El arzobispo de Colombo elogia la herencia recibida de esta tradición El cardenal Ranjith, partidario de que la nueva Constitución de Sri Lanka siga primando al budismo
(Cameron Doody).- En medio del debate sobre una nueva constitución en Sri Lanka, el cardenal arzobispo de Colombo, Malcolm Ranjith, ha promovido la controversia entre católicos y otros sectores de la sociedad, al sugerir que, en la nueva Carta Magna, el budismo debe seguir gozando de la primacía que legal e históricamente se le ha otorgado en el país.
Hablando a finales del mes pasado en una ceremonia de toma de posesión de un importante cargo del budismo srilanqués, el cardenal Ranjith, según recogió el diario The Daily Mirror, dijo que la preeminencia del país depende del budismo -el cual le trae a la gente confort y alivio mental y espiritual- y que no debería haber ninguna decisión de cambiar su primacía asegurada en la Constitución, ya que Sri Lanka es una nación que ha sido nutrida en su historia y cultura por esta tradición.
El purpurado fue contestado casi de inmediato por un grupo de católicos que, en un comunicado, aseguraron que las declaraciones de Ranjith -el actual presidente de la Conferencia Episcopal- son una "opinión personal" no representativa del parecer del resto de los feligreses del país. "Es nuestro sentir", señalaron el grupo de 99 católicos prominentes que se han opuesto al cardenal Ranjith, "que Sri Lanka debería ser un Estado secular que reconoce, promueve y protege los derechos humanos universalmente reconocidos".
El nuevo proceso constituyente en Sri Lanka ha sido puesto en marcha por el nuevo gobierno del país con el deseo de que se concrete una reconciliación que ponga fin a las tensiones interraciales que ha experimentado en las últimas décadas, de las cuales la Guerra Civil del 1983 al 2009 ha sido la máxima expresión.
Aunque la derrota del grupo separatista de los Tigres de Liberación de Eelam Tamil en el 2009 supuso el fin de las hostilidades, la comunidad tamil de Sri Lanka -que constituye alrededor de un 11% de la población del país- sigue sintiéndose marginada en una sociedad compuesta por una mayoría, en un 75%, de etnia cingalesa.

Lo que se encuentra detrás, por tanto, de la nueva controversia que el cardenal Ranjith ha suscitado con sus declaraciones sobre el carácter especial del budismo en Sri Lanka es un delicado ejercicio de memoria histórica, pero no solo de la Guerra Civil que se seguía librando hace relativamente pocos años, sino también de la época colonialista.
Como reconoce el grupo católico que reclama que Sri Lanka sea un Estado laico, el cardenal Ranjith -en su discurso en el templo budista de Colombo- llegó a afirmar que él no reconoce ni siquiera el concepto de Estado secular, y que los derechos humanos son una idea de Occidente que puede destruir el legado cultural del país.
En cambio, estos católicos que se han posicionado a favor de la laicidad del Estado opinan que "los derechos humanos son universales y captan las doctrinas del cristianismo, y de otras tradiciones religiosas y espirituales, sobre la dignidad humana, la igualdad [y] el valor de la vida".
Pero el problema, como ha reconocido la columnista y crítica srilanquesa Shenali Waduge en una tribuna en internet esta semana, es que una posible imposición en Sri Lanka de los principios del secularismo y multicultarismo -indudablemente promovida por Occidente- suena a otra "conquista" para los cingaleses, muy parecida a la plasmada en la llamada Convención Kandyana, por la que las fuerzas británicas, en 1815, se hicieron con la isla y acabaron con más de 2.350 años de independencia de este pueblo.
¿Reconciliación, así pues, o el recuerdo y conservación de la "identidad nacional"? ¿"Multiculturalismo" o realismo demográfico? Esa es la tesitura en la que se encuentran los católicos de Sri Lanka, más allá de las palabras del cardenal Ranjith.
