carne, blanca y negra, roja en sangre".

Viniendo "del fondo de la tierra", "de la carne del látigo", "del exilio de la vida", los Negros resolvieron forzar "a los nuevos Albores" y recuperar Palmares y volver a Aruanda”18.

La misa fue celebrada por primera vez por el arzobispo negro de Paraíba, monseñor José María Pires, acompañado por monseñor Helder Camara, en la explanada frente al Convento del Carmen en Recife, donde la cabeza de su jefe, Zumbi dos Palmares, había sido pinchada para escarnio de los esclavos. Durante setenta años el Quilombo había resistido los embates de los capitanes de la selva, las tropas bahianas, pernambucanas y portuguesas, hasta que fue derrotado, en 1695, por los indios y mamelucos del bandeirante paulista Domingos Jorge Velho.

Casaldáliga escribió sobre el significado de la Misa y su utopía militante:

"Pedro Tierra y yo ya hemos prestado nuestra palabra, irresponsablemente fraternal, a la Causa de los Pueblos Indígenas, con la "Misa de la Tierra sin Males". Ahora prestamos la misma palabra a la Causa del Pueblo Negro, con esta Misa de los Quilombos.

Es hora de cantar el Quilombo que viene: es hora de celebrar la Misa de los Quilombos, en la esperanza rebelde, con todos "los Negros de África, los Afros de América, los Negros del Mundo, en la Alianza con todos los Pobres de la Tierra"19.

La Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino pronto intervino, prohibiendo la celebración de las dos misas, alegando que

"La celebración eucarística debe ser sólo un memorial de la muerte y resurrección del Señor y no un reclamo sobre ningún grupo humano o racial”20.

Muchos obispos brasileños defendieron ante Roma el levantamiento de la prohibición, demostrando que más de la mitad de la población brasileña era de origen africano y que el proceso de inculturación de la liturgia, la teología y la práctica pastoral de la Iglesia en el Brasil era urgente.

Roma fue inflexible en su negativa, juzgando los argumentos presentados por la Comisión de Liturgia de la CNBB como insuficientes para justificar la celebración de la Misa de los Quilombos:

...] aunque se aprecie el celo de arrepentimiento y reparación que quiere expresar, no puede hacer que este Dicasterio renuncie a emitir un juicio y no permita en el futuro actos similares a la llamada 'Misa de los Quilombos'”21.

La prohibición de celebrar la misa no impidió que el canto de apertura de la misa de los quilombos, "Estamos llegando..." se incorporara a la liturgia de las comunidades, en todo el país, por la belleza de su letra y la fuerza de su musicalidad y ritmo:

"Venimos del fondo de la tierra,

venimos del vientre de la noche,

de la carne del látigo somos,

vinimos a recordar".

Su alabanza a María, Negra Mariama, se convirtió en una invocación obligatoria de los encuentros y celebraciones:

"- Mariama,

Iya, Iya, o,

¡Madre del Buen Señor!

María Mulata,

María de aquella

colonia de favelas,

que era Nazaret.

Hermosa morena,

Mater dolorosa,

Señora victoriosa,

Rosario de los negros misterios de la Fe.

[...] Mucama, Señora y Madre del Señor

Canta sobre el Morro tu Profecía,

que derriba a los ricos y a los grandes, María.

Levanta a los sometidos, marca a los renegados.

samba en la alegría de los pies congregados.

Alienta los gritos, ilumina las miradas,

junta a los esclavos en nuevos Palmares.

Baja de nuevo a las redes de la vida

de tu Pueblo Negro, Negra Aparecida!!” 22.

Por otra parte, desnuda de la celebración eucarística, la Misa de la Terra-sin-males fue cantada alegre y festivamente por los indígenas de más de treinta pueblos y por miles de voces de representantes de las CEBs de todo Brasil, por invitados de América Latina y el Caribe y por la gente del lugar, en la memorable noche de apertura de la X Intereclesial de las CEBs, en Ilhéus, Bahia, en julio de 2000. Al final, una madre de santo, el obispo local y una pastora evangélica bailaron felizmente en la parte superior del escenario de la celebración y juntos bendijeron y despidieron a la asamblea.

En Santo Ângelo, RS, en el lugar de una de las reducciones de los Siete Pueblos, hace cuatro años, decenas de coros de iglesias luteranas, católicas y bautistas de Rio Grande do Sul se reunieron para cantar, ante una gran multitud emocionada, la Misa de la Tierra-sin-Males. La celebración eucarística terminó con el canto y el baile de los niños guaraníes de esa región.

