"Los tres teólogos españoles actuales más importantes son Olegario, Queiruga y Laboa" Mariano Delgado: "La religión es demasiado importante para dejársela sólo a sus representantes"

(José Manuel Vidal).- No es cura, pero sí teólogo de prestigio. Casado y padre de tres hijas, el español Mariano Delgado ejerce como decano de la Facultad de Teología de Friburgo y acaba de ser designado miembro de la Academia europea de las ciencias y las artes. A caballo entre Suiza y España, pide la vuelta de la Teología a la Universidad pública, alaba la categoría teológica del Papa Ratzinger sobre todo en sus obras "de los años sesenta" y reconoce que "los tres teólogos españoles actuales más importantes son Olegario, Queiruga y Laboa". Aunque, el único traducido al alemán es el gallego Torres Queiruga.

¿Qué significa para usted el nombramiento de miembro de la Academia europea de las ciencias y las artes?

Es ante todo un honor que muestra el aprecio de mi quehacer por parte de los colegas que me han propuesto, así como de la dirección de la Academia que ha aceptado la candidatura. Las Academias tienen sus reglas, y sólo se puede entrar bajo por cooptación de los miembros ya existentes.

¿Por qué le concedieron ese nombramiento?

Por mis estudios sobre la historia cultural y religiosa de Europa así como sobre el diálogo interreligioso, la tolerancia y la convivencia entre las religiones. Partiendo de nuestro Bartolomé de las Casas, al que nunca se le puede admirar demasiado, he seguido un trayecto que me ha llevado a investigar ciertos temas de la cultura europea (misión y colonialismo, religion y nación, libertad religiosa) y la real relación histórica del cristianismo con otras religiones.

¿Qué es y qué hace la Academia europea de las ciencias y las artes?

La Academia Europea de Ciencias y Artes se constituyó en Viena en 1990, por iniciativa del Cardenal König (†), juntamente con el Dr. Félix Unger y Nikolaus Lobkowicz, Rector de la Universidad Católica de Eichstätt, con el fin de contribuir a la futura unidad de Europa y a su cohesión desde una perspectiva que, junto a los aspectos económicos, científicos, tecnológicos, sociales y políticos, prestara especial atención a su historia, lenguas, tradiciones espirituales y culturas. La Academia tiene su sede en Salzburgo y opera a través de 23 Delegaciones europeas y una americana que colaboran en el objetivo común. La Academia está gobernada por el Consejo Presidencial, compuesto por el Presidente, los Vicepresidentes, el Presidente Honorario, el Canciller, el Tesorero y el Secretario, por el Senado y por los Decanos que encabezan las siete diferentes especialidades o clases.

¿Es el primer español en acceder a tan prestigiosa academia?

No, ni mucho menos. Hay unos 75 miembros españoles, pero curiosamente hasta ahora no había ninguo en la clase «Religiones del mundo», que es la clase de los teólogo y los representantes de las ciencias de la religión. La mayoría de los españoles están en las clases «Ciencias económicas y sociales» y «Medicina». No sé si tiene que ver con una falta de reconocimiento de la teología en la sociedad o sencillamente con el hecho de que los que están dentro cierran la puerta a los teólogos. Yo, por otra parte, soy un caso curioso: soy el primer español miembro de la clase «Religiones del mundo», pero no formo parte de la delegación española de la Academia, sino de la suiza, pues lo importante es el lugar de trabajo, que en mi caso es la Universidad de Friburgo en Suiza. Yo no he sido propuesto por la delegación española, sino por la alemana y la suiza.

Un premio laico a un Historiador de la Iglesia, algo impensable en España.

Es verdad que es un cierto reconocimiento a mi trabajo, que me llena de satisfacción; pero tampoco hay que exagerar, pues estas cosas pertenecen un poco a la «vanitas» académica y también hay que aceptarlas con una humildad interior. No es tan impensable, como parece, una trayectoria como la mía en España, si bien es cierto que yo he hecho mi camino en países como Austria, Alemania y Suiza, en los que la teología forma parte de las universiades públicas y tiene, por lo general, un aire más liberal y mejores condiciones de trabajo, tanto a nivel económico como de la infraestructura de puestos de docencia e investigación, bibliotecas y otras instituciones. Así la teología en sus diversas ramas (bíblica, histórica, sistemática y práctica) está más enraizada en el discurso interdisciplinar de la «universitas studiorum». No conviene olvidar que en España nuestro Siglo de Oro coincide también con una teología universitaria de gran altura, mientras que la misma Iglesia en el siglo XIX optó aquí por retirarse de las Universidades. Las consecuencias de este error, como una falta de presencia de los teólogos en el medio académico y en el discurso interdisciplinar, las estamos padeciendo todavía, y algunos obispos parecen querer controlar todavía más «sus» facultades de teología que crear cátedras (con el debido «nihil obstat» eclesiástico, pero con libertad de investigación) en la universidad pública. Sólo hace falta leer «El Criticón» de Baltasar Gracián para darse cuenta de a dónde conducen la mediocridad o el miedo al discurso abierto y a la excelencia.

