Es momento de “avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonía y liberarla de los males que la aquejan” “Querida Amazonía”: el sueño de Francisco para un mundo mejor

Abertura del Sínodo para la Amazonía
Abertura del Sínodo para la Amazonía

Los sueños del Papa Francisco nos conducen a diferentes dimensiones, que forman parte de la vida del ser humano: un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial

Francisco es un Papa que ha asumido el universo indígena como algo propio

El fin es contemplar y no sólo analizar, amar y no sólo utilizar, sentirse íntimamente unido y no sólo defender

Entre los grandes avances del documento está el reconocimiento de la fuerza y el don de las mujeres, destacando expresamente su importante papel en la asamblea sinodal, que han sostenido la vida de muchas comunidades y han transmitido la fe durante mucho tiempo

Asamblea Sinodal
En una entrevista publicada recientemente en Le Monde, Davi Kopenawa, el gran líder del pueblo yanomami, y una de las voces más influyentes entre los pueblos originarios de la Amazonía, decía que “los blancos están destruyendo la Amazonía porque no saben soñar”. Sin embrago, “Querida Amazonía” nos muestra que hay un blanco, que además viste de blanco, que sabe y quiere soñar, que quiere que el mundo y la Iglesia sueñen, que lo hagan desde su “Querida Amazonía”, por la que tanto se ha interesado desde el inicio de su pontificado.

Me atrevería a decir que Francisco es un Papa que ha asumido el universo indígena como algo propio. No olvidemos que en las cosmovisiones de los pueblos originarios los sueños son algo que determina la vida cotidiana. Para los indígenas soñar no es cosa de gente que vive en otro mundo y sí de quien trae a este mundo aquello que va marcando el discurrir de la vida.

Los sueños del Papa Francisco nos conducen a diferentes dimensiones, que forman parte de la vida del ser humano: un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial. Son sueños que recogen todo lo vivido en el proceso sinodal y que van a ayudar a tejer nuevas relaciones sociales, culturales, ecológicas y eclesiales, surgidas de la periferia y que han llegado al centro del debate y de la vida eclesial y social. El cuidado de la casa común se ha convertido en preocupación común, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y en eso el Papa Francisco ha sido un actor fundamental y decisivo.

Se trata de un documento que recoge y da valor a quien participó del proceso sinodal y al Documento Final de la asamblea, que el Papa Francisco invita a leer, y se entiende que a asumir. De entrada podemos decir que los sueños son una forma de contar a la Iglesia y a las personas de buena voluntad, el diagnóstico que se ha ido elaborando a lo largo de todo el proceso sinodal, algo en lo que siempre insistió, fijarse en los diagnósticos y no en las cositas.

El Papa Francisco con los indígenas del Sínodo

Sueño social

Su diagnóstico parte de lo común a todos, el sueño social, para llegar a lo específico, el sueño eclesial, pasando por el cultural y el ecológico. El sueño social, números 8 a 27, parte de que no se puede ignorar a los pueblos, amenazados por el robo de sus territorios, donde los gobiernos quieren imponer un modelo de desarrollo y domesticación para quienes han sido vistos como intrusos, usurpadores y un obstáculo. Por eso, no podemos permitir que nos anestesien la conciencia social y tiene que brotar una sana indignación. En ese compromiso, siguiendo el ejemplo de muchos misioneros, la Iglesia, partiendo del diálogo, se tiene que comprometer y escuchar los clamores de los pueblos amazónicos, muchas veces desencantados con tanta corrupción.

Sueño cultural

El sueño cultural, que ocupa los números 28 a 40, tiene como base la idea de ayudar a la Amazonía a que ella misma saque lo mejor de sí, algo en lo que tienen que tener un papel fundamental los jóvenes de la Amazonía, especialmente los indígenas, teniendo como base sus raíces culturales, que conduzcan a establecer relaciones interculturales. No podemos olvidarnos de quien sufre las mayores amenazas, un espacio donde es importante el aporte del mundo de la comunicación, también y especialmente desde el ámbito local, desde el mundo indígena.

