El banquete

En las páginas de la Biblia encontramos pocos detalles de cómo es el paraíso, cuando lo hace, nos lo presenta como un banquete. Isaías en su capítulo 25 leemos: “El Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con ricos manjares y vinos añejos, con deliciosas comidas y los más puros vinos añejos” (6).El salmo 22 hace referencia a que el Señor prepara una mesa para los que confían en él (cfr. v.5).

En los evangelios se narran con frecuencia banquetes y Jesús pone el ejemplo de banquetes en sus parábolas: La del hijo pródigo o mejor dicho del padre pródigo, que cuando regresa el hijo que malbarató la parte de la herencia que le correspondía y retorna muerto de hambre a la casa paterna. El padre celebra la recuperación del hijo menor con un banquete; el rey que prepara un banquete para celebrar la boda de su hijo y manda buscar a los invitados que no corresponden a la invitación.Palestina tierra en general árida, en que lo básico en las comidas de las casas humildes era el pan, el vino y el aceite. Oír hablar de un banquete con abundantes manjares era algo excepcional.

Jesús, quiso celebrar la última cena pascual con sus discípulos, antes de morir, en una sala bien adornada puesto que no era una cena cualquiera para los judíos Quiso celebrarla en una sala adornada con cojines, nos narra San Marcos. En ella iba a celebrarse el don más preciado que tenemos los cristianos: entregó su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y vino. Era un momento muy solemne y él quiso que se realizara en un lugar que realzara el momento.
Cuando vamos a recibir la Eucaristía, ¿qué buscamos, el consuelo o la fortaleza para continuar sin desfallecer nuestro camino que nos conducirá al encuentro con su Padre y nuestro Padre? Allí descubriremos el qué de este banquete. Texto: Hna. M. Núria Gaza.
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