¿Cómo llegó un vallisoletano a decano de la Facultad de Teología de Friburgo?

Se hace camino al andar, como decía el poeta. Yo fuí seminarista en Valladolid y miembro, sin votos perpetuos y sin pedir el sacerdocio, de una congregación misionera. Guardo de esa época muy buenos recuerdos y una gratitud serena a la Iglesia. Al venir a Innsbruck en 1976 para continuar mis estudios y ver que más de la mitad de los estudiantes de teología en la Universidad pública eran laicos, me sentí más bien llamado a una vocación docente y una vida en estado laical. Como extranjero no me han regalado nada, sino que he tenido que apretar los codos más que otros para salir adelante: después de haber obtenido la licencia en teología, estuve entre 1979 y 1987 dando clases de religión y de español en dos colegios (a nivel de bachillerato) situados a 70 kilómetros de Innsbruck para poder sobrevivir. Al mismo tiempo acabé la licencia en filosofía, un diploma en pedagogía religiosa y el doctorado en teología.

¿Y, después a la enseñanza?

Entre 1988 y 1997 estuve ya como profesor ayudante en la Universidad Libre de Berlin, donde aproveché para doctorarme también en historia de la religión y hacer un postdoctorado en teología que aquí llaman «habilitación». En septiembre de 1997 obtuve la cátedra de Historia de la Iglesia en la Universidad de Friburgo (Suiza) en concurso público, sin tener amigos ni padrinos, pero con muchas publicaciones en alemán. Eramos 16 candidatos, entre ellos 8 de Suiza, sacerdotes y laicos, y el hecho de que optaran por mí significa que no han practicado la acepción de personas, sino que han seguido criterios de calidad académica. No sé si esto sería hoy posible en España, pero espero que las Universidades de nuestro país superen algún día la endogamia alarmante, que también se practica en las facultades de teología. Sobra decir que durante esos años me casé. Soy padre de tres hijas, y la vida compartida en la familia me ha llevado a ser más humano y más humilde que los años del seminario.

Suele definirse usted como "un teólogo en estado laical", algo también absolutamente raro en España.

Mi estado eclesial es el de laico, por los vericuetos de la vida, pero no sostengo una eclesiología militante, sino de la comunión entre todos los miembros del Pueblo de Dios. Ya dije más arriba que por aquí la teología tiene otra «circunstancia», de forma que hay muchos laicos tanto entre los estudiantes como entre los docentes, y cada vez más mujeres.

¿Cómo se ve el nivel de la Teología española desde Alemania?

La misma teología alemana ya no es lo que era, pues los grandes teólogos han sido también fruto del renovado interés por la teología después de la Segunda Guerra Mundial y de la coyuntura del Concilio. Así y todo sigue habiendo una gran diferencia entre la teología del mundo germanoparlante y la hispana, y no sólo gracias a la infraestructura universitaria, sino también por los temas tratados y la interdisciplinaridad. La teología española es prácticamente desconocida por estos lares. Se ha traducido algo ultimamente a Andrés Torres Queiruga, pero baste como síntoma decir que uno de nuestros más preclaros teólogos como Olegario González de Cardedal no está traducido al alemán, mientras que sí lo están muchos latinoamericanos de segunda fila, sin que haya razones realmente teológicas o académicas para ello, aparte de la simpatía por la teología de la liberación. Por otra parte, los grandes, y también algunos menores, teólogos de lengua alemana están profusamente traducidos al español. Esto significa que seguimos teniendo un mercado teológico más receptor que exportador o innovador, y la proliferación de centros teológicos en los últimos años no va acompañada de un aumento de la calidad.

En España van desapareciendo las grandes figuras teologicas y no parece haber relevo de "altura". ¿Ocurre lo mismo en Alemania?

