"A Pedro han intentado hundirlo precisamente quienes deberían tenderle la mano" "A Pedro Álvarez Luque le ha amargado la vida el obispado de Cádiz"

"Y es que llevamos años asistiendo al absurdo en esta diócesis: el absurdo de una forma de actuar prepotente, torticera, manipuladora, acaparadora de dinero"
"Todo esto lo puede hacer el obispo porque cuenta con el silencio cómplice de muchos"
"En cuanto a mi caso, el Obispado ya ha recibido la mitad de lo que me estafaron —y sigo afirmando que ese dinero es de la parroquia, no del obispo, para que se lo gaste en 'viajecitos y mecenazgos con sus adláteres ideológicos'"
"En cuanto a mi caso, el Obispado ya ha recibido la mitad de lo que me estafaron —y sigo afirmando que ese dinero es de la parroquia, no del obispo, para que se lo gaste en 'viajecitos y mecenazgos con sus adláteres ideológicos'"
| Antonio Casado, sacerdote de Cádiz
Pedro Álvarez Luque es natural de Barbate. Vive allí desde siempre, rodeado de su familia y sus amigos, todos muy respetados en este pueblo marinero. Existe una rara unanimidad en reconocerlo como una persona justa, cabal, solidaria, alegre…
Y, sin embargo, a esta buena persona le han amargado la vida por hacer bien las cosas. ¿Y quién ha sido? Nada menos que el Obispado de Cádiz y Ceuta. Él mismo ha señalado a quienes han protagonizado este intento de acoso y derribo: Rafael Zornoza, el obispo; Carmen Lobato, ecónoma; Antonio Diufaín, ex ecónomo y presidente de la Fundación Santa Marta; y una tal Doña Pastora, trabajadora que también ha contribuido, según parece, al mal hacer.
¿No les parece absurda esta situación?
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Y es que llevamos años asistiendo al absurdo en esta diócesis: el absurdo de una forma de actuar prepotente, torticera, manipuladora, acaparadora de dinero. Una manera de proceder que busca el control total, como si la Iglesia fuera dueña de algo, cuando lo único que le pertenece —y ni eso— es un mensaje de salvación.
Sí, la Iglesia tiene propiedades y medios económicos, pero no para enriquecerse a costa de los débiles ni para hacerles daño.
A Pedro han intentado hundirlo precisamente quienes deberían tenderle la mano. ¿Qué ha hecho este hombre para recibir tanto odio, tanta inquina, tanta bajeza moral por parte del Obispado y del actual párroco de Barbate?
Lo de siempre: trabajar, ayudar, colaborar. Lo ha hecho con alegría, con generosidad, con un sueldo modesto, durante los tiempos de párrocos como Antonio Troya y, sobre todo, José María Quintana, su amigo. Ha servido a su comunidad con exquisita dedicación, ayudando a quienes pasaban el mal trago de despedir a un ser querido.
Y así se lo han pagado.

El propio párroco José María Quintana lo expresó públicamente:
El Obispado de Cádiz y Ceuta se parece al rey Midas: todo quiere convertirlo en oro. Lo que ocurre es que, como a Midas, las cosas no le salen bien. Y cuando alguien estorba en su camino, no dudan en apartarlo de malas formas, con malas ínfulas —por poner un símil episcopal. A todo el que les molesta o les recuerda que esas no son las maneras evangélicas, lo trituran. Hacen un gazpacho de verdades a medias e infundios.
El P. Rafael Vez, lleva más de cinco años inhabilitado por lo mismo.
Alguien dirá: “¿Y éste cómo se atreve a hablar, si está condenado?”. Pues resulta que, hoy por hoy, no existe condena firme ni civil ni canónica sobre las acusaciones que el obispo me atribuye. Reclama hasta seis años de cárcel… ¿Y por qué no siete, que es un número más bíblico?
Vejer está muy cerca de Barbate, y Pedro también colaboró mucho y bien con la parroquia del Divino Salvador, ayudando a poner orden en el caos del cementerio. Cementerio que, por cierto, el Obispado también se apropió sin que nadie en Vejer dijera nada. Allí también recibió malos tratos.
Todo esto lo puede hacer el obispo porque cuenta con el silencio cómplice de muchos.
En Vejer, por ejemplo, nadie pregunta nada sobre las capellanías. Y es tan fácil como acudir a don Antonio Muñoz, ilustre vejeriego, historiador, que sabe bien la verdad. Me consta que ha intentado hablar con el obispo y denunciar lo que ocurre, pero se ha topado con un muro y con la indiferencia de muchos.
En cuanto a mi caso, el Obispado ya ha recibido la mitad de lo que me estafaron —y sigo afirmando que ese dinero es de la parroquia, no del obispo, para que se lo gaste en “viajecitos y mecenazgos con sus adláteres ideológicos”. Todavía no ha comenzado el juicio por la estafa de la que fui víctima durante la adopción, que fue autorizada y bendecida por mi propio obispo.

Son situaciones absurdas: desalojos de personas vulnerables, apropiaciones indebidas de fundaciones, expulsión de comunidades, cambios de titularidades… y, por lo visto, esto no ha terminado.
Gracias, Pedro. Me alegro profundamente de que este infierno haya llegado a su fin para ti y para los tuyos.
Etiquetas