Ángel Fernández Artime: El cardenal del patio salesiano que lleva el mar en el alma

"Políglota, conversador nato, su voz tiene el don de hacer sentir a quien lo escucha como si fuera el único en el mundo"

"Especialista en educación y pastoral juvenil, Fernández Artime no solo conoce a los jóvenes, sino que los comprende, los acompaña, los levanta"

"Su capacidad para hablar el lenguaje de los jóvenes, sin renunciar a la profundidad del Evangelio, lo convirtió en un referente global de la pastoral juvenil"

"A sus 64 años, Fernández Artime representa la continuidad de una Iglesia que no se encierra en sacristías, que sale a las periferias, que escucha el latir de los pobres y los jóvenes"

Ángel Fernández Artime

En las calles empedradas de Luanco, un rincón asturiano donde el mar canta y los pescadores tejen historias con sus redes, nació Ángel Fernández Artime, hijo de un hombre que desafiaba las olas con la misma fe con la que crió a su familia. Alto, de figura imponente pero cercana, con una fortaleza que no intimida sino que acoge, este cardenal de mirada limpia y sonrisa franca lleva en su alma el salitre del Cantábrico y la humildad de quien creció entre barcas y horizontes infinitos.

Políglota, conversador nato, su voz tiene el don de hacer sentir a quien lo escucha como si fuera el único en el mundo. Es un hombre de Iglesia, sí, pero sobre todo un hombre de patios, de encuentros, de risas juveniles que resuenan como campanas en el corazón de la pastoral salesiana. 

Especial Papa Francisco y Cónclave
Francisco y Artime

Especialista en educación y pastoral juvenil, Fernández Artime no solo conoce a los jóvenes, sino que los comprende, los acompaña, los levanta. Durante una década (2014-2024), fue el Rector Mayor de los salesianos, la segunda congregación religiosa más numerosa del planeta, solo superada por los jesuitas. Desde ese puesto, no se limitó a liderar; transformó.

Con una visión moderna, conectada con las nuevas tecnologías, llevó el mensaje de Don Bosco a las redes sociales, a los smartphones, a los corazones de una generación que, entre likes y pantallas, busca desesperadamente sentido a sus vidas. Su capacidad para hablar el lenguaje de los jóvenes, sin renunciar a la profundidad del Evangelio, lo convirtió en un referente global de la pastoral juvenil

“Fue verdaderamente una providencia de esperanza”, dijo en una entrevista con la agencia Info Salesiana, refiriéndose al papa Francisco, el “Papa del fin del mundo”. Y sus palabras no son mera cortesía. Fernández Artime conoció a Jorge Mario Bergoglio cuando este era arzobispo de Buenos Aires y él, provincial de los salesianos en Argentina. En esas tierras porteñas, entre mate y charlas sinceras, se forjó un vínculo de respeto y complicidad, de esos que nacen cuando dos hombres de fe reconocen en el otro la misma pasión: una Iglesia en salida, un hospital de campaña que no teme ensuciarse las manos para curar las heridas del mundo. 

¿Un Papa salesiano tras el Papa jesuita? “Yo me descarto, sinceramente”, responde con esa humildad que no es postureo, sino raíz profunda. Pero su nombre suena con fuerza en los corrillos vaticanos. A sus 64 años, Fernández Artime representa la continuidad de una Iglesia que no se encierra en sacristías, que sale a las periferias, que escucha el latir de los pobres y los jóvenes.

Cardenal Artime

Su talante dialogante, su experiencia al frente de una congregación global y su carisma para conectar con las multitudes lo convierten en un candidato natural para el solio pontificio. Sin embargo, no está exento de obstáculos: su edad, aún joven para los estándares papales, y su condición de religioso, tras un pontificado ya marcado por otro religioso, Francisco, podrían pesar en las deliberaciones del cónclave. 

Pero más allá de quinielas y especulaciones, en Ángel Fernández Artime hay algo que trasciende las lógicas humanas. Es el hombre del patio salesiano, donde los chicos juegan, sueñan, se equivocan y crecen. Es el pastor que no teme bajar al barro, que sabe que la fe no se predica desde púlpitos, sino desde la cercanía, desde el abrazo, desde la mirada que dice “tú vales”.

Es el hijo de un pescador que lleva en su corazón el oleaje de la esperanza y en sus manos el timón de una Iglesia que, con él, seguiría navegando hacia los confines del mundo. Su vida es un testimonio vivo de que el Evangelio no es una reliquia del pasado, sino una fuerza viva que transforma, que ilumina, que da vida. Y en un mundo herido, su figura se alza como un faro, recordándonos que la fe, como el mar, siempre encuentra la manera de llegar a la orilla. 

Artime en Asturias

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