"Queda mucho que hacer para que los católicos negros del país sean completamente aceptados" Segregación racial en Usamérica y la Iglesia católica (III)

Cardenal Gregory
Cardenal Gregory

"Juan Garrido, un negro libre del que sabemos con certeza que había sido bautizado en Lisboa, es el primer negro católico de quien sabemos el nombre que pisó tierra en lo que hoy es Usamérica"

"El mismo Jefferson consideraba el esclavismo  como 'un horrible borrón' en América, pero tenía un centenar de esclavos y varios hijos bastardos con madres esclavas"

"En 1693 la Corona española decretó que todos los esclavos que escaparan de amos protestantes y se bautizaran católicos fueran automáticamente declarados libres"

"Desde el punto de vista de la aplicación de la esclavitud, las diferencias entre católicos y protestantes eran pequeñas; la mayor procedía del hecho de que los católicos, en general, eran más pobres que los protestantes y, debido a ello, el número de esclavos propiedad de católicos era menor que el de los protestantes"

"Y así encontramos hoy una Iglesia usamericana completamente integrada, aunque queda todavía mucho que hacer para que los católicos negros del país, especialmente en ciertas zonas puntuales, sean completamente aceptados"

Primeros católicos negros en lo que hoy es Usamérica.

El 2 de abril de 1513 Juan Ponce de León, acompañado de un pequeño grupo, pisó por vez primera lo que hoy conocemos como Florida. El 8 del mismo mes tomó posesión de aquellas tierras en nombre de la corona española. Entre los presentes estaba Juan Garrido, un negro libre del que sabemos con certeza que había sido bautizado en Lisboa. Es el primer negro católico de quien sabemos el nombre que pisó tierra en lo que hoy es Usamérica. Muy posiblemente, no era el único negro en la expedición, sino que habría algunos más como esclavos al servicio de los españoles y que posiblemente estaban bautizados, ya que, aunque se dudaba si los negros tenían alma, por si acaso … sus católicos amos los hacían bautizar.

El 9 de agosto de 1526, Juan Vázquez de Ayllón desembarcó cerca de la actual Jamestown, Virginia, con 600 colonos para organizar una colonia que, muy poco después, trasladó a lo que hoy es el estado de Georgia. En el numeroso grupo sabemos que había algunos esclavos negros, llevados para trabajar las nuevas tierras y que, casi seguro, habían sido bautizados también como católicos.

Juan Ponce de León

El 15 de abril de 1528 saltó a tierra, cerca de la actual San Petersburgo, en Florida, la malhadada expedición de Pánfilo de Narvaez. Entre posiblemente otros, había en la expedición un esclavo “negro africano” (aunque casi seguro era bereber) de nombre Estebanico, que ha pasado a la historia como uno de los compañeros de Álvar Núñez Cabeza de Vaca en su increíble viaje por tierra desde la isla de Galveston en Texas hasta la Ciudad de México. Es el primer esclavo negro en tierras de la actual Usamérica de quien sabemos el nombre. Doy por hecho que, como los esclavos de las expediciones de Ponce de León y de Ayllón, había sido bautizado.

Aunque es uno muy poco tenido en cuenta, es casi seguro que, entre los numerosísimos esclavos llevados al Nuevo Mundo desde África, hubiera bastantes católicos, ya que muchos de los apresados, principalmente por negreros portugueses, eran del Congo, donde había una muy floreciente y muy numerosa comunidad católica, gracias a misioneros portugueses y al trabajo del rey negro Alfonso I del Congo, el primero en ser reconocido como tal en Europa. Uno de sus hijos, Enrique, educado en Europa, fue ordenado obispo en 1518.

Comienzos de la esclavitud en Usamérica.

A finales de agosto de 1619, llegaba a Jamestown, Virginia, el barco corsario inglés The White Lion (el León Blanco) que cambió “unos veinte negros”, hechos presa en el barco negrero portugués San Juan Bautista, por víveres para la tripulación. Era el preludio de lo que se iba a convertir en uno de los negocios más sucios y horrendos en la historia de la humanidad. Se calcula que, sólo en el siglo XVIII, más de seis millones de seres humanos fueron raptados en sus países africanos de origen para ser llevados a las Américas, Norte, Centro-Caribe y Sur.

San Juan Pablo II condenaría este comercio con palabras como estas: “Durante todo un período de la historia del continente africano, hombres, mujeres y niños fueron traídos a América, arrancados de su tierra y separados de sus familias para ser vendidos como mercancía. Estos hombres y mujeres fueron víctimas de un vergonzoso comercio en el que tomaron parte personas bautizadas que no han vivido según su fe”. Muchos de estos bautizado fueron españoles que convirtieron el transporte y la compra-venta de esclavos en uno de los más lucrativos negocios de los siglos XVII-XIX.

Declaración de independencia USA

2 Declaración de Independencia. Legislación constitucional y esclavitud.

El segundo párrafo de la Declaración de Independencia comienza así: “Sostenemos como evidentes las siguientes verdades: que todos los hombres son creados iguales; que a todos los ha dotado el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”.

Del dicho al hecho… ¿Qué ocurre con aquellos que ‘parecen’ hombres, pero realmente no son considerados como tales porque su piel no es blanca? Parafraseando a Hamlet, “ser o no ser, esa es la cuestión”.

