"No veo a Rajoy con capacidad política y moral para gestionar la salida" Un desastre de gestión en Cataluña

(José Ignacio Calleja).- Lo de Rajoy y su gestión de la crisis política catalana es denigrante. Él es responsable de esta catástrofe, pero los dirigentes catalanes no pueden quedar éticamente como los buenos de esta película. No comparto que se deje a los dirigentes catalanes irse de rositas del punto en que también, por su interés, las cosas han degenerado.

Me gusta lo que he visto en la lucha del pueblo catalán y mucho. El pueblo ha sido deslumbrante en muchos sentidos, si bien yo lo cuestiono en solidaridad; el derecho a decidir no sólo es un ejercicio de libertad sino de ruptura unilateral de compromisos pactados con otros. La dignidad de la persona y de las personas en los pueblos opera como libertad y como solidaridad. No puedo concebir mi ser pueblo de otro modo.

El papel asignado a la policía es ofensivo para ella. Sé de qué van estos cuerpos de élite, pero es ofensivo para ella. Hubo varias formas de evitar que llegue ese momento y modo, pero Rajoy no ha sabido hacerlo y los dirigentes catalanes han procurado que no tenga esa oportunidad política. Es inconcebible que la política profesional y democrática meta a la gente en esta cueva.

Ahora, la cosa se ha puesto políticamente imposible y Rajoy ya no tiene opción personal de resolverla. Por eso mismo se ha vuelto más peligroso, porque ya no podrá sobrevivir sino como héroe del nacionalismo español de museo. Si quien gestiona lo que ha sucedido, no pone por delante a Cataluña como problema político mayor, al margen de qué réditos saca para su partido, la salida la tendrá que imponer Europa.

La Iglesia española y catalana, con aportaciones particulares y frágiles donde las haya, debe clamar por la no violencia social primero -se ha cumplido muy bien-, por el uso totalmente proporcionado de la fuerza del Estado -ha fallado estrepitosamente-, por la libertad como valor irrenunciable de un pueblo -muy lograda- y por la solidaridad entre los pueblos del Estado como valor que obliga tanto como la libertad -ha brillado por su ausencia-. Ninguno de los cuatro valores de referencia subsiste sin el otro.

No veo a Rajoy con capacidad política y moral para gestionar la salida. Lo reitero. Veo a varios dirigentes catalanes salvando injustamente su carrera política detrás la dignidad de un pueblo. Veo un pueblo, la mayoría de él, heroico y admirable en compromiso con su dignidad política y cultural, y lo veo, también, con dificultades para asumir la solidaridad debida. Me gustaría que alguien gestionara estos valores y que el pueblo, ¡los pueblos!, le diéramos salida política justa para los siguientes años. No creo que el conflicto tenga salida definitiva y al gusto de todos a corto plazo, pero tiene salida política justa y solidaria. La política democrática siempre es un pacto justo, solidario y provisional, cuando está en discusión la identidad y la solidaridad de un país.

No pongo nombres, pero hay mujeres en las alcaldías que muestran un tertium quid en la política y ante la cuestión catalana, que podrían situar el conflicto, hoy todavía insuperable, en un punto de libertad y solidaridad razonable para la mayoría de las dos próximas generaciones de ciudadanos.

Si no arbitramos pronto una salida, la comunidad internacional, y Europa en particular, tendrá que forzarla. Rajoy ya no puede ser. Los líderes catalanes que conozco, no se lo merecen. La política no siempre es justa con lo que uno ha hecho, sino con si eligió bien el lado del vencedor. Nuestro sentido de la justicia solidaria debe estar atento a este subterfugio.

¡Que la Iglesia no olvide el papel seguro y cierto en no violencia, libertad y solidaridad que le corresponde realizar! Juntos, trenzados, siempre trenzados estos valores; en el pueblo o sin su aplauso ocasional, pero trenzados con hilo de acero. Con hilo de Evangelio.

José Ignacio Calleja
Profesor de Moral Social Cristiana
Vitoria-Gasteiz


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