Reflexión sobre el mal y el dolor de Jairo del Agua Hablemos del dolor. Las reflexiones

(Jairo del Agua).-Me preguntaron: ¿Cómo te explicas tú el dolor? Y no pude evadirme sin hilar una respuesta. Después me puse a exprimir mis palabras por si a alguien pudieran ayudar. Lo primero que habría que advertir es que el problema del dolor es el mismo que el problema del mal. El dolor es un mal en sí mismo y el mal causa dolor. A veces, el mal trae placer inmediato pero, a medio o largo plazo, surge el dolor propio o ajeno. Cada cual podría encontrar ejemplos concretos en su vida. El dolor y el mal son pues el anverso y reverso de la misma moneda.

Por eso la autoagresión es irracional e inmoral por mucha tapadera de penitencia con que se haya sublimado. Las "santas aberraciones" de nuestra historia eclesial son desviaciones a purificar y no a imitar. Mucho menos a exhibir como ejemplo o prueba de santidad. Una cosa es caminar con constancia -a veces heroica- y otra muy distinta ponerse piedrecillas dentro de los zapatos. Si además se hace con intención de "reparar" los pecados, entonces se convierte en una idolatría.

Sólo un "dios sádico" aceptaría el sacrificio y dolor humanos como voluntario agasajo. Entre los cristianos no cabe más "reparación" que hacer el bien ("vencer el mal con el bien" - Rom 12,21). La penitencia auténtica es la "rectificación" de nuestros malos actos y la "rehabilitación" de nuestros malos hábitos.

Pero volvamos al dolor. En una elevadísima proporción el dolor es "dolor evitable". Está causado por la libertad del hombre, su origen está en nuestras libres decisiones.

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