SOROLLA en el PRADO. ¡Aún dicen que el pescado es caro!




Nos encontramos a dos fechas del Día del Medio Ambiente. Parece necesario que el ser humano se alimente del fruto de los mares. Otra cosa es la depredación, el esquilme. Pero el océano se cobra tributo de tarde en tarde, y acontece alguna desgracia.

Realiza Sorolla, en 1894, para la Exposición Nacional del año siguiente, un magnífico cuadro, el más famoso de los realizados en aquella época, sobre todo por su declarado mensaje de crítica social. Fue premiado en el concurso y adquirido inmediatamente después por el Estado.



"¡AÚN DICEN QUE EL PESCADO ES CARO!"




En el suceso que presenciamos, el herido es atendido por compañeros con semblante concentrado, serio. Del cuello de la víctima pende una medalla, probablemente con la imagen protectora de la Virgen del Carmen. Uno de los pescadores aplica en la herida una compresa.

Observad a la izquierda un plateado manto de peces. Por ahí desciende luz del exterior a una bodega en penumbra, extraordinaria ambientación lumínica. Describe con emoción José Luis Díez la dramática escena:

"En efecto, lo primero que despierta la emoción del espectador es la entereza callada y contenida de los viejos hombres de mar cuidando el frágil y desvalido cuerpo del muchacho herido, interpretado casi con la solemnidad dramática de una "piedad" profana, envuelta en una gravedad noble y viril que sólo Sorolla supo calar en el alma de los pescadores de su tierra."



HASTA HERIRNOS DE PRONTO EN NUESTRA CASA

Somos uno con todos los seres vivos de la Creación, hermanitos nuestros, y les debemos amor y reverencia. Leopoldo de Luis, en La repercusión, establece vínculos afectivos, experienciales, con los sucesos, trágicos o amorosos, que acontecen en el planeta tierra.

LA REPERCUSIÓN

En las costas australes ha sonado
un pequeño estampido. El hielo rompe
sus estatuas y corre un breve arroyo
de agua o sangre en la noche. Yo lo siento
porque mi cuarto un poco se ha inundado.

En las alturas de Asia muere un pájaro
contra la libertad del horizonte
herido por los rastros de metralla
que recorre la guerra. Lo percibo
porque una pluma cae sobre mi mesa.

Llora por las planicies africanas
un niño abandonado con el vientre
hinchado por el hambre que devora
su menuda armazón. Yo me doy cuenta
porque lágrimas mojan mis papeles.

En alguna ciudad de Norteamérica
un aullido final se ha levantado
desde la silla eléctrica que abraza
a un negro y su condena. Yo lo aprecio
por una sacudida de mi lámpara.

Nada se mueve nunca, ni la hoja
de un árbol sin la expresa voluntad
del cosmos conmovido y simultáneo
y se prolonga en sucesivas ondas
hasta herirnos de pronto en nuestra casa.


Podéis ver este cuadro con cierta calidad, pulsando aquí.





CONCLUYE EN HUELVA LA SERIE "VISIÓN DE ESPAÑA"

Ayamonte, en la desembocadura del Guadiana, junto con Isla Cristina, son dos poblaciones onubenses especializadas en la pesca del atún, del atún rojo mediterráneo. Descienden, al final de la primavera, de las frías aguas del Atlántico Norte hacia la temperatura templada del Mediterráneo , y allí desovan. Debilitados, les esperan en setiembre, a la salida del Estrecho, pesqueros de bajura que, con las centenarias artes de la almadraba (redes fijas que forman corrales mediante tabiques transversales) y el arpón de acero, dan cuenta de tan vigorosos y desprevenidos viajeros.

Con esta impresionante estampa de "La pesca del atún", de cuatro metros de envergadura, remata Sorolla,"con la ayuda de Dios", su "Visión de España". Aunque trabaja tan agotado que llega a desahogarse epistolarmente con su esposa, confesandola no tener sino "cansancio, vejez y tristeza".


"AYAMONTE. LA PESCA DEL ATÚN"



Impresiona la luminosidad de la escena. El estuario del Guadiana rebrilla a contraluz. Y, a pesar de la presencia en primerísimo término de atunes desangrados y arpones en movimiento, hay alegría y color en el ambiente. Hasta se divisa un animado grupo en torno a un acordeón.

Sergio, biznieto de pescador atunero, en emocionado artículo (pulsar), ha escrito en su blog:

"Hoy, desde Nueva York, a menos de un par de millas de la biblioteca en la que se encuentra el cuadro de mi bisabuelo, he leído que el atún rojo está en peligro de extinción. El artículo habla de una pesca despiadada apoyada por helicópteros, de subastas del pescado del estrecho en lonjas de Japón, de la voracidad de comensales que se abalanzan sobre el atún crudo en los restaurantes de Tokio."


"EL MARINERO QUE ESTÁ EN EL EXTREMO, MIRANDO AL PINTOR, ES MI PADRE"

No es infrecuente que familiares y amigos de gente anónima retratada por Sorolla (dibujaba del natural) reconozcan, al ver una exposición del pintor, al ser querido, padre, abuelo, bisabuelo... Un sólo ejemplo acerca de este cuadro.

A la derecha de la escena, se observan tres marineros con blanco uniforme (aunque matizado de amarillos y azules aguamarina). El de la derecha, con gafas y un cigarro en la boca, protagonista de esta pequeña historia, es Francisco Hernández que en aquel momento estaba haciendo el servicio militar en el buque de guerra "El Delfín", dibujado detrás de ellos.

En la reciente exposición de la obra de Sorolla en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, se acercó a visitar el cuadro de Ayamonte Casimiro, de 65 años, hijo del marinero. Comenta:

"Entré en la sala y el primer cuadro con el que me encontré fue el de "La pesca del atún". Tal como está dispuesta la pintura, parece que mi padre mira hacia todos los que entran por la puerta. Parecía que me hablaba y es que Sorolla supo captar su expresión y sus gestos".


Más adelante refiere:

"Mi padre estaba haciendo el servicio militar y estaba destinado en el buque de guerra "El Delfín", y guardaban la costa, de Huelva a Ayamonte y a Sanlúcar de Guadiana. Un día desembarcaron en Ayamonte y Sorolla le preguntó si quería posar para un cuadro. Mi padre pidió permiso al comandante y este no le puso impedimentos... Recuerdo que mi padre decía que le daba 13 pesetas de la época y un paquete de tabaco al día..."


Murió el padre hace 24 años y sólo pudo ver el resultado del cuadro en una reproducción que se conserva en azulejo cerámico en una plaza de Ayamonte.

Podéis ver este cuadro con cierta calidad, pulsando aquí.




PESCADOR, ¡NO PESCAS NADA...!

Me vais a permitir, por el poquito espacio que me queda, que cierre post con una pequeña broma, un poemita de Ángel Lázaro, que ojalá pesque también en nosotros una ligera sonrisa...


PESCADOR

-Pescador, no pescas nada...

-Me gusta mirar el agua...

-¡Pescador, yo no sabía...!

(¡Dos horas mirando al hijo
por pescar una sonrisa...!)

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