Dime con quién andas y te diré quién eres

Andar
En todo debe existir la templanza, que claro está no se refiere sólo al comer y beber. Se repite muchas veces que el vino alegra el corazón del hombre. En el evangelio vemos que María, la madre de Jesús, se preocupa porque se ha terminado el vino en las bodas de Caná. También San Pablo recomienda a Tito que no beba agua sola sino que le ponga un poco de vino.

Beber con moderación es bueno lo que no puede ser nunca bueno es beber en exceso. Este es el problema de muchos jóvenes de hoy con el dichoso botellón: Beber sin medida. Luego los ves tirados en cualquier rincón de la calle. ¡Qué tristeza! Como arruinan su juventud.

En algunos colegios se han visto, ya no jóvenes sino niños de 12 y 13 años que ya están enganchados a la bebida y lo triste del caso es que sus padres no se han enterado. ¿Cómo es posible que no lo hayan percibido?

Es cierto que muchos padres llegan al hogar tarde del trabajo y los hijos están muchas horas solos sin control alguno. Este es un gran problema de nuestra sociedad. Los padres tienen que preocuparse con quien están sus hijos cuando ellos están ausentes para que no tengan que llegar a estos extremos que serán siempre muy difíciles de enderezar.

Es importante también que los padres se preocupen de las amistades que tienen sus hijos. Es aquello de dime con quién andas y te diré quién eres. No es fácil ser padres. Es una ardua tarea. Pidamos por los padres para que el Señor los ilumine a encaminar bien a sus hijos. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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