Un homenaje a los sin techo, una oportunidad para empezar un cambio.

Seguramente vivieron sin pensar jamás que un día pasarían a formar parte de un titular, inicialmente de una nota para la prensa, quizá también de algún medio de comunicación.
Pedro María, Isaías, … nombres de algunas de las personas que en el último año han acabado su existencia terrenal en la que ha sido su “hogar” en los últimos años: La calle.Hombres y mujeres que por diversos motivos: la falta de apoyos familiares, de relaciones sociales cercanas de calidad y también por la carencia de medios materiales (techo, trabajo…), acaban formando parte de ese, cada vez mayor, colectivo denominado de “los sin techo”.
En Bilbao existe la Plataforma “Beste Bi”, formada por las siguientes entidades: Agiantza / Bidesari / Bizitegi / Cáritas Bizkaia / Cear Euskadi / Comedor San Antonio de Iralabarri / Comisión Antisida Bizkaia / EAPN-Euskadi / Elkarbanatuz / Emaús-Bitartean / Emaús Bilbao / Fundacion Adsis / Goiztiri / Izangai / Lagun Artean / Medicos del Mundo / Oblatas-Lehio Zabalik / Posada de los Abrazos / Rais-Euskadi / Sortarazi / T4 / Zubietxe.Esta Plataforma trabaja por la inclusión residencial y en favor de las ‘Personas Sin Hogar’. Entre sus objetivos están la coordinación y apoyo entre las diferentes entidades para defender y promover los intereses de las ‘Personas Sin Hogar’, sensibilizando a la sociedad y contribuyendo así al proceso de transformación social. Entre sus acciones se encuentra la denuncia y su manifestación pública cuando se produce la muerte de una de estas personas. La última convocatoria fue precisamente ayer 31 de marzo, a las 11:30 en la plaza de la Convivencia. Allí se recordó a todos los sin techo y de forma particular a la última víctima de esta situación, a Pedro María, quien llevaba muchos años yendo y viniendo desde la chabola prestada de Sondika en la que pernoctaba y el Barrio de Irala (Bilbao), donde pasaba el día, comía y alternaba con algunos compañeros del Comedor Social. Era –de hecho- un vecino más, parte del ‘paisaje humano’ del barrio donde era muy querido y respetado. Bondadoso de carácter, todas las noches hacía acopio de comida para llevar a la chabola y así dar de comer a quienes compartían noche con él.



Non Solum Sed Etiam ….Si, como decía en la presentación de este blog, cualquier realidad es susceptible de ser observada desde diversos frentes, esta del mundo de la indigencia, de las personas sin techo, no se escapa a ello:
Por empezar por algún lado, el perfil de las personas sin techo es muy variopinto. Personas temporalmente “sin techo”, personas “sin techo” de forma “crónica”, personas “sin techo” por circunstancias concretas, o personas “sin techo” por, en cierto modo, opción personal. Los hay los “sin techo” procedentes de la inmigración, y los hay “sin techo” autóctonos o nacionales “empadronados” en esta plaza desde hace años. Están los sin techo por mor de una crisis económica, o por una crisis familiar. Seguramente podríamos encontrar más perfiles de “sin techo”.
Pero, sea cual sea la circunstancia por la que se esté o se haya llegado a esta situación, la sociedad (usease nosotros) estamos llamados y moralmente obligados a atender a estas personas y ayudarles a que vivan dignamente, independientemente del modo concreto que ellos deseen vivir.
A mí me ha costado mucho (y me sigue costando realmente) entender, aceptar y respetar (entendido esto como “no pretender cambiar a la otra persona”) la opción de algunas personas que frente a la imposibilidad de tener una vivienda personal su mejor opción es… la calle, la chabola, la caja de cartón y el saco de dormir.
Los albergues, los aterpes, son soluciones temporales y no para todo el mundo: estos centros están obligados de necesidad a tener que fijar y exigir a sus usuarios unas normas de convivencia; son centros de alojamiento de adultos a los que un progenitor con su prole muestra lógicas reticencias para alojarse; estos centros “parchean” muy dignamente un problema social, pero su misión es temporal.
La verdad es que es en cierto modo vergonzoso que una sociedad, la nuestra, con una realidad inmobiliaria (centenares de pisos vacios por desocupación o falta de venta) conviva con la realidad de personas que tienen que vivir en la calle por falta de un techo.
Solo la caridad creativa está abriendo fórmulas que puedan paliar en la medida de sus posibilidades esta realidad. Algunas organizaciones están haciéndose con el alquiler de viviendas que ponen a disposición de toda esta gente necesitada. Así por ejemplo el programa de solidaridad BERAKAH de las parroquias del Casco Viejo de Vitoria está intentando gestionar tres viviendas que puedan servir para alojar temporalmente a personas, especialmente familias con niños, hasta lograr soluciones más duraderas.
Ojalá hubiese más instituciones o particulares que dispongan de viviendas libres y que confíen su gestión a organizaciones que estén dispuestas a ser garantes de su buen uso y su destino solidario.
No solo los obispos vascos en su última carta pastoral, también muchos economistas están hablando de una refundación del sistema económico (lo que me temo es que la idea que unos y otros tienen de esa refundación no es la misma), pero bueno, la idea es compartida de inicio. Y no cabe duda que tras esta crisis, sin precedentes, “el mundo”, las sociedades, los países, los gobiernos, las empresas, las instituciones, los diversos colectivos, las familias, cada uno de nosotros, estamos llamados a un ejercicio de cambio, de transformación sobre el que tendremos que trabajar de manera paulatina y escalada para construir un “nuevo orden social”. Una oportunidad de crear un mundo más justo y más humano.
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