Sueño ecológico

Los números 41 a 60 nos muestran el sueño ecológico del Papa Francisco, que parte de que el cuidado del ambiente tiene como base el cuidado que el Señor nos tiene. En eso tenemos que aprender con los indígenas, de su relación con lo que les rodea, de la importancia que el agua y los ríos tienen en la vida de los pueblos amazónicos, siendo conscientes que el modo en que se está tratando a la Amazonía nos conduce, aunque haya quien piensa que no pasa nada, al fin. La propuesta de cuidado que hace la exhortación viene de la articulación de los saberes ancestrales y los conocimientos técnicos contemporáneos, siempre escuchando el clamor de la Amazonía y sus pueblos, tal como Dios escuchó a su pueblo en Egipto. El fin es contemplar y no sólo analizar, amar y no sólo utilizar, sentirse íntimamente unido y no sólo defender.

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Sueño eclesial

El sueño eclesial ocupa la mayor parte de la exhortación, del número 61 al 110, y nace de la llamada a caminar con los pueblos de la Amazonía, con el objetivo de evangelizar desde el anuncio del kerigma. Esa labor tiene como base la inculturación, que recoge lo que encuentra en las culturas desde la escucha de la sabiduría ancestral, aprendiendo con formas de vida de los pueblos amazónicos, como es una feliz sobriedad, que ayude a superar el consumismo dominante. Esa inculturación nos lleva a reconocer la presencia de Dios en el río, en los árboles, en los peces, en el viento, algo tan propio de los pueblos originarios, insistiendo en su dimensión social y en una firme defensa de los derechos humanos.

Junto con eso, descubrir que se puede hacer realidad una santidad amazónica y, lanzando una andanada a los que se atribuyen en exclusiva la defensa de la sana doctrina, entender que lo sagrado se hace presente de diferentes modos, pues “es posible recoger de alguna manera un símbolo indígena sin calificarlo necesariamente de idolatría”. Por eso, el texto nos invita a una espiritualidad que tenga en cuenta las necesidades cotidianas, y una liturgia que recoja elementos propios de la experiencia de los indígenas.

Uno de los puntos que ha provocado mayor polémica a lo largo del proceso sinodal es el de la celebración de los sacramentos en las comunidades distantes, y en consecuencia la posible ordenación de ministros locales. El texto parte de que la presencia precaria de la Iglesia no puede dejarnos indiferentes y exige de la Iglesia una respuesta específica y valiente, que de momento no ha llegado, aunque afirma que “el modo de configurar la vida y el ejercicio del ministerio de los sacerdotes no es monolítico, y adquiere diversos matices en distintos lugares de la tierra”, lo que puede ser entendido como pie a discusiones futuras. Se aboga por una ministerialidad al servicio de una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía en todas las comunidades, que eviten la falta de Eucaristía y del sacramento del perdón. La solución, por ahora, promover las vocaciones sacerdotales y misioneras. También se insiste en que los diáconos permanentes deberían ser muchos más en la Amazonía.

Entre los grandes avances del documento está el reconocimiento de la fuerza y el don de las mujeres, destacando expresamente su importante papel en la asamblea sinodal, que han sostenido la vida de muchas comunidades y han transmitido la fe durante mucho tiempo, sin pensar que se puede reducir su status y participación por el hecho de no participar del Orden sagrado. Francisco llega a decir que sin las mujeres la Iglesia se derrumba y reafirma su papel central en una Iglesia sinodal, donde sus funciones y servicios deben aumentar y tener estabilidad, reconocimiento público y envío por parte del obispo. Desde ahí han de tener una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades.

Ahora nos queda seguir avanzando, haciendo realidad estos sueños, pues no olvidemos que de su concreción dependerán los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral, elementos tan presentes a lo largo de todo el proceso sinodal. No tengamos miedo de “avanzar en caminos concretos que permitan transformar la realidad de la Amazonía y liberarla de los males que la aquejan”. Es el sueño de Francisco para un mundo mejor. Pero no olvidemos que si es el de todos, avanzaremos más rápido en esos nuevos caminos.

Amazonía, fuente de Vida

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