Malanje, la nueva provincia eclesiástica de Angola, los efectos de un buen pastoreo.

El Obispo de Malanje, provincia y diócesis angoleña, el alavés Luis María Pérez de Onraita, hacía público el 12 de abril, coincidiendo con su 78 cumpleaños, la decisión del Papa Benedicto XVI de crear la provincia eclesiástica de Malanje y nombrar a Onraita arzobispo de la misma. La diócesis de Malanje, desde hoy sede metropolitana y creada en 1957, tiene una superficie de algo más de cien mil kilómetros cuadrados y más de un millón de habitantes, de los que la mitad son católicos. Cuenta con diez parroquias, 49 sacerdotes, 120 religiosas y 30 seminaristas. De la nueva archidiócesis dependerán las diócesis de Uije y Ndalatando.

(la noticia, el comentario y una entrevista recuperada de 2004)

El obispo de Malanje comunicó muy de mañana la noticia a su familia y amigos en Álava, su tierra natal, y entre ellos a quien fue su compañero en una de las primeras expediciones de los misioneros vascos a Angola, Honorio Ruiz de Arcaute.
Luis María Pérez de Onraita nació en Gauna (Álava) en 1933, fue ordenado sacerdote en 1957 y partió como misionero a Angola. Fue párroco en Luanda y en 1995 fue nombrado obispo coadjutor de Malanje, y en 1998 obispo titular. En la Conferencia Episcopal de Angola y Santo Tomé, fue presidente de la comisión para la salud. Otro misionero, Carlos, hermano de Luis Mari, continua como misionero vinculado a las Misiones Diocesanas Vascas y a la parroquia que se atiende en la capital, Luanda.
Si bien monseñor Onraita comunicó al Vaticano hace 3 años haber alcanzado la edad de los 75 años, su buen estado de salud y la inmensa labor realizada en los 16 años que lleva como obispo al frente de Malanje parecen garantizar un retraso en el relevo de la diócesis angoleña, que desde el día 12 de abril es cabeza de la nueva provincia eclesiástica


Angola, todos los misioneros que pasan por allí lo dicen, es un país de enormes contrastes. Es muy rico tanto por las posibilidades del cultivo de la tierra, como por los yacimientos de diamantes y metales preciosos, como por las gigantescas bolsas de petróleo; y, a pesar de todo y también por la avaricia que suscitan todas estas inmensas riquezas, es un pueblo terriblemente empobrecido. Muchos de los recursos disponibles se malgastaron en la guerra civil, la más larga del continente Africano (1975-2002) tanto por el gobierno del MPLA, como por la UNITA y el FNLA, la gente ha pasado literalmente hambre y carece de lo más elemental, víctima de la guerra (medio millón de muertos, más de cien mil mutilados por las minas anti persona, muchas de ellas todavía esparcidas por los campos siguen explotando) y de los desplazamientos (cuatro millones de refugiados, más de la cuarta parte de la población del país que se vio desplazada a los suburbios de la capital, Luanda).

Las necesidades de alimentos, agua, vivienda, vestidos, higiene, salud, educación... siguen siendo un clamor que sube hasta el cielo. Y en medio de esta situación caótica, han estado y siguen estando los misioneros, y algunos como Luis María Pérez de Onraita han llegado a ser parte de ese pueblo, son un africano, un angoleño más.
Monseñor Onraita conserva en una vitrina del obispado los restos de una bomba que causó grandes destrozos en el edificio y providencialmente no lo mató ni a él ni a otras personas que se encontraban a su lado.


Malanje fue una de las primeras misiones que abrieron los misioneros vascos en su gesta de ser la primera diócesis en asumir territorios de misión. En 1958 el primer grupo de sacerdotes vascos inició la misión en Cuale, a unos 200 kilómetros de Malanje, y poco después se trasladarían a Malanje. Diez años antes, en 1948, se hacían cargo de la misión de Los Ríos en Ecuador. Las iglesias, colegios, centros sociales... testifican una amplia y eficaz actuación pastoral.

Uno de los proyectos estrella del, ya arzobispo de Malanje, es el Seminario.
Existe actualmente un considerable despertar de vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada. Otro ejemplo son las religiosas clarisas de Astudillo (Palencia) quienes fundaron hace años en Malanje y posteriormente en Luanda y en la actualidad son dos comunidades florecientes.



Non Solum Sed Etiam …

Noticias de este tipo son las que le hacen a uno decir, “yo conozco a esa gran persona, a ese buen obispo”. Y es que conocer a Luis Mari es un privilegio, es un regalo. Este misionero, de los pies a la cabeza, fue puesto por Juan Pablo II al frente de “su” diócesis en 1995; ha convivido con “su” gente la guerra y la postguerra, ha procurado atender las necesidades espirituales y materiales de “su” pueblo con el mismo celo apostólico. Sin dejar de ser en ningún momento un vasco nacido en Gauna (Álava) ha sabido hacerse “negro” con los negros.
Y, cuando muchos piensan en jubilarse, a Luis Mari, y a “su” gente, los premian con más responsabilidades y trabajo.
No tengo datos pero creo que no es descabellado apuntar que la decisión del Vaticano no responde solo a una cuestión administrativa, sino más bien a una trayectoria de buen hacer pastoral.
Zorionak Malanje.

