Los hechos del 3 de marzo sucedieron en una iglesia ¿Y si San Francisco de Asís se recuperase como parroquia?

¿Y si San Francisco de Asís se recuperase como parroquia?
¿Y si San Francisco de Asís se recuperase como parroquia?

Recuperar San Francisco de Asís es apostar por recuperar el espíritu originario del servicio que se dio desde estos lugares. 

Los trabajadores no se reunieron (el 3 de marzo de 1976)  en una lonja, en una nave industrial, ni en un polideportivo, lo hicieron en una iglesia

Volver a recuperar un templo que ha sido icono del compromiso cristiano y social en la ciudad.

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El Colectivo Memoria Gara considera el cierre de la Iglesia de San Francisco como templo parroquial una oportunidad para convertirlo en “centro de la Memoria”. Es triste que, teniendo entre sus miembros varios fieles de la Santa Madre nadie haya propuesto recuperar San Francisco de Asís como parroquia, lo que, en justo reconocimiento de la memoria, era el 3 de marzo de 1976. 

En todo caso, cualquier uso que se quiera dar a este icono de la arquitectura vanguardista de mediados del pasado siglo choca con una cláusula que la feligresía de San Francisco ha tenido que respetar desde que se inauguró en 1970 hasta que se cerró en diciembre de 2014. 

Pero quizá haya una salida para dar respuestas a las diversas demandas que sobrevuelan sobre el futuro de la Iglesia de San Francisco de Asís.

La primera premisa sería el levantamiento por parte de los herederos de los arquitectos sobre las cláusulas de imposibilidad de cualquier tipo de actuación sobre el edificio. 

Una vez eliminado este escollo que permitiría realizar las adaptaciones arquitectónicas necesarias para un uso en mejores condiciones de habitabilidad y para un mejor aprovechamiento de los consumos de energía en el edificio se podría:

Recuperación de la capilla como espacio parroquial para la liturgia de forma permanente. 

Construir una segunda planta en el perímetro de la nave principal donde se podrían instalar los belenes de Sánchez  Íñigo, lo que constituía su patrimonio a la fecha de firma del convenio con el obispado. Abogaría por una participación directa también de la Asociación Belenista de Álava para una mejor promoción del belenismo. 

Instalar unas lonas ( a modo de carpa de circo en el techo creando una cámara que permita un mayor aprovechamiento de la calefacción, también mejoraría la acústica de la nave central)

Reparto de las salas y espacios cerrados en el perímetro del edificio para su uso como despachos parroquiales, sede y talleres de belenismo, y sede  de la asociación Memoria Gara. 

Adaptación de la nave central para uso común y coordinado por una junta de gestión en la que estén representados todos los colectivos. La nave central permitiría desde celebraciones religiosas en momentos puntuales, a la realización de conferencias, conciertos, teatro, exposiciones. (algo que ya se contemplaba en el proyecto original del arquitecto)

Esta propuesta permite varias cosas:

La recuperación de un espacio religioso para la diócesis y la feligresía de Zaramaga.

Mantener el compromiso de conservación del patrimonio belenístico de Sánchez Íñigo y las actividades de promoción del belenismo que la Fundación tiene entre sus fines.

Garantizar el futuro de la Iglesia de San Francisco de Asís como espacio religioso y con ello la identidad que la vincula a los hechos del 3 de marzo.

Ofrecer un espacio a la asociación Memoria Gara y a las actividades que desde esta asociación se promuevan y sean aprobadas por la junta de gestión de los espacios de San Francisco de Asís. Se elaboraría un calendario respetuoso con las fiestas litúrgicas y las efemérides vinculadas a San Francisco de Asís que ayudase al uso compartido (por ejemplo respetando los usos para actos religiosos en los tiempos de Adviento, Navidad, y Semana Santa, el 3 de marzo y sus días previos y posteriores, la festividad de San Francisco de Asís, …)  

Sin perder el carácter de espacio religioso, San Francisco de Asís, recuperando su condición de parroquia, volvería a ser el espacio que acogió en su día la asamblea de trabajadores que tristemente la colocó en la historia de este país. Quedaría asegurada la memoria de aquellos hechos, pero enmarcados en su originario espacio, una parroquia. 

