Congregaciones Generales jesuitas 31-36: 1965-2016 La Congregación General 33 (1983): Del “combatir” al dialogar (III)

Kolvenbach
Kolvenbach

"El 2 de septiembre de 1983, 218 jesuitas se reúnen con el Papa Juan Pablo II en Roma para dar inicio a la Congregación General 33"

"La Congregación 33 ponía fin a la intervención pontificia (1981-83) del gobierno de la Compañía, llevada a cabo mediante el Delegado papal, P. Paolo Dezza, S.J. y su ayudante el P. Giuseppe Pittau, S.J."

"Los PP. Arrupe, Kolvenbach, Nicolás y Sosa como Superiores Generales se han esforzado cuidadosamente para la puesta en práctica de los aspectos esenciales de estas seis complejas, innovadoras y creativas Congregaciones Generales 31 a 36"

"Al aceptar la renuncia del P. Arrupe y elegir un nuevo Superior General para los jesuitas, la Congregación General 33 cumplió muy adecuadamente su misión prioritaria"

El 2 de septiembre de 1983, 218 jesuitas se reúnen con el Papa Juan Pablo II en Roma para dar inicio a la Congregación General 33.La Congregación tuvo como agenda oficial prioritaria la aceptación de la renuncia del P. Arrupe como Superior General de los jesuitas y la elección de su sucesor.

Además tuvo que discernir el valor y la actualidad de los 549 postulados y de los temas propuestos por la Comisión Preparatoria que formaban y definían su agenda de trabajo: pobreza, participación en la Congregación Provincial y General, misión, apostolado educativo, formación, relaciones con la jerarquía, colabora-ción con los laicos, significativa reducción del número de jesuitas…

Visión de conjunto de la Congregación General 33

La Congregación 33 ponía fin a la intervención pontificia (1981-83) del gobierno de la Compañía, llevada a cabo mediante el Delegado papal, P. Paolo Dezza, S.J. y su ayudante el P. Giuseppe Pittau, S.J.

El 3 de septiembre se procede a la aceptación de la renuncia del P. Arrupe. El P. Paolo Dezza, S.J., interventor papal de la Compañía hasta ese momento, rinde homenaje a la infatigable obra del P. Arrupe, a quien Juan Pablo II, en su homilía en la misa inaugural del día 2, se había referido como “el venerado Padre Arrupe, a quien me complazco en saludar aquí presente, manifestándole el reconocimiento general del que es objeto por haber regido a la Compañía con su ejemplo, su oración y su sufrimiento”.

El 13 de septiembre, por mayoría absoluta y, sobre todo, en el primer escrutinio, el holandés P. Peter-Hans Kolvenbach, que pertenecía a la viceprovincia del Oriente Medio y desde hacía casi dos años era rector del Pontificio Instituto Oriental de Roma, fue elegido como sucesor del P. Arrupe en el gobierno de los jesuitas.

Kolvenbach, Arrupe

Veamos la valoración de conjunto que el P. Urbano Valero, S.J. nos comparte, sobre los contenidos, procesos y logros de esta Congregación General 33, en su libro-testimonio El proyecto de renovación de la Compañía de Jesús (1915-2007): “Esta Congregación representó una neta confirmación del diseño de Compañía formulado por las Congregaciones Generales anteriores y un aliento nuevo a proseguir en él, recti-ficando y equilibrando algunos aspectos prácticos que lo necesitaban; la Congregación General 33 fue un eco fiel y convencido, vigoroso y no puramente repetitivo de sus dos predecesoras inmediatas, particularmente de la Congregación General 32, confirmando expresa y netamente el legado de ambas” (p. 230).

