"La llegada del Presidente Boric a La Moneda es un acontecimiento de gran impacto nacional y latinoamericano" Nuevo presidente de Chile despierta esperanza para el mundo

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"El 11 de marzo, Gabriel Boric Font fue investido como el Presidente más joven de la historia, una condición que para algunos despierta dudas y temores"

"En medio de una vorágine de acontecimientos y de expectativas, el presidente transmite realismo ante las dificultades que encuentra para gobernar, radicadas en un parlamento donde no cuenta con mayoría y con restricciones presupuestarias heredadas"

"En la contemplación de este acontecer histórico, y desde la perspectiva cristiana, parece configurarse un elocuente 'signo de los tiempos', porque desde el sur del mundo surge un grito de esperanza universal"

El 11 de marzo de 2022 asumió el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric Font. Un día importante, repleto de emociones para un país pequeño, que con su historia se ha ganado el respeto y la admiración de las naciones. Desde que Alonso de Ercilla y Zúñiga, hace casi 500 años, exaltara las virtudes de su pueblo originario, en La Araucana, Chile siempre ha estado presente en la perspectiva internacional.

En los últimos cincuenta años, el acontecer de nuestro país no ha dejado de capturar el interés mundial. La irrupción del socialismo democrático en 1970, derrocado por un brutal golpe cívico militar en 1973, convirtió a nuestro país en objeto de interés social y político. Luego, en plena postmodernidad, en 2010 la sociedad chilena se puso a la vanguardia sideral, provocando la mayor crisis de la Iglesia local por la fuerza de su convicción para denunciar y perseguir el flagelo de la pederastia eclesial, anticipando así una crisis de magnitud universal.

Mas recientemente, la injusticia social provocada por la imposición -en dictadura- de un modelo neoliberal, que multiplicó frustración y marginación al subordinar los derechos sociales a las exigencias del mercado, generó el impresionante Estallido Social del 18 de octubre de 2019.

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En medio de rebeldías y un futuro peligrosamente incierto, se encauzó la crisis a través del consenso de una Asamblea Constituyente, cuya instalación fue abrumadoramente respaldada por el pueblo de Chile.

En ese contexto, el 19 de diciembre de 2021 fue electo el Presidente Gabriel Boric con un sólido respaldo del 56% de los votos, alcanzando la hazaña de movilizar al mayor electorado de la historia republicana de Chile.

El 11 de marzo, Gabriel Boric Font fue investido como el Presidente más joven de la historia, una condición que para algunos despierta dudas y temores. Al respecto, hay recordar que el Presidente Boric tiene una trayectoria de coherencia en su compromiso social y político, que pocos tienen a su haber.

La crisis de la educación chilena, provocada por la dictadura que la convertió en un bien de consumo, consiguió unir y movilizar a los estudiantes secundarios en el año 2006, quienes luego se congregaron en federaciones universitarias y, finalmente, en un movimiento político juvenil que irrumpió en el Congreso con Camila Vallejos, Giorgio Jackson y Gabriel Boric como Diputados.

Para conducir ese vertiginoso proceso debieron prepararse, organizarse, crear colectivos de participación y, lo más importante, converger tras el objetivo del bien común, sin abandonar sus diferencias políticas. En su veloz trayectoria, fueron capaces de sentar las bases de la Política grande y con mayúscula, que es la mejor prueba de gobernabilidad que hoy garantiza el gobierno del Presidente Boric.

Desde 2006, cuando protagonizaron la Marcha de los Pingüinos, han transcurrido 16 años que avalan una experiencia indiscutible que ofrece conducción y transformación, en un contexto de múltiples y complejos desafíos.

Toma de posesión de Boric

Se comprende entonces que la llegada del Presidente Boric a La Moneda es un acontecimiento de gran impacto nacional y latinoamericano. De hecho, la alegría y la esperanza que esto despierta ha sido elocuente.

Cuando han transcurrido tres días de este acontecimiento, se han multiplicado los signos y símbolos que están marcando el comienzo de un nuevo ciclo. Para comprenderlos, las palabras del Presidente han sido claras y asertivas.

La atención a las demandas sociales, el sentido de nación, el mensaje de integración a los pueblos de Chile -que remite a nuestros pueblos originarios- la proclamación de un gobierno feminista, la priorización de los temas ambientales, la inclusión de tantas marginaciones sociales y culturales, la fractura de nuestra historia marcada por la violación sistemáticamente de los DDHH, el apoyo de la tarea constituyente, el respeto a la disidencia política, la descentralización geográfica del gobierno, el llamado a la reintegración latinoamericana del cono sur, en fin, tantos desafíos.

Entre signos, símbolos y palabras, los hechos aportan coherencia. En medio de una vorágine de acontecimientos y de expectativas, el presidente transmite realismo ante las dificultades que encuentra para gobernar, radicadas en un parlamento donde no cuenta con mayoría y con restricciones presupuestarias heredadas. La fuerza y convicción de sus palabras le conceden esa credibilidad que deberían moderar las expectativas. Su empatía humana es un activo que debiera darle tiempo a esa espera ciudadana ansiosa de transformaciones.

En la contemplación de este acontecer histórico, y desde la perspectiva cristiana, parece configurarse un elocuente “signo de los tiempos”, porque desde el sur del mundo surge un grito de esperanza universal, justo cuando se ciernen en el horizonte hechos tan tristes y brutales, como una pandemia que perdura y una guerra en el corazón de Europa.

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Entonces, desde Chile parece realizarse aquello en que “todo lo bueno que se encuentra sembrado en el corazón y en la mente de los hombres y en los ritos y culturas de estos pueblos, no sólo no desaparezca, sino que se purifique, se eleve y perfeccione para la gloria de Dios, … y felicidad del hombre.” (Lumen gentiun 17).

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