Hace 50 años, aproximadamente,  que la Iglesia se hizo presente en el barrio de Zaramaga, un barrio obrero, que sufrió las precariedades que el rápido crecimiento urbanístico originó. Así,  la Iglesia tuvo que ofrecer un dispensario médico, un centro escolar, y ser el fermento en la masa para crear barrio, para acoger y fomentar el asociacionismo vecinal y la solidaridad con los más necesitados del barrio. Por eso, recuperar San Francisco de Asís, pero con la posibilidad de que el edificio pueda reunir las condiciones de uso que no tuvieron sus feligreses por mor de unas cláusulas de respeto al patrimonio artístico, es apostar por recuperar el espíritu originario del servicio que se dió desde estos lugares. 

Los arquitectos que diseñaron esta parroquia hicieron una gran apuesta por el arte y la arquitectura modernista, pero no pensaron en sentarse en los bancos de la Iglesia domingo tras domingo. No tuvieron una visión pastoral del espacio, puede que una interpretación teológica, pero al final nada cómodo para el día a día de la comunidad. 

De hecho esas incomodidades y el gasto económico para mantener una buena temperatura en los meses invernales fueron decisivos para optar por San Francisco de Asís como un templo a cerrar. Valga como dato que durante la ocupación de varios jóvenes del templo en marzo de 2013, creo recordar que fueron seis o siete días los que permanecieron dentro del templo, la parroquia (repito la pa rro quia) tuvo que asumir un gasto de calefacción de 3000 €, un dinero que ninguna entidad, agrupación, asociación que se sentía solidaria con estos jóvenes tuvo el detalle de preguntar, ni menos de colaborar en su pago. 

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El simbólico edificio de la Iglesia de San Francisco de Asís, mientras esté sujeto a las cláusulas de no intervención por su condición de patrimonio artístico, es una fuente inagotable de gastos si se quiere hacer uso de él. Sin duda que podría cederse para ser usado como lugar expositivo como si de un pabellón deportivo se tratara, pero, y es algo que siempre he defendido: si San Francisco deja de ser un templo parroquial pierde todo su vínculo con los hechos del 3 de marzo. Porque los trabajadores no se reunieron en una lonja, en una nave industrial, ni en un polideportivo, lo hicieron en una iglesia, y ¿por qué? Pues porque existía un compromiso social de la comunidad cristiana y de los sacerdotes que la atendía. Un compromiso que nace del Evangelio no de ningún programa político. Se reunieron porque en los acuerdos de la Iglesia y el Estado se contemplaba aún en aquellos años un derecho de acogerse a sagrado que las autoridades se saltaron a su antojo y con violencia desmedida (quiero creer que sin el placet de la jerarquía), violando un acuerdo internacional y una norma que, aunque se remonte al medievo, ha sido celosamente mantenida por la Iglesia a lo largo de los tiempos. No sería hasta 1978, con la Constitución española, cuando ese compromiso quedase derogado. Pero el espíritu de la ley permanece en esa vocación de acogida que hoy la Iglesia lo manifiesta con la acogida de migrantes. La parroquia del Buen Pastor en Zaramaga, por ejemplo, ha sido uno de los espacios seleccionados por la diócesis para acomodar en sus viviendas parroquiales a una familia de refugiados. 

Si las conversaciones para que San Francisco sea un centro de referencia permanente vinculado con los hechos del 3 de marzo (la asociación 3M dispuso de locales de la parroquia  hasta adquirir el de la calle Fray Fermín Lasuen) y, si de paso lo fuera de denuncia de toda violencia inútil, están paradas quizá es porque nadie piensa “a lo grande”; porque nadie se atreve a hacer lo difícil ( reabrir una parroquia cerrada); y porque nadie quiere ponerle el cascabel al gato de las cláusulas artísticas y los gastos económicos. 

Todo es cuestión de prioridades. ¿Qué queremos ? ¿conservar una joya de la arquitectura vanguardista de mediados del siglo XX íntegramente respetando las cláusulas fijadas por los artistas? ¿Recuperar para la Diócesis y la ciudad un edificio, que es un templo, que se construyó como templo, y que toda su simbología la tiene desde su condición de templo, para un uso ordinario y en condiciones? 

Si apostamos por la recuperación, en la lista de interesados los primeros la feligresía. Recuperemos primero la parroquia.

En segundo lugar la Fundación con fines belenistas, no en vano el obispado asumió unos compromisos con ellos.

En tercer lugar, el colectivo social y aconfesional, que demanda, lo que nadie cuestiona, no perder la referencia de que esta parroquia está ligada a los hechos del 3 de marzo. 

Con un poco de voluntad de todas las partes, y el apoyo, no solo mediático sino económico, de las instituciones que respaldan a cada colectivo, seguro que la ciudad de Vitoria-Gasteiz puede volver a recuperar un templo que ha sido icono del compromiso cristiano y social en la ciudad.

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