"Recién terminado el pavicidio nacional de Usamérica" Témporas, thanksgiving y Acción de gracias

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"La costumbre de celebrar un festival de acción de gracias por las cosechas recogidas no se convirtió en una celebración regular en Nueva Inglaterra hasta finales de 1660. O sea, más de mil años después de que las Témporas fueran celebradas por la Iglesia Católica en Europa"

"Sabemos a ciencia cierta que el padre Montesinos dijo una misa, casi seguro que la primera en tierras hoy usamericanas, cerca de la actual Jamestown, en Virginia"

"En 1621, los Pilgrim Fathers organizaron el Tranksgiving más conocido, indios y pavos incluidos, aunque ciertamente no el primero"

Recién terminado el pavicidio nacional de Usamérica, los medios de comunicación nos han brindado todo tipo de información sobre esta simpática y familiar fiesta, sobre sus orígenes, costumbrismo, etc. Hemos visto inclusive al presidente Biden fotografiado junto al pavo blanco ‘nacional’, que en realidad es genéticamente negro, al que, como es costumbre, extendió un supuestamente merecido indulto.

Los mismos medios de comunicación nos han abierto los ojos a la posibilidad de que la jarana organizada por los colonos ingleses llegados en el famoso Mayflower a las costas usamericanas en 1620 para celebrar al año siguiente la primera cosecha en su nueva tierra de promisión, no fue el primer Thanksgiving organizado en lo que hoy es USA. Nos han advertido de que, si bien sabemos que los indios wampanoag llegaron a la comida fraternal llevando unos ciervos; nada se dice de pavos, aunque es muy posible que los llevasen, dada su abundancia en la zona.

Acción de gracias

Y ahora salgo yo a conectar Thanksgiving con las Témporas, cuando todos sabemos que más bien se relaciona a estas con tafanarios como el que, ante el teatro Campoamor ovetense, da la bienvenida a la pléyade de personajes que se acercan al teatro para asistir a la concesión de los Premios Princesa de Asturias. También se asocian las Témporas con predicciones climatológicas más o menos parecidas a las famosas Cabañuelas. Pero asimilar Témporas y Thanksgiving… ¡anda ya! Sin embargo…

Sabido es que los romanos eran bastante juerguistas y andaban siempre buscando excusas para organizar juegos y banquetes de todo tipo. También sabemos que eran bastante religiosos y que, por si acaso, tenían deidades para todas las situaciones de la vida. Y, como tontos no eran, celebraban anualmente la recogida de las cosechas dando gracias a la deidad de turno por lo recibido, y organizando la juerga correspondiente. Claro que, más o menos, esto ocurría y sigue ocurriendo en la mayoría de las culturas. Hermosamente representado en el panteón real de la basílica de san Isidoro en León, vemos al paisano leonés calentándose a la lumbre de su hogar tras haber suicidado (sus, sui = cerdo en romano) a su ‘gocho’ en san Martín, y recogido las uvas de su viña. Lógicamente, como cristiano viejo que era, habría ido a misa por la mañana, de la misma forma que su colega romano habría libado en honor de Ceres, antes de hacerlo de forma más informal con sus amigotes en las tabernas de la Suburra.

Y aquí, como diría el Manchego, con la iglesia hemos dado (que no topado, que no lo dijo nunca). Maestra en el arte de cristianizar las celebraciones paganas, la nueva religión romana no tardó en hacerlo con las fiestas otoñales con que los ‘agromanes’ de la futura bota italiana, que entonces lo era romanesca, celebraban la recogida de cosechas y daban la bienvenida al ocio invernal. Y así nacieron las Témporas que, como dice el misal romano, “son días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas”. Verde y con asas… ¡Thanksgiving! Hoy día con Black Friday incluido, que aunque no copiemos la fiesta familiar de los yankees, sí lo hacemos con la parte comercial y crematística que comienza al día siguiente.

Témporas

Había Témporas para las cuatro estaciones, hoy reducidas a la otoñal. Hasta recientemente, en fechas clásicas fijadas por Roma (no se celebraban en las iglesias del Este, sino solamente en el rito romano del occidente europeo y sus futuras colonias); hoy la fecha la fijan las conferencias episcopales de cada país. Después de todo, cuando en España recogemos las castañas, en Argentina empiezan a solearse en las playas. En España está fijada para el 5 de octubre.