Gianni La Bella en su muy informado libro Los Jesuitas. Del Vaticano II al Papa Francisco nos ayuda a entender la propuesta esencial de esta Congregación 33 y a valorar el que ocurrieron erróneas interpretaciones e inadecuadas prácticas en relación con el decreto cuarto, sobre el servicio de la fe y la promoción de la justicia, de la Congregación General 32:

“La Congregación XXXIII termina sus trabajos, tras 54 días, el 25 de octubre, con la aprobación del decreto: Compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy, dividido en dos partes: Compañeros de Jesús, que como deja entender el título corresponde al dinamismo espiritual y fraterno de la Compañía, dedicada ‘al ser’ de los jesuitas, y Enviados al mundo de hoy, dedicada a su ‘obrar’.

El documento se abre con una invitación solemne al valor de la obediencia y de la comunión apostólica, solicitando de manera urgente la exigencia de un mayor equilibrio entre vida espiritual y apostolado.

El decreto fija tres condiciones para recuperar la perspectiva adecuada de ‘nuestra vocación’: disponibilidad para hacernos cargo de los desafíos planteados por las nuevas fronteras; un ritmo de vida que permita ‘responder a nuestra responsabilidad cara al mundo, y disfrutar tanto de tiempos de soledad y silencio’; ‘una superación del individualismo, por medio de la integración en la vida comunitaria’.

En la segunda parte, aun confirmando la validez de las opciones realizadas por las Congregaciones XXXI y XXXII, los jesuitas se corrigen, reconocen los errores del pasado, con un tono de contrición, y hablan con humildad de defectos, carencias, dificultades, y reconocen que:

‘Nuestra interpretación del decreto 4.° de la Congregación General 32 pudo ser a veces ‘truncada, unilateral o no bien ponderada’. No siempre hemos tenido en cuenta que teníamos que realizar la justicia social a la luz de la ‘justicia evangélica’ que es sin duda como un sacramento del amor y de la misericordia de Dios…

Tampoco entendimos del todo de qué modo la Iglesia pretendía recientemente que se promoviera un cambio de estructuras de la sociedad, ni cuál había de ser nuestra tarea propia al colaborar con los laicos en ese proceso de transformación.

Debemos reconocer con sinceridad que esta nueva comprensión de nuestra misión desencadenó ciertas tensiones tanto en la Compañía como fuera de ella. Ha habido ocasiones en las que algunos indebidamente han subrayado de modo unilateral un as-pecto de esta misión sobre el otro. Ahora bien, ni el espiritualismo desencarnado ni el activismo meramente secular sirven verdaderamente para la proclamación íntegra del Evangelio en el mundo de hoy’” (pp. 145-146).

Congregacion  general 33

Este certero y bien informado texto de Gianni La Bella, me da ocasión para compartirles mi apreciación, basada en mi experiencia personal de las seis Congregaciones Generales, del modo cómo fueron estudiados corporativamente, por el cuerpo apostólico de los jesuitas, los complejos, innovadores y estimulantes textos jurídicos producidos por las Congregaciones Generales 31 a 36.

Nos entregaban un ejemplar del manual, muy bien organizado, con los decretos y otras disposiciones de cada Congregación General, y documentos relativos a la misma, que contenía lo siguiente: Un Índice General con 1. Presentación del conjunto, 2. Carta de promulgación de los decretos, 3. Introducción histórica de la Congregación y su labor, 4. Los decretos: i. Presentación y análisis del contenido y orientaciones de los decretos y ii. Texto de cada decreto: a. Presentación del decreto y b. Texto del decreto, 5. Otros documentos producidos por la Congregación, 6. Documentación complementaria y 7. Índice analítico de los decretos.

Como acabamos de ver, el manual con los decretos de cada Congregación era muy completo y muy cuidadosamente organizado para facilitar la oración y el estudio personal, sobre el contenido y el alcance de cada Congregación: “Estos documentos, meditados asiduamente en la lectura personal y en el diálogo comunitario, deben ser considerados en espíritu de oración y de discernimiento” (Decreto introductorio, 9).

El Decreto Introductorio en su número 9 que acabamos de citar, añadía lo siguiente: “No nos perdamos en análisis minuciosos de sus palabras; saquemos, más bien de ellos impulso para la conversión del corazón y para la renovación apostólica” (Decreto introductorio, 9).

