Morir en paz, morir de frío

Frío
La última oración de la noche, antes de ir a descansar, que rezan los sacerdotes, los religiosos y también todo cristiano que lo desee, son las completas.

Es una oración compuesta de himno, uno o dos salmos, una corta lectura de la Palabra de Dios, un cántico y concluye con una oración. Este cántico es de Simeón, hombre justo que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo le había hecho saber que no moriría sin ver el Mesías que el Señor tenía que enviar. El anciano Simeón guiado por el Espíritu fue al templo; al entrar sus padres de Jesús en el mismo, tomó en brazos al Niño y dijo: “Ahora Señor puedes dejar a tu siervo morir en paz porque mis ojos han visto a tu Salvador” (Cfr. Lc 2, 25-31). Simeón, hombre justo podía morir en paz, sus ojos habían alcanzado tener entre sus brazos al Mesías. La muerte no podía tener la última palabra. En la eternidad vería siempre al Salvador.

Estos últimos días en que mueren tantas personas por el frío siberiano que azota Europa, me digo: “Señor, yo puedo acostarme en una cama, bien arropada, ¿y en la calle, los sin techo, que mueren de frío, pueden morir en paz?Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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