Pues bien, a pesar de la ruptura luterana y luego presbiteriana, calvinista, cuákera, anglicana, etc., etc., etc., en muchas de estas nuevas iglesias quedaron y quedan muchas reminiscencias de la Romana de la que se escindieron. Y el dar gracias al Dios común de todas ellas por los bienes recibidos siguió siendo una pauta igualmente común. Y hacerlo en ocasiones repetitivas, como el final del año agrícola, o con motivo de eventos extraordinarios, como podía ser el fin de un largo y peligroso viaje, o la llegada a tierras ignotas, era cosa más o menos obligatoria.

Nada de extrañar, pues, que cuando los peregrinos (pilgrims) llegaron a Cape Cod en las orillas de la futura Usamérica, tras haber echado por la borda del Mayflower las vomitonas causadas por el zarandeo del bajel, diesen gracias a Dios por haber llegado sanos y salvos (los que llegaron, que no fueron todos) a la tierra del futuro Tío Sam. Y lógico igualmente que, un año después, repitieran su agradecimiento al Altísimo y se unieran a sus nuevos vecinos de piel cobriza (que no podían sospechar lo que les había caído encima: eran 5000 en 1620, 3000 en 1640, 300 en 1950), los indios wampanoag que, al olor de la sardina, acudieron con unos venados que habían atravesado con sus flechas la tarde anterior. Esto ocurría el 1621. ¿Qué fueron los primeros en celebrar Thanksgiving…? ¡Qué va! La historia es muy diferente, aunque no les quite mérito a los nuevos capecodianos.

Marcos de Niza

Para esas fechas, ya estaban cansados de patear futuras tierras usamericanas montones de españolitos que buscaban por ellas ciudades de oro, palacios con piedras preciosas en sus paredes, reinos fabulosos y cosas así como prometía la exuberante imaginación del padre Marcos de Niza que, a lo mejor, no pasaba de ser un mentirosillo de tomo y lomo, También, lógico, estaba presente la sempiterna idea de salvar las almas de los tipos de color rojizo que los recibían, unas veces amistosamente, las más a flechazo limpio. Y, como bien sabemos, doquiera salía de excursión o descubrimiento un tercio, batallón a escuadra bajo o tras la bandera de lo que era ya una España unificada, no como la de ahora, ni se les pasaba por la imaginación hacerlo sin el acompañamiento de uno a más ‘paters’, dominicos, franciscanos, agustinos, jesuitas… y algún que otro cura diocesano despistado.

Y donde iban sacerdotes, había misa todos los domingos y fiestas de guardar, y también los días de Temporas y los días especiales, como el descubrimiento de tierras ignotas, toma de posesión de estas por el Adelatado o Gobernador correspondiente, o antes de entrar en batalla contra los enemigos de la Fe y de la corona de España. O séase, un Thanksgiving en toda regla, casi seguro que seguido, si el tiempo y la intendencia lo permitía, de una comida algo mejor de lo normal. Ahora, a elegir toca entre los muy numerosos Thanksgivings en record.

1526. Lucas Vázquez de Ayllón toledano, sale de paseo de Santo Domingo en cinco navíos y un montón de soldados con la idea de parar a merendar en diferentes puntos de la costa este de la futura Usalandia. Como era de rigor, le acompañaban unos padres, dominicos en este caso: Antonio de Montesinos, Antonio Cervantes y el hermano no sacerdote Pedro Estrada, que imagino hacía de monaguillo. No creo dijesen misa diaria porque, además de ornamentos, cálices, copones y aras, tenían que llevar vino y harina para hacer las hostias, dado que estos productos eran desconocidos en las nuevas tierras. Y celebrar con la harina de maíz local… ¡abrenuncio!, que diría Sancho.

Lucas Vázquez de Ayllón

Además, in illo tempore, la concelebración no existía, así que se turnarían para decir las misas, que había que usar el vino y la harina con cuentagotas. Y como Ayllón aprovechaba el paseo para establecer algún que otro fuerte, seguro que, en la medida que las circunstancias lo permitieran, habría alguna comilona, unas veces con indios amigos, otras solitos. Sabemos a ciencia cierta que el padre Montesinos dijo una misa, casi seguro que la primera en tierras hoy usamericanas, cerca de la actual Jamestown, en Virginia. ¿Thanksgiving? ¡Pues claro! Ayllón sigue su exploración siguiendo la costa hacia el sur y en la desembocadura del río Pee Dee, que bautizan como el Guadalupe, establece la primera fundación estable europea en las nuevas tierras, San Miguel de Guadalupe.