Las dos misas, en la fuerza de su texto y la belleza de su música, siguen alimentando ese mayor compromiso de Jesús y sus discípulos, al servicio de una liberación inculturada de los que, en nuestro continente, son los favoritos de Dios.

“Ai Nicarágua, Nicaraguita,

La flor más linda de mi querer ...”

Era febrero de 1980. En el TUCA, el gran salón de actos de la PUC de São Paulo, todavía marcado en sus paredes por el fuego provocado por la represión militar, en represalia a la universidad, a los estudiantes y a su gran canciller, el cardenal Don Paulo Evaristo Arns, estaba lleno de gente ocupando todos los espacios.

La Asociación de Teólogos del Tercer Mundo (ASETT) celebró una velada de homenaje a Nicaragua en el marco del Congreso Ecuménico Internacional de Teología, con la presencia de su nuevo presidente, Daniel Ortega, la comandante Mónica Baltodano, el franciscano Uriel Molina y un joven guerrillero de una comunidad cristiana de Managua. Se quitó la chaqueta de campaña y se la entregó a Pedro Casaldáliga, quien la usó inmediatamente, declarándose sacramento de su compromiso con el pueblo y las comunidades de Nicaragua y su revolución.

El obispo sellaba allí, para escándalo de fariseos y timoratos, su arraigado compromiso con Nicaragua y poco después con El Salvador y toda Centroamérica, convulsionado en luchas de liberación, feroz represión interna y sangrienta guerra de baja intensidad promovida noche y día por el imperio. Cuando el Congreso de los Estados Unidos prohibió la venta de armas en la región, la CIA organizó el corredor por el que siguieron llegando clandestinamente, a través de Irán, armas y municiones estadounidenses para los "Contra" en Nicaragua.

En su diario "En rebelde fidelidad", Don Pedro escribió el 12 de marzo de 1980:

“Durante el mes de febrero he participado de la Asamblea General de la CNBB, en Itaici, y, en São Paulo, del Congreso Internacional Ecuménico de Teología, el CIET.

En la asamblea episcopal hemos lanzado un importante documento: «Igreja e problemas da terra». El documento más preciso y comprometido, socialmente, que la CNBB, como un todo, haya producido.

El congreso de teología ha sido para mí una experiencia extraordinaria, única en su género. Por la convivencia de América Latina, Asia y África en una sola aspiración liberadora. Por el encuentro de personas entrañables. Una inmensa lista de nombres mayores y muy queridos. Por el hecho Nicaragua, tan vivo en el congreso. Por los indios, negros y asiáticos que reclamaban su identidad y aportaban los dones de su espíritu, mártir y contemplativo. Por la confrontación de los teólogos con unas bases críticas. Por el clima de oración que vivimos en aquellos días. Y por el documento final que marca muy certeramente unas líneas mayores para la pastoral y para la espiritualidad de la liberación.

El Vaticano -más concretamente el cardenal Baggio- y el Celam no se dieron muy bien con el Congreso. El cardenal de Sao Paulo, Don Pablo Evaristo, asumió el congreso con libertad y dignidad.

El ecumenismo fue una vivencia fuerte en el CIET. Y creció en mí el deseo, la necesidad vital de urgir siempre el ecumenismo.

Me hice muchas anotaciones en el congreso. Darían para un libro. Pergeñé muchos poemas, al calor de tantos testimonios y de tantas clarividencias. Los voy a reunir en un manojo de cantares, confidencias y gritos de la flauta criolla”23.

A partir de ese momento, Don Pedro, en consonancia con una colegialidad que le hacía sentirse corresponsable del camino de toda la Iglesia, comenzó a consagrar cada año un tiempo de visita pastoral a las comunidades cristianas afectadas por la guerra en Nicaragua y en otros países de América Central.

El impacto de sus visitas a Nicaragua, las misas con las madres de hijos caídos en combate y que los sacerdotes opositores a la revolución se negaron a celebrar, el dolor de tanta sangre y lágrimas, llevaron a Pedro Casaldáliga a ayunar durante años y años, todos los viernes, hasta que la paz volvió a la región.