Uno de los firmantes de la Declaración de Independencia en 1776, Charles Carroll, era el único católico en el grupo. Tenía para su servicio personal dos sirvientes negros, uno libre y esclavo el otro, además de muchos más (era uno de los hombres más ricos entre los que firmaron la Declaración) que trabajaban en sus en enormes propiedades. Anecdóticamente, una ley estatal aprobada en 1704 “para impedir el crecimiento del papismo en esta provincia” le impedía ocupar cargos públicos. Su primo John Carroll era jesuita, educado como Charles en Europa, pero, tras la supresión de la Compañía por Roma, pasó a trabajar como sacerdote diocesano y fue más tarde el primer obispo y luego arzobispo de Baltimore.

La nueva nación de los Estados Unidos de América nacida el 4 de julio de 1776 era una Confederación de los trece estados que habían firmado la Declaración de Independencia de Inglaterra en esa fecha. La mano dura sobre sus colonias y la falta de representación en el gobierno de la metrópolis fueron dos de las razones que llevaron a los colonos a declararse independientes. Debido a ello, tenían pánico a crear una nación con un gobierno tan centralizado que acabasen tan mal o peor que bajo el dominio inglés.

Por eso, los Artículos de Confederación daban muy poco poder a un gobierno central y mucho a los estados individuales. Estos artículos ni siquiera mencionaban la esclavitud; era cuestión de cada estado. Muy pronto descubrieron que los Artículos hacían agua por muchas partes y que era necesario crear un nuevo sistema de gobierno. El 25 de mayo de 1787 se juntaron en Philadelphia delegados de la mayoría de las 13 colonias –Rhode Island no envió ninguno- y, tras muchas discusiones, encargaron a Thomas Jefferson la redacción de la actual Constitución.

Thomas Jefferson

Los trece estados eran esclavistas y también lo eran la mayoría de los representantes, aunque ya a muchos de ellos les repugnaba el sistema. El mismo Jefferson lo consideraba “un horrible borrón” en América, pero tenía un centenar de esclavos y varios hijos bastardos con madres esclavas; George Washington la definía como “repugnante”, pero era también dueño de esclavos; y así por el estilo.

Jefferson quiso que la nueva Constitución aboliera tanto la trata de esclavos como la institución misma, pero la mayoría de los representantes rechazaron su propuesta y ambos sistemas se declararon vigentes para todos los estados. Unos 500.000 esclavos componían en aquella fecha un 5% de la población total; en los estados sureños suponía un 40%.

A lo hora de decidir el sistema de gobierno, la opinión del sur era que la representación se lograra sola y exclusivamente basada en la población de cada estado. Esto iba en detrimento de los más pequeños, así que se llegó a un compromiso: en la Cámara Alta o Senado cada estado tendría dos representantes; en la Baja o Cámara de Representantes, los estados tendrían una representación proporcional a la población del mismo. Y aquí se originaba un problema relacionado con la esclavitud: ¿entraban las “otras personas” en el cómputo al decidir cuántos representantes tendría cada estado o no? Los estados sureños, más ricos y con muchos esclavos, defendían que sí; los del norte, que no.

Había otro problema a dilucidar: a la hora de pagar impuestos al gobierno central, ¿se contaría a los esclavos como ‘personas’ o no? Los estados norteños defendían que no, dado que no les afectaba mucho, mientras que los del sur, donde abundaban los esclavos, estaban a favor. Al final se llegó a lo que se conoce como la “Resolución de las tres quintas partes”: a la hora de elegir representantes y de pagar impuestos, se incluiría en la población de cada estado a los esclavos, contándolos como tres quintas partes de una persona. Para compensar a los sureños, a los que la solución no gustaba, la nueva Constitución permitía a los esclavistas del sur perseguir en los estados norteños a sus esclavos huidos.

La actual Constitución de USA fue aprobada en 1787 por la mayoría de los delegados presentes, si bien se había decidido que sería necesaria la firma y aceptación de nueve de los trece estados para que entrase en vigor, cosa que no se logró hasta el 21 de junio de 1788, cuando New Hampshire se convirtió en el noveno estado firmante y la nueva Constitución, a partir de ese momento, se convirtió en ley para los trece. En lo relacionado con los esclavos, estuvo vigente hasta el 1 de enero de 1863, cuando el presidente Lincoln proclamó la abolición de la esclavitud en todo el país, aunque este ya estaba dividido en dos y la Guerra de Secesión entre norte y sur ya había comenzado.

Lincoln

Situación en los territorios españoles.

España era dueña de una gran parte del territorio que hoy forma Usamérica y, aunque la esclavitud no se abolió en nuestra patria hasta 1837 (con la excepción de Puerto Rico, 1873, y Cuba, 1886), la realidad es que en la península estaba ya de capa caída y en las colonias españolas la situación con respecto a ella y, sobre todo, a los esclavos, era mucho más benigna que en los antiguos dominios de Inglaterra.

A partir de 1670, esclavos de los nuevos asentamientos en Carolina del Sur comenzaron a escapar a los territorios españoles de La Florida, donde se les aceptaba como “hermanos en Cristo” y se les consideraba libres. De hecho, en 1693 la Corona española decretó que todos los esclavos que escaparan de amos protestantes y se bautizaran católicos fueran automáticamente declarados libres, lo que, como es de esperar, enfurecía a los que los perdían como mano de obra barata, dado que la voz se corría de plantación en plantación y la huida de esclavos aumentaba de día en día.

En 1738 el número de estos esclavos liberados había aumentado tanto que el gobernador español de La Florida, Manuel de Montiano y Sopelana, estableció para ellos un pueblo llamado El Pueblo de Gracia Real de Santa Teresa de Mosé, a unos tres kilómetros al norte de la ciudad española de San Agustín, erigiendo en la zona el Fuerte Mosé para protegerlos. Fue el primer pueblo negro libre en lo que hoy conocemos como USA.

Norte y Sur

En los estados del norte, todos ellos originariamente esclavistas como los del sur, se iba creando una fuerte economía basada en la industria; trabajar en ella no era considerado tan denigrante como hacerlo en la agricultura, de forma que la presencia de trabadores blancos no hacía tan necesaria la de esclavos, de ahí que, poco a poco, el abolicionismo, doctrina que condenaba la existencia de la esclavitud, fue haciéndose cada vez más fuerte. Se comenzaba por ilegalizar la importación y compra-venta de esclavos, y se acababa por manumitirlos.

Pierre Toussaint

Mientras llegaba esta concesión de la libertad de los esclavos, miles de estos seguían en la práctica como tales. Y entre los amos, se encontraban laicos católicos, amén de obispos, sacerdotes y órdenes religiosas. En 1804 todos los estados norteños habían abolido la esclavitud. La famosa novela de Harriet Beecher Stowe, La cabaña del Tío Tom, influyó mucho en la opinión pública a favor del abolicionismo.

Un caso interesante es el del negro católico Pierre Toussaint, nacido esclavo en Haití en 1766 y llegado a Nueva York en 1787 donde trabajó en una peluquería y recibió la libertad en 1807. Heredó la peluquería y bienes de su amo y se convirtió en el peluquero más famoso de la ciudad, además de participar en otros negocios, logrando hacer una fortuna. Se casó con una esclava, pero no tuvo descendencia. Haciendo honor a su apellido, dedicó su fortuna a proyectos caritativos, entre ellos la fundación de varios orfanatos y la ayuda a la construcción de la primera catedral de Nueva York. Murió en 1853. Iniciado su proceso de canonización, sus restos descansan hoy día en el cementerio de obispos y dignatarios de la diócesis situado en la cripta de la catedral de San Patricio.

La situación, mientras tanto, era muy diferente en el sur, donde la economía estaba basada primariamente en la agricultura. Las enormes y ricas plantaciones, donde el cultivo del tabaco, el arroz y el añil o índigo (indigofera tinctoris) había predominado por mucho tiempo, cedió el paso al algodón. El invento en 1793 por Eli Whitney de la máquina para separar las semillas de la fibra, que simplificaba de manera sencilla y eficaz la labor algodonera, unido a la insaciable sed de la creciente industria textil en Inglaterra y otros países europeos por dicha fibra, hizo imprescindible la labor barata de los esclavos. Miles y miles eran hechos cautivos en África y llevados, en condiciones tan inhumanas que a veces ocasionaban la muerte de muchos en el trayecto, a los puertos atlánticos de Usamérica, especialmente del sur, para ser ignominiosamente vendidos a los dueños de las plantaciones como cosas de valor, ciertamente, pero como cosas.

Digo de valor porque, sin duda, lo eran para los patrones que, sin embargo y en muchos casos posiblemente minoritarios, los sometían a horarios de trabajo prolongadísimos en los inmensos campos de algodón, normalmente vigilados por un capataz blanco que no dudaba en castigar con el látigo a los que no trabajan al ritmo que él exigía. Los pocos que trabajaban en labores del hogar en la residencia de la plantación lo tenían más fácil, pero no dejaban de ser considerados ‘cosas’. Muchas de las mujeres acababan en las camas de sus señores o de los hijos de estos donde, aparentemente, el color de la piel no importaba gran cosa. Los bastardos blanquinegros eran numerosos, con el agravante de que, por haber nacido de una esclava, ellos eran esclavos también, a pesar de que todos supieran de quién eran hijos y de que fueran en ocasiones casi tan blancos como sus padres.

Francisco López de Mendoza Grajales

La Iglesia Católica. Esclavitud y segregación racial.

La primera misa cebrada en tierras de la actual Usamérica la celebró el padre Francisco López de Mendoza Grajales el 8 de septiembre de 1565 durante la fundación de la ciudad de San Agustín por el almirante Pedro Menéndez de Avilés. Los católicos de los entonces territorios bajo el dominio de Inglaterra o España dependían de diócesis españolas (más tarde cubanas y mexicanas) e inglesas y canadienses. En 1783, al final de la Guerra Revolucionaria, había en los territorios de las trece colonias fundadoras de USA unos 25.000 católicos de una población aproximada de tres millones; de paso, eran considerados de segunda o tercera categoría por sus paisanos mayoritariamente protestantes. El estado de Maryland era el que mayor número de ‘papistas’ tenía y por ello, el 6 de noviembre de 1789, se erigió en él la primera diócesis del nuevo país, Baltimore.