1528. El vallisoletano Pánfilo de Narváez llega a la bahía de Tampa el 14 de abril en cinco barcos con seiscientos soldados y colonos, amén de un grupo de franciscanos encabezados por el padre Juan Juárez. Pánfilo toma posesión de la tierra, seguro que tras la misa; seguro que seguida esta de un Tedeum en acción de gracias; y seguro que seguido todo esto por el ágape correspondiente. Otro Thanksgiving. Pavos salvajes los había en abundancia. Indios, también.

1538. El ya mencionado franciscano, gabacho radicado en España, padre Marcos de Niza, que, aparte sus conocimientos cosmográficos, tenía una imaginación calenturienta y una gran habilidad para vender proyectos, convence al virrey de la Nueva España de permitirle organizar una expedición para redescubrir las siete ciudades doradas de Cíbola que le había descrito Estebanico, el esclavo moro o negro que había acompañado a Cabeza de Vaca en su increíble viaje desde la Florida hasta la Ciudad de México y que no debía andar a la zaga de fray Marcos en lo que a imaginación se refiere. Lo interesante es que la expedición llega a la tierra de los indios zuñi, en el actual Nuevo México. El de Niza monta un altar de piedras, dice misa, da gracias a Dios y toma posesión de la tierra en nombre de la corona española. De nuevo, Thanksgiving. Luego, el franciscano regresa a la Ciudad de México contando tales maravillas (imaginadas, por no decir otra cosa), que da origen a otra famosa expedición, la de Coronado. Pero eso es otra historia.

Hernando de Soto

1539. Hernando de Soto sale de La Habana hacia la Florida con más de mil soldados y colonos, mujeres incluidas, y nada menos que doce dominicos. Misas de acción de gracias, Témporas de otoño, Navidad y Año Nuevo en aquellas tierras. O sea, más Thanksgivings, excepto que las comidas, si las hubo, no debieron ser muy copiosas, dado que tuvieron que enviar algún barco a Cuba para traerles provisiones. Y eso que los pavos salvajes eran abundantes,

1540. En mayo de este año De Soto continúa sus exploraciones hasta tierras de la actual Alabama. El jefe indio Tuscaloosa invita a todos los expedicionarios a visitarle en su poblado, pero la invitación se convierte en una trampa y De Soto se las ve y se las desea para ganar una batalla en la que pierde setenta españoles y mata dos mil indios, Tuscaloosa incluido. (Un poco exageradillo parece, pero eso dicen los coronistas). En la batalla, los friales pierden todo el ajuar religioso, así que, durante los dos años que se prolonga la expedición, solo pueden decir ‘misas secas’, o sea, lo que hoy llamamos Servicio de la Palabra. Pero seguro que esto no impidió dar gracias a Dios en más de una ocasión, Témporas incluidas. O sea, más Thanksgivings.

Este mismo año, Coronado, a instancias de Marcos de Niza, que le acompaña junto con los padres Juan Padilla, Antonio Castilblanco, Juan Escalona y Luis de Úbeda, organiza otra expedición al territorio de los zuñi en el actual Nuevo México. La expedición se divide en varios grupos que exploran diferentes partes de la inmensa zona y en cada uno de ellos va uno de los religiosos. Más misas, más Témporas, más y más Thanksgivings.

