(Vicente Luis García).- A las 7 de la mañana del 5 de agosto de 2015 unas cinco mil personas formaban parte del cortejo procesional que inicia el día de la fiesta de la Patrona de la ciudad de Vitoria - Gasteiz. Esta cifra se vería duplicada una hora más tarde, cuando en la plaza que lleva su nombre hacía entrada la pequeña imagen de la Virgen Blanca para ocupar su sitio en las escalinatas desde donde preside una misa de campaña que congrega entre diez y quince mil personas cada año.
Observando el discurrir de la procesión se descubren los rostros de toda la vida, se echan en falta otros, se aprecian tenues relevos generacionales y se ven nuevos rostros de tez de tierras lejanas que van incorporándose y haciendo suyas las tradiciones de la tierra que les ha acogido.
Desde la privilegiada atalaya que es la escalinata que da acceso a la iglesia de San Miguel desde la Plaza de la Virgen Blanca, se puede hacer una radiografía de esta tradición religiosa que pervive por voluntad popular, lo que por voluntad popular nació.
En estos tiempos de laicismo equivocado y de antireligiosidad disfrazada de "tolerancia" en Vitoria- Gasteiz, sin renunciar a lo lúdico, a lo festivo, sin rubor para reconocer que la bajada de Celedón congrega a cuarenta mil, se mantiene por voluntad del pueblo una tradición ligada a un legado religioso que por derecho propio forma parte del cartel de fiestas.
Para leer el artículo completo, pincha aquí: