"Una fe elitista, autorreferencial y desencarnada que, bajo una apariencia de modernidad, podría estar promoviendo una de las herejías más antiguas" Movimiento Hakuna: ¿Una nueva forma de Gnosticismo?

Bajo una estética moderna y un discurso de rebeldía, surgen interrogantes sobre la ortodoxia y las prácticas del popular movimiento juvenil católico. Varios críticos señalan un elitismo, un culto al fundador y una espiritualidad que podría encerrar a los jóvenes en un subjetivismo alejado del servicio y la caridad
¿Qué renueva Hakuna en la Iglesia? ¿Es un soplo del Espíritu Santo o un huracán que amenaza con desviar el camino?
Detrás del exitoso estilo de marketing, los críticos señalan una estrategia de captación, o más bien de cooptación, de jóvenes. Se les propone un camino de vida que parece "controlable, seguro y claro", una fórmula que recuerda a estructuras más antiguas, pero con un barniz de modernidad. Algunos lo describen como un "Opus Dei con lifting"
"Una espiritualidad que huye de la carne se vuelve desencarnada. Y una pastoral que nace de esta visión tiende a generar conductas defensivas, triunfalistas y escasamente dialógicas, creando comunidades encerradas en sí mismas, incapaces de encontrarse con quien es diferente"
Detrás del exitoso estilo de marketing, los críticos señalan una estrategia de captación, o más bien de cooptación, de jóvenes. Se les propone un camino de vida que parece "controlable, seguro y claro", una fórmula que recuerda a estructuras más antiguas, pero con un barniz de modernidad. Algunos lo describen como un "Opus Dei con lifting"
"Una espiritualidad que huye de la carne se vuelve desencarnada. Y una pastoral que nace de esta visión tiende a generar conductas defensivas, triunfalistas y escasamente dialógicas, creando comunidades encerradas en sí mismas, incapaces de encontrarse con quien es diferente"
| Juan Manuel Ribeiro, sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Argentina
Desde su surgimiento en 2013 y con un notable impulso tras la pandemia, el Movimiento Hakuna se ha posicionado como una de las propuestas evangelizadoras más disruptivas para la juventud católica. A primera vista, su fórmula parece un soplo de aire fresco: música pop-rock, redes sociales, encuentros con cerveza y una estética cuidada y planificada.El movimiento, fundado y dirigido por el sacerdote José Pedro Manglano, conocido como “Josepe”, busca hablar el lenguaje de los jóvenes.
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La pregunta inicial es inevitable: ¿Qué renueva Hakuna en la Iglesia? ¿Es un soplo del Espíritu Santo o un huracán que amenaza con desviar el camino? Aunque sus defensores celebran su éxito en atraer a jóvenes alejados de la fe, han surgido serias notas preocupantes que invitan a un análisis más profundo.
Marketing, Elitismo y un "Lifting" al Opus Dei
Detrás del exitoso estilo de marketing, los críticos señalan una estrategia de captación, o más bien de cooptación, de jóvenes. Se les propone un camino de vida que parece "controlable, seguro y claro", una fórmula que recuerda a estructuras más antiguas, pero con un barniz de modernidad. Algunos lo describen como un "Opus Dei con lifting", diseñado para parecer joven, renovador y disruptivo, pero dirigido preferentemente a jóvenes de clases altas o medias acomodadas, consolidando así un carácter marcadamente elitista.
La palabra de "Josepe" parece, en ocasiones, tener más peso que la propia Palabra de Dios, y sus libros y expresiones marcan la pauta del pensamiento del grupo. Títulos como Santos de mierda y otras expresiones bruscas proyectan una falsa imagen de libertad y rebeldía, que en el fondo legitiman una estructura vertical y centrada en su inspirador/fundador
Este elitismo se ve reforzado por un desmesurado culto a la figura del fundador. La palabra de "Josepe" parece, en ocasiones, tener más peso que la propia Palabra de Dios, y sus libros y expresiones marcan la pauta del pensamiento del grupo. Títulos como Santos de mierda y otras expresiones bruscas proyectan una falsa imagen de libertad y rebeldía, que en el fondo legitiman una estructura vertical y centrada en su inspirador/fundador.
El uso constante de una terminología propia ("escapadas", "pringados", "compartiriado", "revolcadero") no es un detalle menor. Este lenguaje consolida la identidad de grupo, creando una barrera entre "los de dentro" y "los de fuera". Por ejemplo, ser un "cristiano pringado" se convierte en una marca de honor sectaria, la de un incomprendido que solo encuentra su lugar en este círculo exclusivo.

La Trampa del Subjetivismo: ¿Una Fe Neognóstica?
El núcleo de la crítica apunta a una desviación teológica grave, que resuena con lo que el Papa Francisco ha denominado las nuevas formas de gnosticismo. Se trataría, en palabras del Pontífice, de: «un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar».
Esta crítica se materializa en la espiritualidad que promueve Hakuna. Las adoraciones eucarísticas, su práctica más visible y atractiva, corren el riesgo de convertirse en un ejercicio de oración intimista que favorece el subjetivismo e individualismo espiritual. En lugar de ser un encuentro con Cristo que impulsa a la caridad y al servicio, se transforma en una "adoración de la adoración", un fin en sí mismo. La fe queda encerrada en la esfera de lo personal, como describía el Papa Francisco: «una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos».

Este modelo no parece conducir de la Adoración del Santísimo Sacramento a una vida expuesta a los demás, a hacer de la propia existencia una Eucaristía para el mundo (como lo hicieron grandes santos como la Madre Teresa de Calcula). Por el contrario, fomenta una búsqueda neognóstica de un perfeccionismo espiritual individual, donde el "conocimiento" o la "experiencia" secreta del grupo es lo que salva. El notable también secretismo que rodea sus retiros y espacios de espiritualidad alimenta esta curiosidad por una perspectiva supuestamente oculta y privilegiada. A tal punto, que más allá de lo que declama su fundador, no pocas veces, el movimiento actúa subterráneamente, sin el aval y conocimiento de la autoridad eclesiástica competente.
En vez de generar arraigo eclesial, genera sectarismo, aun dentro de las comunidades parroquiales donde funciona. Si en una comunidad o capilla se les pide un marco o un encuadre, el movimiento termina migrando y buscando el lugar donde pueda “desarrollar su carisma” o, en otras palabras, seguir haciendo la suya
En vez de generar arraigo eclesial, genera sectarismo, aun dentro de las comunidades parroquiales donde funciona. Si en una comunidad o capilla se les pide un marco o un encuadre, el movimiento termina migrando y buscando el lugar donde pueda “desarrollar su carisma” o, en otras palabras, seguir haciendo la suya.
Un Monofisismo Espiritual y Pastoral
Las consecuencias de lo mencionado son profundas. La dimensión espiritual, según sus críticos, adolece de un cierto angelismo gnóstico, docetista y pelagiano, con un fuerte componente monofisita: se acentúa de tal manera la divinidad de Cristo que su humanidad, su encarnación en lo concreto y lo “barroso” de la vida, queda diluida.

Como advierte la teología, los monofisismos cristológicos se traducen inevitablemente en monofisismos eclesiológicos, espirituales y pastorales. Una Iglesia que no abraza la humanidad herida de Cristo se convierte en una comunidad de "puros" o "elegidos". Una espiritualidad que huye de la carne se vuelve desencarnada. Y una pastoral que nace de esta visión tiende a generar conductas defensivas, triunfalistas y escasamente dialógicas, creando comunidades encerradas en sí mismas, incapaces de encontrarse con quien es diferente. En el fondo, comunidades de “pringados elegidos”, enfrentados sutilmente al mundo y al resto de la iglesia, que no tenemos esa “hondura espiritual”, por eso, “no entendemos” ni los entendemos a quienes se autodenominan “pringados”.
En definitiva, mientras Hakuna se presenta como la vanguardia de la nueva evangelización, las críticas señalan un camino peligroso: el de una fe elitista, autorreferencial y desencarnada que, bajo una apariencia de modernidad, podría estar promoviendo una de las herejías más antiguas: la gnosis, la creencia de que la salvación no viene del encuentro con un Cristo encarnado, sino de un conocimiento o experiencia especial reservada para unos pocos elegidos. La pregunta sigue en el aire: ¿es Hakuna la renovación que la Iglesia necesita para su pastoral juvenil o un espejismo que la aleja de su misión fundamental?
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