Recupero en este Blog una entrevista que realicé a Luis Mari en septiembre de 2004.
Entrevista a Monseñor D. Luis María Pérez de Onraita, obispo de Malange (Angola)

Mons. D. Luis María Perez de Onraita, natural de Gauna (Alava) es obispo de la Diócesis de Malange (Angola) y se encuentra en España por motivos familiares. La labor de este alavés ha sido reconocida en diversas ocasiones, así ha recibido diversos reconocimientos públicos y ha prestado su persona para campañas solidarias de organizaciones como Manos Unidas.
Este miércoles regresa a Malange para continuar su labor misionera, evangélica y social.
Aprovechamos su estancia para hacerle la siguiente entrevista.

¿Cuántos años en Angola?

Llegué a Angola el año 59 de aquel siglo, y desde entonces, salvo el tiempo que estuve en Roma estudiando y poco más, todo el tiempo en Angola.
De obispo llevo ocho años, pero eso forma parte de una nueva etapa misionera, es una continuación de mi vida misionera y de la dedicación a la Iglesia en Angola. Es muy bonito y seguiré en esta dedicación hasta que me llegue la edad de los 75 años cuando me tocará redactar una carta al Papa en la que le diga: ¡Vasta ¡ he llegado al límite de edad y pido la dimisión para que otro ocupe el lugar. Pero eso será dentro de tres años más o menos. Mientras tanto seguiré con toda la dedicación y cariño en ese esfuerzo de cuando era joven y tenía 26 años.


¿Ha pensado si seguirá en Angola tras su renuncia?

Lo he pensado, pero no tengo ninguna solución, porque por una parte dejar Angola no me parece viable, creo que tengo que vivir para Angola hasta el final. Y por otra parte quedarte en el lugar donde has estado como obispo es un disparate porque no conviene frenar o complicar la vida del sucesor. No sé lo que voy a hacer.

¿Cuál es la situación de Angola tras dos años y medio desde que se firmó la paz?

Es una situación de paz y tranquilidad. Es como un milagro, algo maravilloso. Hemos sufrido durante tantos años, ansiado la libertad y la reconciliación nacional, y por fín ha llegado después de la muerte de Sabimbi. A los 40 días de su muerte los militares de ambos bandos se pusieron de acuerdo y el Gobierno lo aceptó inmediatamente. El Gobierno dijo: “Aquí no hay mas que angoleños. A partir de ahora todos somos angoleños y vamos a reconstruir el país. No hay ni vencedores ni vencidos.” Es maravilloso por parte del Gobierno. Por otro lado los de la guerrilla dijeron: pedimos perdón por lo que hemos hecho sufrir al pueblo. Y en esa base se hizo los pactos de paz. En la medida que los puentes y los caminos dejan pasar andamos tranquilamente por todo el país, es una cosa maravillosa. También hay que decir que la guerra deja heridas, los corazones, la sensibilidad, las mentes quedan heridas y hay algunos con ganas de revancha quizá porque mataron a sus familiares. Pero de un modo general hay paz.

¿Cuál está siendo el papel de la Iglesia en esta nueva realidad?

Nuestro trabajo de Iglesia es lo que llamamos la reconciliación nacional. Antes decíamos al Gobierno y a la guerrilla, hay que hacer la reconciliación nacional, la guerra no resuelve nada. No nos hacían caso. Ahora el mismo gobierno nos pide que lo que la Iglesia tiene que hacer es pacificar los espíritus, tranquilizar las conciencias, olvidar las cosas, pedir perdón y fomentar una verdadera reconciliación entre todos. Continuamente nos lo están diciendo, en privado y en público, y lo mismo los del gobierno que los de la UNITA. La paz no solo es el silencio de las armas, hay que pacificar los corazones. Y ahí estamos en ese trabajo.

Las instituciones que velan por el acuerdo internacional que se llevó a cabo para la desactivación de las minas anti-persona han ofrecido recientemente datos esperanzadores sobre el trabajo que se está llevando a cabo. ¿Cuál es la situación real en Angola respecto a este tema?

