"Eres un espíritu libre y un hombre de profunda fe en Dios" Manuel Mandianes, al Papa: "Me es imposible verte y oírte sin volver mi mente a Jesús"
(Manuel Mandianes, antropólogo).- Querido Papa Francisco: Conoces muy bien al hombre, sabes que somos tercos en nuestros vicios y laxos en los buenos propósitos; que cada uno de nosotros somos un abismo; que el amor, la amistad son la mejor medicina para ¡tantos males! Sabes que la alegría, el miedo y la rabia impulsan y aceleran los latidos del corazón, y que el sufrimiento aumenta el riesgo de infarto; sabes que el dolor es real y el sufrimiento una elección personal.
Algunos te ven como laxo, no te entienden. No saben o no quieren admitir que es mucho más fácil conocer a Dios que amarlo. Tu quieres una Iglesia que lo ame, también que lo conozca pero te preocupan poco los conceptos alambicados. En vez de ser un caza fantasmas eres un caza sentimientos, dolores, alegrías, estados de ánimo. Me imagino que nunca soñaste con ser papa pero desde que lo eres te has metido bien en su papel y lo haces, a mi modo de ver, estupendamente. Me imagino que en ese oficio hay cosas que a ti mismo te sorprenden.
Muchas veces se te ve agotado pero feliz de poder vivir el entusiasmo de la gente. Conviertes la meditación en acción y tu acción es materia de meditación. Practicas aquello que Jesús dijo a Marta: "Tu hermana ha escogido la mejor pate" sin olvidar el deber de los trabajadores de la viña ni a los vírgenes que llenaron su lámpara de aceite. El amor lleva al conocimiento y el conocimiento al amor. Sin romper con nada, has personalizado el ser papa y tratas de que cada persona personalice la manera de acercarse a Jesús.
Conoces lo que depende de ti y lo que no, sabes que el fracaso y el error son tan naturales como el éxito y el acierto y que el fracaso nos enseña muchas veces lo que el triunfo nos oculta. Para ti la naturaleza es un templo, fragmentos milagrosos de belleza que no se puede captar de un golpe de vista, a la que el hombre debería acercarse trémulo a abrevar su alma como en un río esplendoroso.

Los osados y los payasos, eres por momentos las dos cosas, suscitan miedo a lo desconocido y el miedo produce rechazo. En donde algunos ven un mundo hastiado, un mundo de poderosos fantasmas, una atroz pesadilla de cosas irreales, tú ves un mundo de posibilidades y de esperanzas. En donde ellos ven una neblinosa vida, rebosante de espanto, tú ves el sol detrás de la niebla; nos enseñas a escuchar al ruiseñor y a los tontos. Nada te espanta aunque muchas cosas te duelan y te encojan el corazón; nada te turba aunque muchas cosas te preocupan porque suben por ti como el oleaje del mar por la negra roca.
Sabes que la vida fluye y se agita como el aire en el aire, como el mar en la mar y a veces sueñas con imposibles quimeras. Nos enseñas que cada otro es un exquisito y revelador acercamiento al misterio y nos revela cosas sobre nosotros mismos. En este mundo hecho de extraños mundos, de sueños de locos y patrañas, eres un puente entre diferentes, entre adversarios y un sembrador de estrellas en la inmensa noche de muchas almas.
Eres un ídolo de las masas pero no eres un esclavo de la fama. ¡Cuántas veces preferirías pasar desapercibido, poder sentarte a la sombra de un árbol en un parque y ver juga a los niños bajo la mirada atenta de sus padres!, antes que ser el objetivo de miles de cámaras que miden en cada instante lo que haces, lo que miras y procesan cada una de tus palabras. Veo en cada gesto que haces, en cada mirada que sostienes, "esos ojos troneras de tu alma", el niño que llevas dentro, un viejo niño valeroso más ligero cada día. No buscar hacerte visible sino sentir al otro, no causar impacto sino socorrer. Eres un hombre de temple, auténtico, de pasión profunda y lenta, sin miedo a los antiguos ídolos.
A veces te encantaría liarte a patadas con el mundo de las purpurinas pero, para lo que es necesario, tienes una piel de rinoceronte. "No es que sea diferente de los otros papas; es que, como casi todos sus predecesores, aporta algo suyo: energía, fuerza, familiaridad, ausencia de barreras. No sé, algo que llega a todos", así te ve un hombre apostado a la barra de un bar. Como "hombre trasversal", te calificó alguien; "un showman de Dios", dicen otros. Siempre embajador de los más necesitados, de los sin techo, de los desheredados. Un aficionado al fútbol me dijo: "El Papa Francisco gana, convence y divierte cuando habla". Tal vez la afición al fútbol ha avivado en ti aquello de que aquí estamos de paso y "lo nuestro es pasar". Eres un espíritu libre, un hombre de profunda fe en Dios, fundamento de tu vida interior de la que brota tu energía.

Tu teología está en perpetuo conflicto amoroso con el mundo porque no es una mera yuxtaposición de conceptos ni de disquisiciones sutilísimas; es un poco nómada y viajera, a veces chispeante y vacilante, en tu teología la vida brilla y tiembla, en ella la tierra sube al cielo y el cielo baja a la tierra, rezuma vitalismo, valora la incidencia de las nuevas tecnologías y de la filosofía del hombre de la calle y del profesor en la vida de la gente, traza caminos singulares que a algunos chocan y a otros regocijan. Sin despreciar los libros ¡Qué jesuita no es un ilustrado!, la percibimos fresca, adaptada a cada situación. Despierta en cada uno que te escucha recuerdos dormidos y deslumbrantes sueños de bondad.
En este mundo, yermo como una playa, eres el otoño del pensamiento, no sólo de la teología sino de un mundo nuevo. Tu corazón es como un tambor en donde resuenan todos los lamentos de los enfermos, las quejas de los pobres, los silencios de las profundas soledades. Llevas en tus pupilas grabados los soles de todos los recovecos del mundo, en la frente el doloroso enigma de los que dudan, y en los oídos escuchas con machacona repetición, como a un gato ronroneante, los quejidos indomables y salvajes de los niños pobres, sin escuela, sin medicinas, que esperan la muerte soñando con mundos televisivos, y de otros muertos errantes en la margen.
El pasado son las raíces del presente y el presente es el proyecto del futuro. Pero el futuro no puede impedir la novedad del presente y la novedad del presente no puede poner en riesgo el futuro. La urdimbre de todo es la oración y la meditación para escuchar la voz de Dios. Tu teología crea climas mágicos y electrizantes, "responde a las tendencias, tiene un idilio con la actualidad sin dejarse guiar por las modas", oí decir. A veces, tus palabras, cachos de sentido común, envuelven al oyente como las aguas en el vientre de su madre. Tienes la astucia de entender y de saber estar en donde debes estar. Nadie te puede tildarte de neutral, tienes una visión crítica del mundo, de la vida, de los cristianos, de los sacerdotes y hasta de los cardenales.

Te llegan de todos los rincones confusos y difusos ecos de indolentes sacerdotes, de teólogos y cristianos insidiosos en los que, a veces, despiertas risas y burlas que te vendimian el corazón. Muchos te tienen en la lista negra, no sé ni creo que tú tengas lista negra. No hay idea y actuar que no sean criticados por los que están siempre decididos a criticar. Decía Don Quijote: "Ladran, luego cabalgamos", o algo parecido. Tu manera de ser, de decir, de andar, de relacionarte con los demás ha conquistado medio mundo y se está convirtiendo en una manera de ser, de habitar, de vivir para mucha gente que está echando a pique, sin tu hacer nada contra, los ataques de que eres objeto por parte de muchos altos eclesiásticos.
Los de la moda dicen que somos lo que vestimos, los cocineros y nutricionistas dicen que somos lo que comemos. Tu nos enseñas que el marchamo del cristiano es el reflejo de la vida de Jesús, lo cristiano se deja ver en lo humano formateado por Cristo; que ser cristiano se traduce en pasión por la justicia, la misericordia, el perdón que se aprende, se interioriza desde la infancia pero también se puede asimilar en la mayoría de edad y en la vejez; que el cristiano debe de estar dispuesto a llevar siempre la bondad, la tolerancia, el perdón, la misericordia un poquito más allá. Quien quiera que vea a un cristiano debería sentir y ver una fotografía del Evangelio, la Buena Nueva andando. La vida de un cristiano es la experiencia de más de 2000 años puesta al servicio del proyecto más exclusivo del universo, Dios hecho historia, tiempo, carne débil.
Tu vida nos muestra que la dimensión cristiana de la vida no se puede medir por su rentabilidad material, económica ni política; muchas veces será todo lo contrario, pondrá en riesgo la seguridad material y hasta la misma vida; que los robots nunca ganarán la partida al cristiano porque ser cristiano no es resolver problemas, conjugar grandes cantidades de datos sino amar al otro, comprometerse por él, darle de comer cuando tiene hambre, visitarle cuando está e el hospital en la carel, vestirle cuando está desnudo, limpiarle el culo cuando se ha ensuciado y él no es capaz de hacerlo. La vida del cristiano debería reconocerse a partir de la información del algoritmo de reconocimiento facial instantáneo y que todo ello no es exclusivo del cristiano sino común a toda la gente que tiene estas pasiones, estos deseos y hace por hacerlos vida.

Hermano Francisco, me es imposible verte y oírte sin volver mi mente a Jesús, a la vida de Francisco de Asís, del Cura de Ars, de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita del Niño Jesús. La sinceridad y la sencillez son tu traje de diario y de fiesta. Para mi, tu vida es como la ilustración moderna, la puesta en blanco y negro del hambre de más de 800 millones de personas, de la crisis de humanidad de la humanidad rica, de la especulación en bolsa con los alimentos convertidos en arma de muerte, del tráfico de seres humanos, de la explotación infantil como algo insoportablemente cercano; una cascada de incógnitas, de sorpresas, de sonrisas y alegrías. Tu nos haces trepar y nos arrastras al interior de la historia, mezcla de desengaño, incertidumbre y de creencia en la palabra como lugar de encuentro, y nos haces descender al fondo del alma.
Cuando de ti hablo con gente increyente, agnóstica salen en la conversación todas las cosas importantes de la vida, algunos me dicen: "Al ver, oír y sentir a Francisco vienen ganas de pensar que la Iglesia gastó demasiadas energías durante siglos construyendo un edificio sin pensar en la vida de aquel hombre que vivió hace 20 siglos y que no ha dejado, no deja ni dejará indiferente a nadie que se de un paseo por su vida".
A muchos cristianos no les gusta tu manera de ser y de actuar porque describes, hablas y radiografías hasta lo desagradable de la Iglesia. Se equivocan al responsabilizar al radiólogo de la aparición de los tumores; en vez de mirar contigo el futuro con mirada de esperanza, se quedan contemplando el tumor que tú radiografías para extirpar.
Cuántos de los que no te conocen te hubieran admirado si la casualidad, la providencia, el azar les hubiera puesto en el lugar de aquellos que conociéndote no te quieren.
La Iglesia ha recibido en tu persona un regalo carismático pero muchos cristianos aún no lo han entendido porque creen que te dejas llevar de la emoción del momento, que tus actuaciones son gloria de un día porque no están investidas de una doctrina profunda, y que te pareces a un cantante que vas de éxito en éxito. Les aterra ese punto tuyo de osadía y atrevimiento, de frescura, de calma ante la catástrofe, de desparpajo y desenfado ante los sencillos, que no pienses en ti mismo ni en la gloria de la Iglesia, que te emociones y llores como una mujercita o como un niño, que des más importancia a la que hasta ayer fue minoría silenciosa que a las élites biempensantes.
No han observado la rapidez con que procesas las situaciones y de olvidan que vivir en un momento de minas y marchar por un camino de cadáveres da poco tiempo al respiro tranquilo. No lo achaco a mala intención sino a una manera de ser timorata, errónea.
No hay nada más perdurable que el ejemplo y el amor. A veces la historia viene como una niebla que boga delante de los ojos, que parece irreal, precipitándose en una dimensión insondable.
Manuel Mandianes, antropólogo del CSIC y escritor. Su último libro "Las nuevas fiestas: fútbol y botellón"
