(Protestante Digital).- Hace 50 años, el cristianismo era una religión totalmente prohibida en China. Cientos de misioneros tuvieron que huir de la persecución desplegada por Mao y un sistema comunista que consideraba toda religión un obstáculo para el avance del país con más habitantes del planeta.
A pesar de las dificultades para conseguir una Biblia o tener reuniones, el mensaje de Jesús siguió ganando el corazón de miles de chinos, que se reunían en la intimidad de los hogares. El crecimiento de esta comunidad cristiana es uno de los movimientos misioneros o "avivamientos" más impresionantes en la historia, según muchos estudiosos.
Este domingo de Pascua, la iglesia Liushi recibía a unos 5.000 fieles, en la que es una de las congregaciones cristianas más grande del país, situada a algunos kilómetros de Sanghai. "Es un milagro que un pueblo tan pequeño haya sido capaz de construir una iglesia tan grande", decía un visitante.
"Es algo maravilloso ser un seguidor de Jesucristo. Esto nos da mucha confianza", dice Jin Hong Xin, miembro de unos cuarenta años de edad. "Si todo el mundo en China creyera en Jesús no necesitaríamos tantos puestos de policía. No habría tanta maldad ni tanta delincuencia", expresa el creyente.
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