Santa María, Madre de Dios

Cada vez que María oía llamarse madre por Jesús, debía sentirse turbada pues ella sabía que su hijo era “Hijo del Altísimo, el Hijo de Dios” (Lc 1, 32 y 35). “Madre de mi Señor”, le había dicho su prima Elizabet (1,45). Ella que se nombraba la esclava del Señor, título excelso de madre de su Señor, del propio creador y salvador, debió de exigirle un profundizar en el misterio debió sentir al mismo tiempo un enorme compromiso y una gran responsabilidad (Entresacado de un comentario de Alexandre Olivar).
Esta solemnidad de Santa María Madre de Dios, es la fiesta más grande de todas las fiestas de la Santísima Virgen pues de ser madre de Dios le vienen todos los privilegios.
El concilio de Éfeso celebrado en el año 431 condenó a Nestorio que negaba la maternidad divina de María, la Teotokos y desde aquella época todos los cristianos invocamos a María Madre de Dios.
Ya en vida de Jesús, María había sido alabada por el pueblo: “Dichosas las entrañas que te llevaron y los pechos que te amamantaron” (Lc 11,27). A este piropo a Jesús él respondió: “más felices los que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,28). Jesús no minimiza el papel de su madre, ella como nadie escuchó y guardó la Palabra, pero ensancha el círculo a todos los que como ella saben escuchar y guardar su Palabra.
Celebremos con gozo esta solemnidad de Santa María y considerémonos dichosos de tenerla por madre y señora. Santa María madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.Texto: Hna. María Nuria Gaza.