En este campo hay una cierta analogía, pues las grandes figuras teológicas han sido también, como he dicho, fruto de la coyuntura conciliar. En el mundo alemán van desapareciendo los grandes, y las nuevas generaciones no han alcanzado la misma fama, aunque son mejores en el campo del trabajo interdisciplinar. Precisamente en estos días se ha publicado un estudio alarmante sobre el estado de la teología en Alemania : ha disminuído muchísimo el número de estudiantes y apenas hay suficientes teólogos cualificados para los puestos que van quedando libres. Por poner sólo un ejemplo: mientras que en 1997 se presentaron 16 candidatos a la cátedra que yo ocupo, en estos días he recibido como decano sólo 4 candidaturas para el puesto de profesor de Nuevo Testamento.

¿La Teología debería volver a las universidades públicas españolas?

A mi modo de ver, sí, sin ninguna duda. Los teólogos de la Escuela de Salamanca decían que Jesucristo no es un embaucador o estafador, sino un «maestro que enseña y da razones». Por eso la fe requiere la razón o el entendimiento, y por eso la teología debería estar siempre presente en los foros académicos. Esto contribuiría también a una mejor formación académica del clero y de los demás agentes de la Iglesia y a un mejor conocimiento de las problemas y la situación de la sociedad. Y no hay que olvidar que la teología académica también tiene la tarea inalienable de analizar las «patologías» de la religión y del cristianismo, que no son pocas. Y esta labor de higiene se hace mejor en la Universidad pública que en el gueto eclesial.

¿Cúales son los tres teólogos actuales vivos más importantes de España, a su juicio?

Olegario González de Cardedal por su solidez intelectual, bien enraizada en la tradición, y su buena pluma, abierta también a los meandros de Dios en la literatura, la filosofía y la mística. Andrés Torres Queiruga por su originalidad innovadora, que a primera vista suscita más cuestiones que respuestas, pero que procede de una espiritualidad serena y sanjuanista. Entre los historiadores de la Iglesia me quedo con Juan María Laboa, ahora que ya no está entre nosotros José Ignacio Tellechea, sin olvidar el gran trabajo que ha hecho Josep-Ignasi Saranyana.

¿Qué opinión le merece el Papa Ratzinger como teólogo?

Es sin duda un gran teólogo, al que tengo muy leído y que es muy sugerente, pero hay que evitar convertir en «canon», pues la teología vive, ya en el mismo Nuevo Testamento, del pluralismo ante el hecho inconmensurable de la encarnación. Yo prefiero su producción de los años sesenta, pero me gustan también algunos libros-entrevistas de su etapa como Cardenal-Prefecto con sus análisis de la situación de la Iglesia. Y su primera encíclica como Papa, «Deus caritas est», entrará en la historia como un magnífico esfuerzo por clarificar lo esencial del mensaje cristiano en un mundo cada vez más plural y dado a la confusión.

¿La religión, en general, es un bien social?

La religión es una constante antropológica y fuente de muchos bienes para la sociedad, pero también causa de ciertas «patologías» que la teología y las otras ciencias tienen que estudiar de forma crítica. La religión es demasiado importante para dejársela sólo a los teólogos o a los representantes de las llamadas «ciencias de la religión».

Algunos titulares

En Alemania la teología es más liberal porque forma parte de las universiades públicas

Los obispos españoles quieren controlar todavía más «sus» facultades de teología en vez de crear cátedras

Espero que las Universidades de nuestro país superen algún día la endogamia alarmante

La vida en la familia me ha llevado a ser más humano y más humilde que los años del seminario

Seguimos teniendo un mercado teológico más receptor que exportador o innovador

La teología debe analizar las «patologías» de la religión y del cristianismo, que no son pocas

Las críticas a la religión es preferible que se hagan en la Universidad pública, no en el gueto eclesial

La religión es demasiado importante para dejársela sólo a sus representantes

La teología española es prácticamente desconocida por estos lares: Se ha traducido algo ultimamente de Torres Queiruga

la proliferación de centros teológicos en los últimos años no va acompañada de un aumento de la calidad

En el mundo alemán también van desapareciendo los grandes teólogos

La Teología debería volver a las universidades públicas españolas

Los tres teólogos españoles actuales más importantes son Olegario González, Andrés Torres Queiruga y Juan María Laboa

El Papa Ratzinger ss sin duda un gran teólogo, pero prefiero su producción de los años sesenta



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