1598. El criollo Juan de Oñate, seguido de una caravana de 200 soldados y familias de futuros colonos, que, a su vez, acarrean semillas, plantas y animales de todo tipo, cruza el hoy conocido como Rio Grande y el 30 de abril de 1598, tras erigir la consabida cruz, toma posesión de aquellas tierras en nombre del rey Su Majestad Católica. Le acompañaban los franciscanos sacerdotes Alonso Martínez y Cristóbal Salazar y el hermano lego Pedro Vergara. Tras la toma de posesión, uno de los padres celebra una misa de acción de gracias y, acabada esta, todos los presentes participan en un picnic que el coronista del grupo, capitán Gaspar Pérez de Villagrá describe así: “El 30 de abril de 1598, no muy lejos de El Paso, todos los supervivientes nos reunimos alrededor de una fogata en la que se estaban asando carnes, pescados y frutos para recordar los sufrimientos pasados y para dar gracias a Dios por el feliz término de tanta agonía; todos estábamos muy felices”. Si esto no es un Thanksgiving, aunque no se hubiera recogido cosecha alguna, ¡venga Dios y véalo! Indios no sabemos con seguridad si había, aunque es muy posible que sí, dado que Oñate ya había establecido contactos con algunos caciques y, después de todo, la curiosidad es patrimonio de todas las razas. De lo que sí estamos casi seguros es de que figuraban en el festín los pavos: la variedad salvaje era entonces y lo es hoy muchísimo más abundante en esa zona sureña que en las costas de Massachussetts.

Pedro Menéndez de Avilés

Anécdota histórica: Oñate y su caravana avanzan a lo largo del Río Grande y, al llegar a la confluencia de este con el Chama, fundan el pueblo de San Juan, con iglesia y todo. Y para celebrarlo, se tiene la consabida misa de acción de gracias, se representa una obra teatral escrita por el capitán Marcos Farfán y organizan ¡una corrida de toros! O sea, además de un Thanksgiving, el primer quasirodeo en tierras tejanas.

1595. El asturiano Pedro Menéndez de Avilés llega a Florida con 2600 personas el 28 de agosto, fiesta de san Agustín. Le acompañan varios frailes encabezados por los padres Francisco de Mendoza Grajales y Gonzalo Solís de Meras. Como de costumbre, uno de los frailes, Mendoza, (y no Menéndez de Avilés, como se dice en una columna de ABC del pasado 25 de noviembre, que sería Adelantado y más, pero no tanto como para poder decir misa) oficia la fundacional y de acción de gracias, y se celebra la ocasión por todo lo alto. La mayoría de los historiadores, (equivocadamente, como queda probado) se refieren a esta misa como la primera dicha en las tierras de la futura Usamérica. Lo que sí fue, sin duda alguna, otro Thanksgiving en toda regla y con razón: había nacido la ciudad más antigua de los hoy USA.

Por no cansar el lector con más aventuras españolas por las futuras tierras usamericanas, y tras casi un siglo desde las de Ayllón, saltamos al

4 de diciembre de 1619. Treinta y ocho hijos de la Pérfida Albión, hoy conocida como Brexitania, arriban en el velero Margaret y navegando por el río Saint James llegan a Berkeley Hundred, en el actual condado de Charles City. Nada más desembarcar, y siguiendo una orden de la London Company, organizadora de la expedición, celebran un servicio religioso de acción de gracias. Dicha orden especificaba: “que el día de la llegada de nuestros navíos al lugar asignado para la plantación en la tierra de Virginia será anual y perpetuamente guardado como Día de Acción de Gracias a Dios Todopoderoso”. Y así se sigue celebrando en la hoy conocida como Berkeley Plantation, además de existir allí un hermoso monumento para recordarlo.

Transkgiving

Dos años más tarde, en 1621, los Pilgrim Fathers organizaron el Tranksgiving más conocido, indios y pavos incluidos, aunque ciertamente no el primero, como queda demostrado, para celebrar la primera cosecha recogida por la nueva colonia. A finales de 1630, William Bradford, gobernador de la colonia de Plymouth, tras ganar una batalla contra los indios Pequot, organizó un Thanksgiving para celebrar “la sangrienta victoria, dando gracias a Dios por haber ganado la batalla”. Vamos, que los indios iban descubriendo lo caros que les estaban saliendo los pavos de 1621.

Finalmente, la costumbre de celebrar un festival de acción de gracias por las cosechas recogidas no se convirtió en una celebración regular en Nueva Inglaterra hasta finales de 1660. O sea, más de mil años después de que las Témporas fueran celebradas por la Iglesia Católica en Europa, unos ciento setenta por los españoles en el Nuevo Mundo, y unos cuarenta por los mismos en las futuras tierras del Tío Sam, Y que conste que la relación de Thanksgivings celebrados por nuestros compatriotas en esas tierras es mucho, muchísimo más amplia que la mencionada aquí. Pero así se escribe la historia. Laus Deo.

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