"Sin ella, el dolor sería absurdo" Pascua de Resurrección, fundamento de la Esperanza

Resurrección
Resurrección

"La muerte de Jesús no es el final. Como afirma san Pablo en su primera carta a los Corintios: 'Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe' (1 Cor 15,14)"

"La Resurrección de Jesús es el dogma más consolador de la fe cristiana. Sin ella, el dolor sería absurdo, las penas de esta vida un sarcasmo cruel, y la muerte, una derrota sin sentido"

"Jesús anunció a sus discípulos su partida con una promesa: 'Voy a prepararos un lugar… y volveré y os llevaré conmigo' (Jn 14,2-3)"

"Incluso el arte sagrado se hace eco de esta espera"

Introducción

La muerte de Jesús no es el final. Como afirma san Pablo en su primera carta a los Corintios: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Cor 15,14). La Resurrección de Jesús es el dogma más consolador de la fe cristiana. Sin ella, el dolor sería absurdo, las penas de esta vida un sarcasmo cruel, y la muerte, una derrota sin sentido.

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El teólogo Carlos Cardó lo expresó con admirable claridad:

“Sin la resurrección, el sufrimiento sería idiota, las penas de esta vida, sarcasmos crueles de una divinidad inhumana, la muerte, una inmolación infructuosa, destrucción por destrucción, imbecilidad de una caída sin rebote, de una siembra sin germinación” (L’Evangeli d’avui, 1, Barcelona 1954, p. 263).

Jesucristo: Camino, Verdad y Vida - Periodico La Verdad

La promesa de vida eterna

Jesús anunció a sus discípulos su partida con una promesa: “Voy a prepararos un lugar… y volveré y os llevaré conmigo” (Jn 14,2-3). Tras la Ascensión, los ángeles recuerdan: “Este Jesús que habéis visto subir al cielo… volverá” (Hch 1,11). Esta esperanza sostiene y orienta toda la vida cristiana hacia la eternidad.

Incluso el arte sagrado se hace eco de esta espera: durante siglos, las iglesias se han construido orientadas al oriente, lugar donde nace el sol, símbolo de Cristo, el Sol de Justicia (Mal 3,20). La comunidad cristiana celebra la Eucaristía como acción de gracias y como anticipo del retorno glorioso del Señor.

Una historia de salvación: Del Génesis al Apocalipsis

La Resurrección no es un hecho aislado. Desde los comienzos, la historia humana ha estado orientada hacia la Pascua del Señor:

-En el Génesis, Dios crea el paraíso y manifiesta su amor al hombre.

-Con Abraham, elegido para ser padre de un pueblo, se anticipa el sacrificio redentor.

-Moisés, figura de Cristo, libera a Israel, como Jesús libera del pecado.

-Los profetas, como Baruc y Ezequiel, llaman a la conversión y anuncian una nueva alianza.

-En el Nuevo Testamento, San Pablo proclama que el cristiano debe morir al pecado para renacer a la vida de la gracia.

El sepulcro vacío de muerte está derramando vida

El sepulcro vacío: Victoria sobre la muerte

El Domingo de Pascua, las mujeres van al sepulcro y lo encuentran vacío. Los ángeles les preguntan: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lc 24,5). Pedro y Juan corren al lugar. Juan, al ver los lienzos en el suelo, “vio y creyó” (Jn 20,8).

La Resurrección no fue un mito ni una simple reanimación. No es como la de Lázaro, que volvió a una vida mortal. Jesús pertenece ahora a una dimensión divina. Como escribió Joseph Ratzinger:
“La superación de la muerte, su eliminación real, es aún hoy el deseo y el objeto de la búsqueda del hombre” (El Camino Pascual).

La Aparición a María Magdalena

María Magdalena, fiel hasta el final, fue la primera testigo del Resucitado. Al principio no lo reconoce, pero al escuchar su nombre, responde con emoción: “¡Rabboni!” (Jn 20,16). Jesús la convierte en la primera anunciadora de la Pascua: “Apóstol de los apóstoles”.

Una fe que transforma la vida

Creer en la Resurrección no es solo aceptar un hecho histórico: es vivir una existencia nueva. San Pablo lo resume así: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba” (Col 3,1).

La fe pascual nos llama a:

-Renovar el bautismo, muriendo al pecado y viviendo para Dios.

-Ser testigos de esperanza, mostrando que Cristo vive en nosotros.

-Celebrar la Eucaristía, verdadero encuentro con el Resucitado.

El cristiano vive entre el “ya” y el “todavía no”: ya resucitado por la gracia, pero aún caminando hacia la plenitud. Jesús ha abierto un camino que conduce a la vida verdadera, una vida que comienza aquí, pero no termina aquí.

Conclusión: La alegría de la Pascua

La Pascua no es solo un día, sino un tiempo: cincuenta días para celebrar la victoria de Cristo sobre la muerte. Es la fiesta más grande de la Iglesia, la que da sentido a todas las demás.

Hoy, como los primeros discípulos, estamos llamados a proclamar con alegría:
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!

Con esta certeza podemos vivir con esperanza. Si morimos con Él, también resucitaremos con Él. Que esta Pascua nos llene de luz, fortalezca nuestra fe, y nos impulse a ser testigos del Amor que vence a la muerte.

“Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” (Sal 118,24).

Renovar nuestra esperanza - SSVP Global

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