Desde el punto de vista de la aplicación de la esclavitud, las diferencias entre católicos y protestantes eran pequeñas; la mayor procedía del hecho de que los católicos, en general, eran más pobres que los protestantes y, debido a ello, el número de esclavos propiedad de católicos era menor que el de los protestantes. En los estados del norte, donde la abolición de la esclavitud fue convirtiéndose en realidad poco a poco, los negros eran oficialmente libres, pero no eran muy bien recibidos en las iglesias blancas, católicas incluidas. En los del sur les estaba absolutamente prohibido entrar en ellas.

Las famosas e infamantes ‘leyes Jim Crow’, que relegaban a los negros a ciudadanos de segunda o peor, tenían mucho más peso que la legislación federal. Para mantener en raya a los negros ‘con ideas’, nacieron organizaciones como el KuKluxKlan, que los aterrorizaba, como también a algún católico o judío. La novela El cardenal, de Henry Morton Robinson, convertida en 1963 en unaexcelente película por Otto Preminger, presenta una visión muy realista de la situación de los negros en general en el sur y de los católicos en particular.

Segregación racial

Las leyes locales enforzaban el cumplimiento de la segregación y las iglesias, todas, las aceptaron en la práctica hasta los años 60 del siglo pasado, cuando comenzó el movimiento por la defensa de los derechos civiles que, finalmente, desmanteló la segregación de forma legal definitiva, aunque siguieran existiendo situaciones puntuales en que se ignoraban flagrantemente las nuevas leyes. Recuerdo perfectamente cuando al principio de los 60 algunos negros, muy pocos, se atrevían a entrar en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Port Arthur, Texas, para situarse, siempre, en los últimos bancos de la iglesia. Y esto en una parroquia que, en realidad, estaba segregada por otro motivo: por ser mexicana, lo que había sometido a sus parroquianos a una segregación casi tan dura como la sufrida por los negros.

El agustino padre Luis Franco, llegado a Port Arthur el año 1950, me contaba cómo, al poco de llegar, había ido a una de las parroquias blancas de la ciudad y vio a un negro cortando el césped que rodeaba las instalaciones parroquiales. Entabló conversación con él y, llevado por la curiosidad, le preguntó si le pagaban por su trabajo lo mismo que a un blanco, a lo que el interrogado respondió que se le pagaba la mitad. Lo comentó con el responsable blanco del mantenimiento de las instalaciones parroquiales y recibió la respuesta de que, efectivamente, un blanco recibiría el doble, pero que este haría el trabajo en un par de horas, mientras que el negro emplearía toda la mañana. Para apuntalar más su argumento, informó al padre que nunca enviaría a sus hijos a una escuela integrada porque los negros eran sucios, olían mal, no tenían educación alguna y estaban poco civilizados. Y esto en labios de un ‘buen católico’. (¿Se parece algo a lo que solemos en España aplicar a los gitanos?) Naturalmente, esto ocurría con la ‘bendición’ del párroco.

En 1854 se ordenó al primer sacerdote nativo negro, James Augustine Healy. Su historia y la de su familia es un tanto rocambolesca, debido precisamente a la esclavitud. Su padre, Michael Healey, era un inmigrante irlandés afincado cerca de Macon, Georgia, que había hecho una gran fortuna y poseía una plantación en la que trabajaba un buen grupo de esclavos, entre ellos una joven mestiza de 16 años llamada Eliza que él había comprado y a la que tomó como esposa ‘de ley común’, ya que los matrimonios interraciales estaban prohibidos y castigados por la ley. Tuvieron 10 hijos de los que 9 llegaron a adultos.

Aunque Michael los reconoció a todos, legalmente eran esclavos, como hijos que eran de una esclava, aunque esta fuese solamente ‘octoroon’ (una octava parte de origen negro), con lo que sus hijos eran ‘hexadecaroons’ (una decimosexta parte). Como, entre otras cosas, a los esclavos les estaba prohibida cualquier educación formal, el padre envió a todos sus hijos a estudiar en el norte, donde serían libres y podrían recibir una buena formación. Además, al no haber una iglesia católica cerca de su plantación, los hijos del católico padre no estaban bautizados; lo fueron cuando entraron en los colegios católicos donde estudiaron. Los varones primero en colegios cuáqueros en Nueva York y después en el colegio universitario de Holy Cross (Santa Cruz) que los jesuitas regentaban en Worcester, Massachussetts.

Healy

Tres de ellos decidieron hacerse sacerdotes y, dado que en Usamérica no eran admitidos en los seminarios o noviciados, hicieron sus estudios eclesiásticos en Canadá y Europa, incluyendo Roma. James se doctoró en París y fue ordenado sacerdote en Notre Dame. Vuelto a su país, trabajó en la diócesis de Boston y en 1875 el papa Pío X lo nombró segundo obispo de la Diócesis de Portland en el estado de Maine. Su hermano Patrick, jesuita, fue el primer negro usamericano en recibir un doctorado, en Lovaina, y en 1873, con solo 39 años, fue nombrado presidente de la ya entonces prestigiosa universidad jesuita de Georgetown, de la que se le consideró como “segundo fundador”. (El rey Felipe VI estudió en ella muchos años después). El otro hermano sacerdote, Sherwood, fue rector del Seminario de Troy, Nueva York, y murió a los 39 años siendo rector de la catedral de Boston

Un hermano de los que no eligieron la carrera eclesiástica, Michael, llegó a capitán en el Servicio Marino de Vigilancia Aduanera, lo hoy conocido como Guardacostas; el otro, Hugh, murió en Nueva York a los 21 años donde ya había adquirido cierto renombre en el mundo de los negocios Tres de las hermanas fueron monjas; una de ellas, Eliza, llegó a directora de una prestigiosa academia para mujeres y superiora en un convento de su congregación. Vamos, un verdadero éxito para una familia de ‘hexadecaroons’ nacidos esclavos. Precisamente esa ‘cualidad’ les ayudó mucho, ya que siempre pasaron por irlandeses blancos. Muy poca gente conocía su ascendencia negra y esclava. James, que fue un obispo de gran renombre e influencia, nunca se inmiscuyó en los problemas negros; en cambio, ayudó muchísimo a los inmigrantes irlandeses.

 Precisamente por eso, muchos historiadores se inclinan a pensar que, en realidad, el primer sacerdote negro, y negro de verdad, fue el padre Augustine ‘Augustus’ Tolton. Hijo de esclavos, él lo fue desde su nacimiento en 1854 en el condado de Ralls, en Missouri.. Sus padres, católicos, lo hicieron bautizar. La familia, padres y tres hijos, escaparon al estado libre de Illinois, estableciéndose en Quincy, donde la madre e hijos trabajaban en una fábrica de cigarros; el padre se unió al ejército. Un sacerdote irlandés, Peter McGirr, con la oposición de la mayoría de sus feligreses blancos, permitió al jovencito Augustus asistir a la escuela parroquial en sus ratos libres del trabajo en la fábrica. Cuando el joven se sintió llamado al sacerdocio, ningún seminario le acepto en USA, así que su mentor, el padre McGirr, se arregló para conseguir los fondos necesarios para enviarlo a Roma, donde estudió la carrera sacerdotal, siendo ordenado en 1886 en la basílica de San Juan de Letrán. Celebró su primera misa en San Pedro del Vaticano el Domingo de Pascua de ese año.

Tolton

Su deseo era ir a África como misionero y para eso se había ido preparando, pero el papa decidió que era más necesario en su propia patria, y a ella regresó. Nombrado párroco de la parroquia negra de San José en Quincy, y debido a su fama como orador sagrado, se hizo tan popular que hasta católicos blancos asistían a sus misas, lo que le atrajo la envidia y la oposición abierta de sus colegas blancos. Su obispo llegó a escribir al Vaticano acusándole “de querer establecer un tipo de sociedad [la integración] que aquí no es posible”. Debido a esto, se trasladó a la diócesis de Chicago donde inició la parroquia nacional negra –sus feligreses eran todos los de esa raza en la ciudad- de Santa Mónica donde, con la ayuda de grandes benefactores, entre ellos la millonaria y fundadora de las Hermanas del Santísimo Sacramento, Catalina Drexel, hoy santa Catalina, consiguió acabar la magnífica iglesia, con capacidad para ochocientas personas, en 1893.

Una monja visitante escribió: “Pobre padre, se le ha dejado solo en la lucha, en medio de la pobreza y la humillación, aferrándose a la gigantesca tarea de fundar una iglesia y una congregación en Chicago. Nosotros, los que nos relacionamos con él por razón de nuestro trabajo y somos testigos de su ardiente caridad y su abnegado celo, nos sentimos privilegiados de poder arrodillarnos para recibir su santa bendición”. Su reputación llegó a niveles nacionales, jerarquía católica nacional incluida, hasta el punto de que, al celebrarse el 6 de noviembre de 1889 el centenario de la creación de la primera diócesis católica, Baltimore, fue invitado a participar en el altar en la misa conmemorativa.

El 11 de noviembre, al dar noticia de la celebración, el New York Times publicaba lo siguiente: “Cuando el cardenal Gibbons se dirigía al presbiterio, los reporteros en la improvisada galería de prensa se dieron cuenta de que, a unos dos metros de él, entre los obispos y otros dignatarios especiales, estaba la cara negra del padre Tolton de Chicago, el primer sacerdote católico de color ordenado en América”. El padre Tolton murió en 1887 a los 43 años. El papa Francisco lo ha declarado venerable, primer paso hacia la canonización.

Gregorio XVI

Dado que no se les admitía en ningún seminario diocesano, y solo en rarísimos casos en las casas de formación religiosas, el clero negro en USA era prácticamente inexistente. Hacia 1840, la mayoría del clero usamericano, especialmente el secular, era de origen irlandés. Habiendo olvidado muy pronto que sus muy recientes antepasados, llegados a USA en enormes oleadas que huían de la gran hambruna que asolaba su propio país, habían sido recibidos como parias en el nuevo por la inmensa mayoría de la población, movida por el influyente movimiento WASP (White, Anglo-Saxon, Protestant) y básicamente por ser católicos, los irlandeses, clero incluido, eran de hecho tan segregacionistas o más que sus nuevos connacionales.

Para paliar de alguna forma esta situación, habían nacido algunas instituciones religiosas negras. En 1829 se había fundado la congregación de Oblatos de la Providencia para negros. En 1942 la de Hermanas de la Sagrada familia para negras católicas. En 1835 el obispo John Englad de Charleston se había atrevido a abrir una escuela gratuita para niños negros, pero fue destruida por una turba de anti negros y anti ‘papistas’.

El 3 de enero de 1839 el papa Gregorio XVI había dado a la luz la bula ‘In supremo apostolatus’ condenando la esclavitud. De las 21 diócesis existentes en esta fecha en USA, varios obispos y muchos sacerdotes, especialmente sureños, interpretaron que la bula condenaba el comercio de esclavos, no la esclavitud. Y siguieron teniendo esclavos y manteniendo sus iglesias segregadas, unas ‘de facto’ en el norte, y ‘por imposición de la ley’ en el sur.

En 1869 se reunieron en Baltimore los obispos usamericanos para su décimo congreso o sínodo. Un resultado fue la exhortación a todos los obispos a fundar misiones y escuelas para todos los negros de sus diócesis. Dado que el clero ‘nativo’ no estaba por la labor, se escribió una carta al padre Herbert Vaughan (que llegaría a ser cardenal arzobispo de Westminster) que había fundado en Londres en 1866 la Sociedad para Misiones Extranjeras de Mill Hill, rogándole enviase algunas sacerdotes para ocuparse de la atención a católicos negros. Se aceptó la petición y un grupo de sacerdotes, capitaneados por el padre John Slattery, fue enviado a USA. Poco tiempo después, solicitaron del superior general permiso para separarse de la congregación londinense y poder erigir una nueva en su nuevo campo de trabajo.

La petición fue bien recibida y así nació la Sociedad de San José y del Sagrado Corazón (Josefitas), que comenzó su labor entre los católicos negros en diversas diócesis, Entre los fundadores de la nueva Sociedad se encontraba al padre Charles Uncles, el primer negro ordenado sacerdote en tierra usamericana en 1891. Increíblemente, los mismos que dedicaban su vida a trabajar con los negros hicieron la vida imposible al padre Charles porque lo era. Lo mismo ocurrió con el segundo negro ordenado sacerdote en territorio de USA en 1902, el padre John Dorsey, que fundaría Los Caballeros de san Pedro Claver, la versión negra de los Caballeros de Cólón, que entonces no admitía negros en su seno. Tal fue la tensión creada internamente, que se decidió no aceptar a ningún candidato negro más en la Sociedad. El primer negro elegido Superior General lo fue en 2011, pero en la actualidad la mayoría de los miembros de la misma trabajando en USA son de Nigeria donde los josefitas tienen un centro de formación con abundantes vocaciones.

Kennedy

Desde 1960 a nuestros días. Civil Rights Act. Kennedy.

Así llegamos a mediados del siglo pasado. Al final de la segunda guerra mundial, los católicos usamericanos habían probado que eran tan ‘americanos’ y patriotas como el que más WASP de los WASP. Quedaba una asignatura pendiente: los negros, católicos muchos de ellos, habían derramado por su país una sangre tan roja como la de sus conciudadanos, pero, sin embargo, hasta en el ejército era normal la segregación. Había llegado la hora de actuar. El 2 de julio de 1964, el presidente Kennedy firmó el Civil Rights Act, CRA (Ley de Derechos Civiles) que ilegalizaba cualquier discriminación “por razón de raza, color, religión, sexo u origen nacional”.

Después de la abolición de la esclavitud por parte del presidente Lincoln en1863, la proclamación del CRA por el primer presidente católico cien años después cambió la historia de los negros en Usamérica. Y aparecieron líderes como Martín Lutero King que inició una verdadera revolución, secundada por cada vez por más blancos, entre ellos bastantes sacerdotes. King fue asesinado el 4 de abril de 1968, pero su muerte no fue en vano: más de cien ciudades se levantaron en armas, más o menos simbólicamente. La riada era imparable Y los negros católicos aprovecharon la ocasión. Apoyándose en el Black Power Movement (Movimiento del Poder Negro), iba a nacer el Black Catholic Movement (Movimiento Católico Negro) que serviría de fermento y lograría cambios históricos en la Iglesia usamericana.

Unos días después del asesinato de King, el 16 de abril, el sacerdote negro Herman Porter convocó la primera reunión del Black Catholic Clergy Caucus (Grupo Político del Clero Negro Católico) en Detroit, Michigan, al que asistieron cincuenta y ocho sacerdotes seculares católicos negros y algunos religiosos y religiosas del mismo color con el fin de redactar un documento que sirviera como base para organizar un Movimiento Nacional Católico Negro. El documento comenzaba así: “La Iglesia Católica en los Estados Unidos, básicamente una institución blanca y racista, se ha dedicado primariamente a la sociedad blanca y es, definitivamente, parte de esa sociedad”.

Exigían que se diera a los negros el control de instituciones católicas en comunidades negras, y hasta se atrevieron a decir “que los mismos principios usados para justificar la auto-defensa y la guerra justa se deben aplicar a la violencia cuando representa la respuesta negra a la violencia blanca”, añadiendo que, “a no ser que la Iglesia, cambiando inmediatamente sus prácticas actuales, rechace y denuncie toda forma de racismo dentro de su jerarquía e instituciones y en la sociedad de la que es parte, se convertirá en inaceptable para la comunidad negra”.

Luther King

Algo más tarde, el mismo año, las religiosas organizaron la Conferencia de Religiosas Negras y en su documento fundacional se mostraban tan radicales como los sacerdotes: “Denunciamos el racismo que existe en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia […] categóricamente diabólico y enemigo de la libertad de todos los hombres dondequiera que sea, y en particular destructivo de la gente negra de América”.

Faltaban los laicos negros que, en 1969, organizaron la Convención Nacional de Católicos Laicos Negros. Un año más tarde, los tres grupos habían adquirido tal poder que la Conferencia Episcopal se vio obligada a establecer la Oficina Nacional para Católicos Negros en Washington

El siglo XX fue testigo de una enorme migración negra de las zonas rurales y pobres del sur a las grandes metrópolis del norte, Nueva York, Chicago, Detroit, Boston… La población blanca reaccionó muy negativamente. Al mismo tiempo, algunos promotores inmobiliarios descubrieron que la situación era una oportunidad para ellos, por más inmoral y desalmada que fuese: ofrecer alguna vivienda barata a familias negras en urbanizaciones de clase media en que los propietarios, blancos, llevaban pagando sus hipotecas por años. La desbandada era automática, muy a menudo yendo a acabar comprando una nueva vivienda en barriadas construidas por los mismos promotores que habían causado la estampida.

Negocio redondo: vender casas desocupadas por los blancos a precio algo más bajo de lo normal a familias negras, que tardarían años en pagar las hipotecas, y casas nuevas a los blancos que huían de la ‘invasión’ negra y que, igualmente, estarían pagando las nuevas hipotecas por años. Por suerte, el sistema fue declarado ilegal, y, por suerte también, la situación racial fue mejorando y los negros, poco a poco, fueron siendo aceptados como vecinos. Las escuelas católicas del norte estaban todas integradas y muchas familias negras protestantes que habían emigrado a las grandes ciudades enviaban a sus hijos a ellas, lo que resultó en un elevadísimo número de conversiones. Baste citar el caso de Chicago: en 1900 la comunidad católica negra apenas llegaba a un millar de personas; en 1975 eran más de ochenta mil. A nivel nacional, los trescientos mil católicos que había en 1940 se convirtieron en casi un millón en 1975. Sin embargo, en el sur, donde la mayoría de los negros era protestante, la situación era a veces dramática.

Segregación en una iglesia USA

A nivel personal, y entre los muchos incidentes que me tocó vivir mientras fui vicario parroquial de la parroquia de Nuestra Señora de Fatima en Vidor, Texas, uno de los reductos más conocidos a nivel nacional por su aplicación de la segregación, entonces y ahora, recuerdo dos muy significativos. El fútbol americano a nivel de High School o Instituto se sigue en Texas con verdadera pasión. A mediados de los 60, el equipo de Vidor era uno de los mejores del estado y el pueblo entero lo seguía con fervor casi fanático, incluido yo. Jugaba un día en su propio terreno contra el equipo del High School católico, ya integrado, de la cercana ciudad de Beaumont. Uno de los jugadores de la escuela católico era negro, el primero en pisar el terreno de juego de Vidor.

Aparecer el muchacho en él y armarse una marimorena de padre y muy señor mío fue todo uno. ¡Lo que tuvo que escuchar el pobre chico! La cosa no pasó a mayores por dos razones: primera, porque, en previsión de lo que podía ocurrir, la policía local había solicitado ayuda a la de Beaumont, mucho más numerosa; segunda y principal, además de emocionante, porque los jugadores locales, capitaneados por un excelente muchacho católico y con dos o tres jugadores más de la misma fe, pararon el juego, rodearon al muchacho negro y se negaron a continuar el partido hasta que se hizo un silencio sepulcral. Increíblemente, la mayoría de los jugadores era tan segregacionista como los espectadores. Hubo muchos pitidos y muy pocos aplausos, desde luego, pero el partido continuó sin más incidencias. Algo estaba cambiando. Por suerte.

El segundo incidente ocurrió cuando, en la citada ciudad de Beaumont, la Organización Católica de Jóvenes (CYO) organizó un baile para todas las parroquias de la zona, negras y blancas. Era el primer baile integrado en la historia de la ciudad, privado y reservado sola y exclusivamente para los jóvenes miembros del CYO, a los que acompañaban los correspondientes sacerdotes y monitores católicos de cada parroquia. Cuando la noticia de que había un baile integrado en el salón parroquial de una de las iglesias corrió por los barrios negros de la ciudad, la muchedumbre de jóvenes negros que se concentró e intentaba entrar en el salón obligó a intervenir a la policía local –casi exclusivamente blanca- de manera realmente contundente, mientras los que nos encontrábamos dentro del salón estábamos un poco más que asustados. Por suerte de nuevo, todo terminó bien.

