Ser amada por Dios

La experiencia de saberme amada por Dios es la más maravillosa de mi vida…, y lo más genial es que cuanto más años hecho a mi espalda más se fortalece este sentimiento.

En mis años jóvenes, esta experiencia se fue clarificando de forma paulatina, hasta que se convirtió en una luz que inundaba de alegría mi vida. Entonces, no pude hacer otra cosa que seguir a este Ser que me envolvía día, noche… y que todo lo que vivía, hacía o veía no tenía razón de ser sino lo refería a Él.



Si salía y me divertía con gente de mi edad lo pasaba bien pero veía que esto no llenaba mi vida interiormente Alguien me decía: “Éste no es tu camino”. Salía de excursión, escalaba montañas, paseaba por los verdes prados y los sonoros ríos, por las aguas cristalinas de los lagos, contemplaba las estrellas brillantes del firmamento y todo ello me llevaba al Hacedor de toda belleza.

Empezó en mi interior un fuerte forcejeo. O Dejar todo lo bueno que me ofrecía el mundo (formar una familia, viajar, disfrutar de la vida) o seguir aquella voz imperiosa que me decía: “Ven y sígueme”. Por fin esta voz interior venció porque comprendí que mi felicidad estaba en seguirla, dejar el resto, que todo y siendo bueno, no era mi camino.

En el transcurso de los años esta experiencia de sentirse amada por Dios ha ido creciendo, y mis fallos y debilidades han ido fortaleciendo esta seguridad de un Dios que es Padre, que me ama, que está a mi lado aún cuando paso por cañadas oscuras, (Salmo 22), me da seguridad en mis horas bajas y que como dice el profeta Isaías en su capítulo 49, “¿acaso olvida una mujer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no me olvidaré. Fíjate, te llevo tatuada en las palmas de mi manos”.

Me gustaría que muchos pudieran saborear esta experiencia del amor de Dios. No importa la situación en que se encuentran en este momento, tanto si están visitados por el dolor, la tristeza, la enfermedad, el desconcierto o se encuentran en un momento de felicidad plena, Dios esta ahí viviendo sus horas duras o sus momentos de alegría. Su vida vivida junto a un Dios que es Padre tendrá otro colorido y otro sabor.

Yo oro para que muchos puedan tener mi experiencia de saberse amados por Dios. Texto: Hna. Maria Núria Gaza. Foto: Hna. Gemma Morató.
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