Obviamente que perderse en análisis minuciosos de palabras, como nos advierte el decreto, no es válido, ni deseable; pero lo que sí es necesario y muy conveniente es el adecuado análisis hermenéutico y la válida interpretación epistemológica; más, tratándose de textos tan complejos e innovadores, cuya redacción final había conllevado larga y muy cuidadosa elaboración, acompañada siempre de tan gran diversidad complementaria, originada en la muy diversificada procedencia geográfica, cultural, intelectual y apostólica de los muchos jesuitas que, como Congregados, discutieron, dialogaron, discernieron y, a veces, pactaron fraternalmente en la elaboración de estos estimulantes textos jurídicos.

Generales jesuitas

Los PP. Arrupe, Kolvenbach, Nicolás y Sosa como Superiores Generales se han esforzado cuidadosamente para la puesta en práctica de los aspectos esenciales de estas seis complejas, innovadoras y creativas Congregaciones Generales 31 a 36. En esa labor, han recibido la ayuda de provinciales, superiores locales, las comunidades, los directores de obras y los jesuitas particulares.

La ausencia permanente, a lo largo de las seis Congregaciones Generales 31 a 36, de un proyecto corporativo, sistemático, coherente, pedagógico, oficial, de conjunto y sometido a constante revisión y evaluación, hizo posible la aparición y el desarrollo, con frecuencia conflictivo y nocivo, de erróneas interpretaciones e inadecuadas prácticas de algunos de los complejos, innovadores y creativos textos jurídicos de esas seis Congregaciones Generales 31 a 36.

Es muy deseable que la necesidad de un proyecto corporativo y oficial para la adecuada puesta en práctica de los decretos, con la debida interpretación y valoración de sus contenidos y alcances, se tome muy en cuenta a partir de la ya cercana Congregación General 37.

 Aportes actualizadores de la Congregación General 33

Los Congregados en su decreto 1, con el título de Compañeros de Jesús enviados al mundo de hoy, formulaban claramente el objetivo central de su discernimiento: “… hemos querido verificar, precisar y confirmar las orientaciones tomadas por las Congregaciones Generales 31 y 32” (Decreto 1, 2). Y nos comparten que “la Congregación General ha querido examinar con especial cuidado nuestra misión” (Decreto 1, 28)

Para entender y valorar adecuadamente los aportes de la Congregación General 33, hagamos un cuidadoso recorrido por sus enfoques y propuestas.

Sosa y Arrupe

Una misión con esperanza y continuidad

“ Iniciar nuestros trabajos bajo el signo de la esperanza y la continuidad” (Decreto 1, 1)
“…hemos intentado avanzar en la comprensión de lo que el Señor nos ha confía-do como tarea a la que hemos de dedicar todas nuestras fuerzas…” (Decreto 1, 28)
“…mirando hacia el futuro, trataremos de discernir cómo podremos cumplir mejor esta misión…” (Decreto 1, 30)
“…juzgamos que las opciones hechas por las Congregaciones 31 y 32 responden bien a la renovación impulsada por el Concilio Vaticano II…” (Decreto 1, 29)
“…en este mundo, donde se da la lucha entre el bien y el mal, la fe y la increencia, las aspiraciones de justicia y paz, y la escalada de injusticias y divisiones (Decreto 1, 11)
“…el compromiso conjunto de todos los Compañeros en la misión de la Compañía hoy…” (Decreto 1. 5)
“…responder a la diversidad de culturas y a los cambios del mundo…” (Decreto 1, 13)
“…responder a nuestra responsabilidad cara al mundo…” (Decreto 1, 13)
“…urgimos a todos los jesuitas a que asimilen de tal modo estos decretos que lleguen a constituir parte de su vida…” (Decreto 1, 27)
“…fortalecer la esperanza, frente a las exigencias de nuestro tiempo” (Decreto 1, 14)