Su situación se complicó después de la rumorosa visita del Papa a Nicaragua y el conflicto entre éste y el pueblo en la multitudinaria misa celebrada en Managua. Se le instó a que fuera a Roma para su visita "ad limina" y a que suspendiera sus viajes a América Central.

Escribió a Juan Pablo II antes de su visita a Roma:

"Sé de su sufrimiento en su viaje a Nicaragua. Aún así, siento que es mi deber confiarle la impresión -que muchos comparten- de que sus consejeros y su actitud no han contribuido a hacer más feliz y sobre todo más evangelizador este viaje, extremadamente crítico y necesario por otra parte. Ha quedado una herida en el corazón de muchos nicaragüenses y de muchos latinoamericanos, como la que hay en su corazón.

El año pasado estuve en Nicaragua. Fue mi primera salida de Brasil, después de diecisiete años en este país. Por la amistad que tengo desde hace tiempo con muchos nicaragüenses, a través de contactos personales o por carta, sentí que debía hacerme presente, como persona humana y como obispo de la Iglesia, en una hora de gravísima agresión político-militar y de profundo sufrimiento interno.

No pretendía reemplazar al episcopado local, ni significar menos estima por él. Pensé, sin embargo, que podría e incluso debería ayudar a esa gente y a esa Iglesia. Así que escribí a los obispos de Nicaragua tan pronto como llegué allí. Traté de hablar personalmente con algunos de ellos, pero no fui recibido. La jerarquía nicaragüense está abiertamente en un lado; en el otro, hay miles de cristianos a los que la Iglesia también se debe.

Pienso sinceramente que nuestra Iglesia -me siento también Iglesia de Nicaragua, como cristiano y como obispo de la Iglesia- no está dando oficialmente, en ese país sufriente y con repercusiones negativas para toda Centroamérica, el Caribe y América Latina, el testimonio que debería dar: condenando la agresión, defendiendo la autodeterminación de esos pueblos, consolando a las madres de los caídos y celebrando, en la esperanza, la muerte violenta de tantos hermanos y hermanas, católicos en su mayoría”24.

Y con valiente consternación, el pequeño obispo del perdido interior de la Amazonía brasileña, siguió desafiando al Papa en aquellos duros años de guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, que se estaba convirtiendo en una guerra caliente en varios lugares del mundo, donde las dos superpotencias se oponían ideológica y militarmente, incluyendo la Polonia de Woityla y del Sindicato Solidaridad:

"¿Sólo con el socialismo y el sandinismo, la Iglesia no puede dialogar críticamente, sí, como debe hacerlo con la realidad humana? ¿Puede la Iglesia dejar de dialogar con la historia? Ha dialogado con el Imperio Romano, con el feudalismo, y ha estado dialogando repetidamente con la burguesía y con el capitalismo, a menudo sin crítica, como la evaluación histórica posterior llegó a reconocer. ¿No dialoga con la administración Reagan? ¿El imperio americano merece más consideración por parte de la Iglesia que el doloroso proceso con el que la pequeña Nicaragua pretende, finalmente, arriesgándose y hasta equivocándose, ser ella?

El peligro del comunismo no justifica nuestra omisión o nuestra connivencia con el capitalismo”25.

Los Diarios llevarán al lector a través de todas las luchas y sueños de más de tres décadas que han agitado de manera particular a Brasil y América Latina, a las comunidades de base y a las Iglesias y a tantos hombres y mujeres de buena voluntad, amantes de la justicia y de la paz, que encuentran en Pedro Casaldáliga un fiel compañero de sus preocupaciones y búsquedas.

Su corazón grande y generoso, abierto al vasto mundo, siempre ha permanecido anclado en las curvas del río Araguaia y en el humilde servicio humano y pastoral del pueblo pequeños y luchador de su prelatura, modelo de una iglesia de comunidades, de muchos ministerios no ordenados acogidos y alentados.

La Hoja da Prelatura, la Alvorada, así como las Circulares del Obispo Casaldáliga son siempre esperadas por aquellos y aquellas que, dentro y fuera del país, esperan una palabra segura en medio de las horas inciertas, una luz en medio de los acontecimientos contradictorios, un rayo de esperanza y aliento en los momentos de cansancio y desánimo.

¿Quién olvidará declaraciones tan lúcidas y claras como "Globalizar la solidaridad", "Caminar con esperanza militante", "Humanizar la humanidad".