Tanto el gobierno como la guerrilla sembraron el país de este tipo de minas, y ninguno cumplió las normas internacionales de tener un mapa de la colocación de estas minas. Por lo tanto ni unos ni otros saben dónde están. Así que se descubren a medida que las brigadas de desactivación las hacen saltar o a medida que las personas van cayendo, o también los animales o los coches. ¿Cuántas minas quedan en Angola? No se sabe, se hacen estimaciones de cinco mil, ocho mil, millones claro! En una de las misiones, una organización, Amigos de Noruega, me lo han desminado, pero en otra estoy esperando todavía que lo hagan. Y no se puede recuperar la misión hasta que este trabajo se haga. Y fruto de las minas son los mutilados, Angola tiene ochenta mil mas o menos. Todos los sábados a las diez y media en punto tengo más de cien mutilados de guerra esperando una pequeña ayuda económica, poca cosa les doy, pero es una ayuda que aunque yo no esté siempre hay una persona que les atienda por que generalmente son unos pobres desgraciados abandonados de sus familias y del gobierno y de la sociedad.

Entre los proyectos que usted ha llevado a cabo en su diócesis ¿quizá el del Seminario sea su proyecto estrella?

Sí, no hay duda de que el seminario es lo más importante. El Seminario lo incautó el Gobierno y lo destruyó en gran medida. No consiguió romperlo porque era fuerte, tenía unas buenas columnas. Así la primera cosa que hice como obispo fue la recuperación física del Seminario, la segunda preparar unos buenos profesores, y todo eso costó mucho dinero. Pero en la actualidad tengo 105 seminaristas y media docena de teólogos en Luanda. Esa es la gran esperanza del futuro para la reconstrucción y recuperación de las estructuras de la diócesis después de la guerra. He ordenado cuatro sacerdotes y en breve lo haré con dos más, no son muchos pero es un principio.

¿Qué otros proyectos de los que están llevando a cabo en Malange destacaría?

Uno muy bonito es el que llamamos ‘mujeres organizadas’. Son más de mil mujeres organizadas en la agricultura, la alfabetización, la formación de la mujer, etc. En el tema de la agricultura gracias a los tres tractores que llevamos, dos de Vitoria y uno de Valencia, trabajamos los campos, dividimos los terrenos y cada una, al lado de la otra hacen sus cultivos, cada una lo suyo pero todas unidas a la vez.
Otro proyecto es un laboratorio de análisis clínicos, o la radio, tenemos una emisora que emitimos en Onda Media, se llama Radio Ecclesia y funciona muy bien en Luanda, pero tenemos la intención de extenderla a todo el país en FM. Estamos esperando a que el gobierno nos de la licencia correspondiente para poder empezar a emitir, lo tenemos todo a punto para apretar el botón, pero el gobierno se resiste a darnos la licencia, tiene miedo de una información plural, no porque la información de la Iglesia sea antigubernamental, pero sí tiene miedo todavía a una información plural.




¿La educación es otro tema en el que los misioneros están trabajando especialmente, no?

El trabajo nuestro, el de la Iglesia, el de los misioneros, es fundamentalmente evangélico, pastoral y sacramental, pero ello no quita para valorar la labor que se está llevando a cabo en el campo de la educación. Hemos conseguido con el gobierno un concordato para que una vez recuperadas las aulas que nos quitaron durante la guerra, ahora el gobierno paga a los profesores. Solo en Malange tenemos algo más de 16.000 niños en nuestras escuelas. Hemos recuperado muchas escuelas, pero aún faltan otras tantas. Todo eso es un esfuerzo muy grande porque a pesar del esfuerzo del Gobierno y del esfuerzo de la Iglesia el 65% de los niños de Angola están fuera del circuito escolar.
Un país de analfabetos es un país de miseria y no tiene futuro, y por eso estamos empeñados en la escuela


Desminar la diócesis, dar ayudas a los pobres, sacar adelante muchos proyectos ¿Cuál es la fuente para todo esto?

Hemos recibido ayudas de los gobiernos autonómicos de Valencia, Castilla-la Mancha y el País Vasco, son las más importantes. Después otros organismos, particulares, de la iglesia en Alemania, también nos han ayudado.

Africa es uno de los continentes más machacados por el problema del SIDA ¿Cómo se ve afectada Angola en este tema?

Oficialmente se dice que en Angola hay un millón de seropositivos, pero no son cifras definitivas. La falta de un control verdadero no permite conocer las cifras reales del problema del Sida en Angola.

¿Qué les diría a quienes acusan a la Iglesia de dificultar las medidas profilácticas para la prevención de esta enfermedad?

Es un verdadero problema porque toda esa distribución gratuita que hacen de preservativos al final es un verdadero desastre, un fracaso. Primero porque no son efectivos para la prevención, parece que mandan cacharros que no sirven, estropeados, son malos. Y segundo cuando a un adolescente, y a estos se les distribuye sin criterio, a lo tonto y se habitúan, cuando no lo tienen siguen practicando el sexo de igual manera y es un descalabro. Por lo tanto no podemos estar de acuerdo con la política llevada en este tema.

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