Vocaciones Nativas: Semillas para el Futuro

La Jornada de las Vocaciones Nativas, que este año tiene como lema "Misioneros por Vocación", es un buen momento para reflexionar sobre uno de los aspectos fundamentales da la vida misionera como presbítero, que es la búsqueda de continuidad para el trabajo evangelizador. Soy consciente de que mi vida como misionero es consecuencia de un envío eclesial, que estoy aquí para continuar un trabajo que no empezó conmigo y que no puede acabar cuando sea enviado a otro lugar.

La diócesis de Ruy Barbosa, donde soy misionero desde hace casi ocho años, nació en 1959 y siempre estuvo marcada por la presencia misionera de sacerdotes que vinieron de fuera, sobre todo de Europa. De hecho cuando llegué en 2006 eran sólo dos los sacerdotes incardinados. En estos últimos años han sido ordenados otros cinco y el próximo mes el presbiterio se incrementará con un nuevo representante.

Uno de los nuevos padres es Erivaldo Gomes de Almeida, a quien acompañé en su formación pastoral una vez finalizados los estudios teológicos y en sus primeros pasos como sacerdote. Él señala que cuando comenzó su vida en su comunidad de origen, los sacerdotes eran misioneros venidos de otros lugares, a quienes admiraba por la valentía de dejar familia, amigos, cultura y partir para tierras distantes, destacando en ellos su participación en las cuestiones sociales.

Con el paso del tiempo sintió la llamada de Dios a ser sacerdote, pero al principio se resistió, pues veía que los sacerdotes que conocía eran todos de otras culturas, lo que le llevaba a pensar que ser padre era algo propio de extranjeros y no de alguien que vivía en una pequeña comunidad rural. Pero la inquietud vocacional continuaba, con lo que se lo comunicó a los misioneros, que le ayudaron a continuar profundizando en su vocación. Este trabajo vocacional y el cuidado y acompañamiento de quien se está formando o comenzando su vida presbiteral es uno de los elementos que deben estar más presentes en la vida de todo misionero.

De hecho, señala cómo en sus años de formación siempre estuvieron presentes los misioneros, que le ayudaron a entender la universalidad de la Iglesia, a envolverse en los proyectos sociales que buscan la promoción humana para todos, a luchar contra las injusticias, a ponerse a disposición de la Iglesia para la misión, a abrirse a la realidad de los que le rodean. Dice que los misioneros son una referencia en la diócesis de Ruy Barbosa, no siempre por sus palabras (la gente muchas veces no entiende la forma de expresarse de los padres extranjeros), y sí por su testimonio de vida que siempre habla más alto que las palabras.

Preguntado por cuáles son los desafíos para el clero nativo, este joven padre señala en primer lugar la crisis de vocaciones, que unido a la disminución del número de misioneros le lleva a preguntarse cómo atender a tantas comunidades, cómo sentir el olor de las ovejas si prácticamente vive dentro de un coche, yendo de comunidad en comunidad para celebrar la Eucaristía (él acompaña unas 60 comunidades, en dos parroquias, esparcidas en casi tres mil kilómetros cuadrados, con distancias inmensas y caminos muchas veces inaccesibles), cómo hacer un trabajo pastoral a fondo si no hay tiempo para eso. Esto acaba provocándole cierta angustia, pues le gustaría ser más próximo, visitar más a la gente, ayudar más…

Por eso dice que es necesario establecer prioridades, colocando como una de ellas la preparación de los laicos que lideran las comunidades y que de hecho son la principal presencia eclesial en la vida del día a día de la gente.

Otro desafío es la sustentación de las comunidades, parroquias, diócesis…, pues generalmente junto con el misionero viene la ayuda económica. ¿Cómo mantener la vida eclesial cuando los recursos locales muchas veces son insuficientes?

También se pregunta cómo ser padre en una sociedad, todavía cimentada en estructuras arcaicas, donde hay gente que manda y desmanda en todo, que no respeta los derechos de la población y confunde lo público con lo privado, donde la corrupción forma parte del día a día. ¿Cómo ser profeta delante de situaciones concretas de falta de respeto a los derechos fundamentales del ser humano?

Por último señala el propio ambiente eclesial, muy mediatizado en Brasil por los medios de comunicación católicos que predican una religiosidad que no tiene en cuenta la realidad en que la gente vive. En su opinión, hay una corriente religiosa que busca adormecer a la gente frente a los sufrimientos, colocando todo en las manos de Dios, que tiene poder para resolver los problemas. De esta forma, quien tiene la valentía de luchar por la justicia y denunciar el sistema corrupto no siempre es comprendido por la propia comunidad eclesial.

El testimonio de este padre, ordenado hace poco más de dos años, que forma parte del clero nativo de la diócesis de Ruy Barbosa, nos lleva a preguntarnos sobre el futuro de estas iglesias nuevas. Puedo decir que estos padres jóvenes son gente que muchas veces se desvive para hacerse presente y responder a los múltiples desafíos que como presbíteros deben enfrentar. Esperemos que estas vocaciones nativas sean semillas que den frutos abundantes y ayuden a la gente a sentir la misericordia de Dios.
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