Una misión clara y concreta

“…vivir nuestra condición de imitadores y seguidores del ‘Enviado’. Así podre-mos realizar los objetivos concretos que hoy pide Su misión” ( Decreto 1, 28)
“La universalidad de esta misión que abarca todos los ministerios a los que nos dedicamos” (Decreto 1, 38)
“…nuestro servicio de la fe y nuestra promoción de la justicia han llevado a la Compañía ante el misterio de la Cruz” (Decreto 1, 31)
“…todos nuestros ministerios serán creíbles si resplandece la justicia en todos…” ( Decreto 1, 49)
“…nos llamó a la libertad, para poder entregarnos al compromiso con los hombres y totalmente a su servicio” (Decreto 1, 23)
“…compartir nuestros bienes materiales con los demás y experimentar más plenamente las condiciones de vida y la suerte de los pobres” (Decreto 1, 25)
“La situación de los pobres que viven hoy en el mundo en el cual las estructuras injustas fuerzan a la mayor parte de la familia humana a vivir en condiciones inhumanas…” (Decreto 1, 26)
“…una mayor solidaridad con los pobres y a intentos más eficaces para actuar en las mismas causas de una pobreza masiva” (Decreto 1, 26)
“…tener en cuenta en primer lugar a aquéllos cuyas indigencias son mayores; porque nosotros sentimos como propias sus angustias y sus estrecheces” (Decreto 1, 27)
“…nuestra Compañía debe comprometerse al trabajo de la promoción de un orden internacional más justo y de una mayor solidaridad de los países ricos con los pobres y de una paz duradera basada en la libertad y el respeto a los derechos humanos” (Decreto 1, 46)
“…algunas situaciones y necesidades nuevas: conculcación de derechos por determinados gobiernos, la dura condición de millones de refugiados y la dis-criminación contra emigrantes y minorías raciales y religiosas, la opresión económica de los desempleados y de los campesinos pobres, el trato injusto y la explotación de la mujer... (Decreto 1, 45)

Compañía

Una misión válida

“…Dios toma partido por los pobres…” (Decreto 1, 26)
“Se trata de una fe que sólo se vivifica en las obras del amor y la justicia” (Decreto 1, 60)
“ La validez de nuestra misión será tanto mayor cuanto mayor sea nuestra solida-ridad con los pobres” (Decreto 1, 48)

Una misión con humildad y verdad

“…reconocemos nuestros defectos a la hora de responder plenamente a las exigencias de una evangelización integral del mundo actual…” (Decreto 1, 29)
“Reconocemos también las deficiencias en la manera de vivir nuestra vocación” (Decreto 1, 10)
“Debemos reconocer con sinceridad que esta nueva comprensión de nuestra misión desencadenó ciertas tensiones tanto en la Compañía como fuera de ella. Algunos indebidamente han subrayado de modo unilateral un aspecto de esta misión sobre otro” (Decreto 1, 33)
“…nos es necesaria una actitud de discernimiento…” (Decreto 1, 12)
“Si queremos cumplir nuestra misión, debemos practicar fielmente el discer-nimiento comunitario y apostólico que es característico en nuestro modo de proceder…” (Decreto 1, 39)
“…debemos procurar una asimilación gradual de la pedagogía apostólica igna-ciana, y no podemos prescindir de un análisis social y cultural , fundado en un conocimiento objetivo de la realidad, ni tampoco de una inculturación de la fe…” (Decreto 1, 41)
“…hay que reconocer claramente que todavía no hemos integrado del todo en nuestras vidas las profundas implicaciones de estos decretos…” (Decreto 1, 25)

Al aceptar la renuncia del P. Arrupe y elegir un nuevo Superior General para los jesuitas, la Congregación General 33 cumplió muy adecuadamente su misión prioritaria.

Como hemos podido apreciar en la lectura de los cuatro acápites en que hemos organizado algunos de sus aportes, también contribuyó, eclesial e ignacianamenre, a profundizar la comprensión y la puesta en práctica de los aspectos más innovadores de las Congregaciones Generales 31 y 32, sus dos muy creativas antecesoras.

Compañía de Jesús

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