Sobre Jesús, Natanael preguntó incrédulo: "¿Puede salir algo bueno de Nazaret?" (Jn 1:46).

Muchos estarían tentados de arriesgarse a la misma pregunta sobre San Félix de Araguaia y se sorprenderían al ver cuántas cosas buenas tuvieron allí su origen e inspiración o encontraron apoyo y aliento: desde las comunidades eclesiales de base hasta la teología de la liberación, desde la solidaridad continental hasta la Agenda Latinoamericana, desde la espiritualidad liberadora hasta la gran movilización de los 500 años; desde los movimientos de articulación de los pueblos indígenas hasta el movimiento afroamericano.

Gracias a Don Pedro Casaldáliga por haber registrado en las páginas de su diario, al igual que Don Helder Camara, en sus cartas a la Familia Mecejanense y Recifense26, su itinerario interior en constante diálogo con la vida y la historia de nuestros días. Deja que el Espíritu te guíe, deja que el Evangelio te inspire, no pecando ni por omisión ni por cobardía y poniendo siempre la justicia y la solidaridad con los pequeños como luces para tus pasos y para el camino de tantos que hemos aprendido a conocerle, a respetarle, a admirarle y a seguirle.

Que las palabras de Alceu Amoroso Lima, en el prefacio de su Antología Retirante y comparándole con José de Anchieta, sirvan de cierre a esta presentación:

"Y todos esos poemas tocados desde el fondo de una vida de total renuncia y sacrificio, en la que la Belleza nace del Amor y la Verdad, se nutren de la Fe en Dios y en la Libertad, como dice en un escrito a su Madre en la remota Cataluña:

Si me bautizas de nuevo, un día,

con el agua del hipo y la memoria,

con el fuego de la muerte y la gloria...

le dice a Dios y al mundo

que me pusiste

el nombre

de Pedro-Libertad''27.

1 CASALDÁLIGA, Dom Pedro, Antologia Retirante – Poemas. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1978, p. 170
2 Alabanzas y maldiciones del 3 de marzo en Santa Terezinha del Mato Grosso. Ibidem, p. 176
3 CASALDALIGA, Pedro, Una Iglesia em la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginalización social (10-10-1971). In SEDOC 4/955, nov. 1972.
4 Los principios que fundamentan la acción del CIMI son: - el respeto a la diferencia indígena en su pluralidad étnico-cultural e histórica y el valorar los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas;
- el protagonismo de los pueblos indígenas siendo el CIMI un aliado em las luchas por la garantía de los derechos históricos;
- la opción y el compromiso con la causa indígena dentro de una perspectiva más amplia de una sociedad democrática, justa, solidaria, pluriétnica y pluricultural. In “Quem somos?”, www.cimi.org.br.

5 La Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) nació en junio de 1975, durante el Encuentro de Pastoral de la Amazonía, convocado por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), realizado en Goiânia (GO). Inicialmente la CPT desarrolló junto a los trabajadores e trabajadoras de la tierra un servicio pastoral. En la definición de Ivo Poletto, que fue el primer secretario da entidad, "los verdaderos padres y madres de la CPT son los peones, los pequeños propietarios, los indios, los migrantes, las mujeres y hombres que luchan por su libertad y dignidad en una tierra libre de la dominación de la propiedad capitalista". “O nacimiento de la CPT” in <www.cptnac.com.br>

