Mientras León XIV habla de misión, Medellín cierra un seminario misionero Entre la misión y el poder: una herida abierta en la Iglesia de Medellín

Seminario Misionero San José. Medellín. Colombia.
Seminario Misionero San José. Medellín. Colombia.

en octubre de 2023, mientras en Roma se hablaba nuevamente de una Iglesia misionera, profética y sinodal, en Medellín el Seminario Misionero San José cerraba definitivamente sus puertas, por decisión del arzobispo Ricardo Tobón Restrepo

Muchos de sus egresados ejercen hoy el ministerio sacerdotal en comunidades rurales, montañosas o empobrecidas, donde escasean los recursos pero abunda la fe

"El fundador, monseñor Alfonso Vásquez Benjumea, fue injustamente atacado, desacreditado en su ancianidad, y murió apenas dos meses después, el 8 de diciembre de 2023, con el alma herida pero la conciencia en paz"

El cierre del seminario ha sido una herida no solo para los que allí se formaron, sino para toda la Iglesia que sueña con una evangelización inculturada, con rostros diversos y acentos distintos

No hay fecha exacta para cuando se rompe el corazón de una comunidad. Pero en octubre de 2023, mientras en Roma se hablaba nuevamente de una Iglesia misionera, profética y sinodal, en Medellín —mi ciudad, mi Iglesia— se apagaba una luz encendida por el Espíritu: el Seminario Misionero San José cerraba definitivamente sus puertas, por decisión del arzobispo Ricardo Tobón Restrepo.

Especial Papa León XIV

Muchos lo supieron por rumores. Otros por el silencio. La noticia oficial llegó sin explicación pública suficiente. Algunos seminaristas fueron reubicados en el Seminario Conciliar de Medellín, otros simplemente quedaron en el aire, sin orientación ni apoyo. Los sacerdotes misioneros formados en ese carisma fueron orientados por el Arzobispo para renunciar a la Asociación Misionera San José a la que pertenecían y expresar abiertamente su adhesión a la Arquidiócesis, interrumpiendo el impulso apostólico que animaba sus vidas. Y lo más doloroso: el fundador, monseñor Alfonso Vásquez Benjumea, fue injustamente atacado, desacreditado en su ancianidad, y murió apenas dos meses después, el 8 de diciembre de 2023, con el alma herida pero la conciencia en paz.

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"El fundador, monseñor Alfonso Vásquez Benjumea, fue injustamente atacado, desacreditado en su ancianidad, y murió apenas dos meses después, el 8 de diciembre de 2023, con el alma herida pero la conciencia en paz"

El seminario comenzó como una iniciativa pequeña, en los márgenes de la institucionalidad. Fue aprobado oficialmente en 2009 como una Asociación Pública de Fieles, y poco a poco se convirtió en una casa viva de formación: hombres sencillos, de diversos contextos, encontraban allí un camino vocacional auténtico, exigente, profundamente evangélico. En esas aulas no se respiraba clericalismo, sino alegría fraterna. Se rezaba, se trabajaba, se celebraba, se estudiaba... y se soñaba con la misión.

Muchos de sus egresados ejercen hoy el ministerio sacerdotal en comunidades rurales, montañosas o empobrecidas, donde escasean los recursos pero abunda la fe. Monseñor Alfonso decía: “El sacerdote no es para los altares bellos, sino para los pueblos abandonados”. Y así formaba a sus hijos espirituales: con ternura de padre y firmeza de maestro.

El cierre del seminario ha sido una herida no solo para los que allí se formaron, sino para toda la Iglesiaque sueña con una evangelización inculturada, con rostros diversos y acentos distintos. Mientras el Papa Francisco clamaba en el Sínodo de la Amazonía por más seminarios adaptados a las realidades de los pueblos, aquí, en esta tierra fecunda de vocaciones, se cerraba uno que respondía justamente a ese clamor.

Ahora, con León XIV, el nuevo Papa misionero, la Iglesia parece abrir una nueva etapa. Pero en Medellín aún pesa el eco de esa clausura. Porque no se trató solo de cerrar un edificio. Se sofocó una experiencia del Espíritu, se apagó una antorcha encendida en la periferia, se le negó oxígeno a una Iglesia que quiere salir, pero a veces se encierra en sí misma.

"Escribo porque la memoria también es una forma de justicia. Porque monseñor Alfonso Vásquez no puede ser olvidado como si su vida no hubiera sido una entrega hasta el extremo. Porque el Seminario Misionero San José fue una obra del Evangelio, nacida entre lágrimas y pan partido, no una aventura humana caprichosa"


Yo lo viví. Yo lo vi. Yo he acompañado de cerca a esos jóvenes y a esos sacerdotes que hoy caminan con heridas en el alma, pero con fidelidad en los labios. Y por eso escribo. Porque la memoria también es una forma de justicia. Porque monseñor Alfonso Vásquez no puede ser olvidado como si su vida no hubiera sido una entrega hasta el extremo. Porque el Seminario Misionero San José fue una obra del Evangelio, nacida entre lágrimas y pan partido, no una aventura humana caprichosa.

Hoy queda el dolor, pero también la esperanza. Porque si algo nos enseñó ese seminario, fue que la misión no se detiene con decretos. Y que el Espíritu —ese gran protagonista de la historia de la Iglesia— siempre encuentra nuevos caminos, nuevas voces, nuevos lugares donde sembrar el fuego del Reino.

No olvidemos lo que perdimos. No renunciemos a lo que aún podemos sembrar.

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