Harold Robert Perry

El caso del obispo Harold Robert Perry.

Nacido en Lousiana en 1916 de padres católicos negros, ingresó en la congregación del Verbo Divino estudiando en el Norte. Fue ordenado sacerdote en 1944, haciendo en aquel momento el número 26 de sacerdotes negros de entre cuarenta y cinco millones de católicos en todo el país. Perry se convierte muy pronto en un referente en lo concerniente a la defensa de los derechos de los negros en su estado nativo, aunque sin participar en las actuaciones más conflictivas. Tras ser asignado por sus superiores a trabajos pastorales en otros estados del sur, regresó a su Lousiana natal y a la archidiócesis de Nueva Orleans donde ejerció de párroco en varias parroquias, al mismo tiempo que dedicada parte de su tiempo a promover pacíficamente los nuevos movimientos en pro de los negros, lo que le convirtió en un referente a nivel nacional.

En 1963 es invitado a la Casa Blanca por el presidente Kennedy para participar en una conferencia sobre los derechos civiles. El mismo año es elegido superior provincial de la congregación del Verbo Divino, el primer negro en conseguirlo en cualquier congregación religiosa. En 1964 es invitado a pronunciar la oración del comienzo de las sesiones del Congreso de USA, siendo el prime clérigo negro así honrado. En 1966 el papa Pablo VI lo nombra obispo auxiliar de la archidiócesis de Nueva Orleans. Recordemos que, incluyéndole a él, solo había 26 sacerdote negros en todo el país. Su elección fue acogida con gran alegría por todas las organizaciones, católicas o no, defensoras de la integración, y recibió felicitaciones de líderes de todo tipo, incluyendo al presidente Johnson.

El delegado apostólico, Egidio Vagnozzi (aún no había relaciones diplomáticas con el Vaticano), dijo lo siguiente: “La consagración del obispo Perry no fue un honor otorgado a la raza negra, sino más bien una contribución del pueblo negro a la Iglesia”. No obstante, el día de su consagración en la catedral de Nueva Orleans, cientos de católicos se manifestaban en contra en la Plaza de Armas situada enfrente de la seo. Uno de los manifestantes, entrevistado por la revista Time, ‘predijo’ que la consagración de Perry “era otra razón por la que Dios destruiría al Vaticano”. Al principio, y no precisamente como reacción personal contra él, se vio envuelto en problemas raciales.

Perry

En 1962, el arzobispo había ordenado la integración de todas las escuelas católicas de la diócesis. En una escuela de la parroquia de San Bernardo [en Lousiana los condados de otros estados son conocidos como parroquias], las familias católicas se declararon en rebeldía y boicotearon la escuela, que la diócesis mantuvo abierta por cuatro meses sin asistencia de ningún niño blanco. El promotor de la ‘rebelión’ era Leopoldo Pérez Solís, descendiente de canarios, un conocidísimo, deshonesto y famoso cacique político de Louisiana ardiente defensor de la segregación, lo que le llevó, junto con otros dos compinches, a ser excomulgado por el arzobispo Joseph Rummel, lo que no impidió que Pérez continuase con su horrible campaña segregacionista por unos años más, siendo el obispo Perry uno de sus frecuentes objetos de odio racial.

Por suerte, al final de su vida solicitó ser readmitido en la iglesia, lo que se le concedió con la condición de que hiciera pública una retractación antes de su muerte el 19 de marzo de 1969, cosa que hizo. El obispo Perry murió como obispo auxiliar de Nueva Orleans el 7 de julio de 1991, con el placer de haber llegado a ver cómo el tinglado segregacionista se había venido abajo. Por las razones mencionadas al hablar del obispo Healy, Perry es considerado como el primer obispo reconocido como realmente negro de USA.

Y así encontramos hoy una Iglesia usamericana completamente integrada, aunque queda todavía mucho que hacer para que los católicos negros del país, especialmente en ciertas zonas puntuales, sean completamente aceptados. Los siguientes datos dan una idea de la situación actual.

Población de USA en 2020: 331.420.000

Población negra de USA en 2020: 43.600.000, 13,2%

Católicos en USA: 70 millones, casi 24%.

Católicos negros: 3 millones y medio, 76% en parroquias compartidas, 24% en parroquias predominantemente negras.

Cardenales negros en USA: 1

Presidente de la Confederación Episcopal: 1, de 2001 a 2004, el actual cardenal arzobispo de Washington.

Obispos en USA: 166

Obispos negros vivos: 16, de ellos 11 auxiliares

Obispos negros en activo, incluyendo al cardenal arzobispo de Washington: 9

Sacerdotes en USA: 37.000 diocesanos y 13.000 religiosos

Sacerdotes negros: 250, 0,5%; en 1966 eran 26

Gregory

Diáconos: 19.000

Diáconos negros: 570, 3%

Religiosas: 50.000

Religiosas negras: 500

Religiosos no sacerdotes: 5,600

Religiosos no sacerdotes negros: 50

Universidades católicas negras: 1, la prestigiosa Xavier University de Nueva Orleans, fundada en 1925 por santa Catalina Drexel.

Sin duda, mucho por hacer. Pero también, mucho logrado.

Primero, Religión Digital

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