6 CASALDÁLIGA, Pedro, Na Procura do Reino. Antología de Textos: 1968-1988. São Paulo: FTD, 1988, pp. 251-252.
7 Cfr. CNBB, Comunicação Pastoral ao Povo de Deus. Documento 08 . São Paulo: Paulinas, 1976, p. 3
8 CASALDÁLIGA, Dom Pedro, Antologia Retirante – Poemas. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1978, p. 158.
9 Sobre este e otros murales de Cerezo pintados en las Iglesias de la Prelatura, vea, Cerezo BARREDO & Pedro CASALDÁLIGA, Murais da Libertação: na Prelazia de São Félix do Araguaia, MT, Brasil. São Paulo: Loyola, 2005.
10 Dorothy Stang, nacida en los Estados Unidos el 7 de junio de 1931 y asesinada el 12 de febrero de 2005, era religiosa de la Congregación Notre Dame de Namur y trabajaba en la CPT en el sur del Pará.
11 CASALDÁLIGA, Antologia Retirante, o.cit. p. 146.
12 CASALDÁLIGA, Pedro, Pedro TIERRA, Martin COPLAS. Fotos de Cláudia ANDUJAR. Missa da Terra sem Males. Rio de Janeiro: Tempo e Presença Editora e São Paulo: CEDI, 1980, p. 5.
13 Veja CASALDÁLIGA, Pedro, Orações da Caminhada. Campinas: Verus Editora, 2005.
14 Ibidem, p. 12
15 TIERRA, Pedro, A Missa da Resistência Indígena, in CASALDÁLIGA, o.cit. p. 21.
16 CASALDÁLIGA, Pedro, Memória e Compromisso, in CASALDÁLIGA, o.cit. p. 10
17 Ibidem, p. 11.
18 Apresentação in Missa dos Quilombos. Texto Pedro CASALDÁLIDA, Pedro, Pedro TIERRA, música, Milton NASCIMENTO. Disco Longplay Philips. São Paulo, 1982.
19 Apresentação, ibidem.
20 Carta da Congregação para os Sacramentos e o Culto Divino a D. Ivo Lorscheiter – Roma 2 de março de 1982, n. 1649/81” in COMUNICADO MENSAL DA CNBB, n. 354, março 1982, P. 265.
21 Ibidem, p. 258.
22 X – Louvação Mariana, in CASALDÁLIGA, Missa dos Quilombos, o.cit.
23 CASALDALIGA, Pedro, En rebelde fidelidad - diario de PEDRO CASALDALIGA 1977/1983. Desclée de Brouwer, p. 18.
24 CASALDÁLIDA, Pedro, A João Paulo II, in Cartas Marcadas. São Paulo: Paulus, 2005, pp. 18-19
25 Ibidem, p. 19.
26 Desde la apertura del Concilio Vaticano II por el Papa Juan XXIII el 11 de octubre de 1962, Monseñor Helder Camara, entonces arzobispo auxiliar de Río de Janeiro y secretario general de la CNBB, comenzó a escribir una carta circular cada noche a un grupo de auxiliares y amigos. Nombró al grupo "Familia San Joaquín" en honor al palacio arzobispal de Río de Janeiro y a la residencia del cardenal Jaime Câmara, donde funcionaba la sede de la CNBB desde su fundación en 1952. Más tarde, los destinatarios recibieron el nombre de "Família Mecejanense", tomado del barrio Mecejana de Fortaleza CE, donde nació Don Helder. Desde marzo de 1964, cuando fue nombrado arzobispo de Olinda y Recife, PE, tomó el nombre de "Familia Mecejanense - Recifense". El epistolario comenzó como "Circulares Conciliares" y continuó como "Circulares Interconciliares". Después del Concilio, las circulares siguieron escribiéndose, mientras duró la pastoral oficial del obispo Helder, es decir, hasta el día en que aceptó su dimisión de la sede episcopal de Olinda y Recife en 1985. De estas Circulares, cuatro volúmenes, que suman trece, ya han sido publicados por la CEPE (Compañía Editora de Pernambuco): Volumen I - Circulares Conciliares (Volumen I: 13/14 de octubre de 1962 a marzo de 1964; II: 12 de septiembre a 22/23 de noviembre de 1964: III: 10/11 de septiembre a 7/8 de diciembre de 1965); Volumen II - Circulares interconciliares (Libro I: 11/12 de abril de 1964 a 9/10 de septiembre de 1965; II: 23/24 de noviembre de 1964 a 17/18 de abril de 1965; III: 18-19 de abril a 31 de agosto/1º. septiembre de 1965); Volumen III - Circulares posconciliares (Libro I: 9/10 de diciembre de 1965 al 30/31 de mayo de 1966; II: 31 de mayo/1 de junio al 26/27 de diciembre de 1966; III: 31 de diciembre de 1966/1. de enero de 1967 al 29 de junio de 1967); Volumen IV - Circulares posconciliares (Volumen I: del 5/6 de agosto de 1967 al 13/14 de febrero de 1968; II: del 25/26 de febrero al 30 de diciembre de 1968; III: 31 de diciembre de 1968/1 de enero de 1969 al 4/5 de julio de 1969; IV: del 5/6 de julio de 1969 al 24/25 de enero de 1970).
27 ATHAYDE, Tristão, De Anchieta a Casaldáliga, in CASALDÁLIGA, Antologia Retirante, o.cit., pp. 11-12.

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