Francisco, el poverello de Asís

Hace aproximadamente unos cuarenta años que leí una biografía de san Francisco de Asís, publicada por la mítica editorial Bruguera, aquella que compaginaba las ilustraciones en cómic, junto con un texto más amplio que casi nunca leíamos en su integridad, pues ya las imágenes iban entrando más por los ojos y con el pasaje del bocadillo teníamos suficiente para enterarnos sintéticamente del contenido del libro.
No recuerdo cuántas veces lo releí, ya con el relato completo, pero lo cierto es que la vida de Francisco me fascinó, me condujo hacia el encuentro con Jesús y a seguirle con unos valores que no se han apagado a lo largo del tiempo, aunque muchas veces sea con traspiés y retrocesos: el Evangelio como norma de vida; una existencia sencilla, sobria, alegre, solidaria con los más pequeños, empobrecidos y marginados; compartiendo este camino de seguimiento de Jesús en una pequeña comunidad cristiana de base; dejando por el camino cada vez más cáscaras de verdades infalibles y dogmas infranqueables, para quedarme con lo esencial del mensaje evangélico: el Reino de fraternidad, paz y justicia, y el Dios Madre y Padre bueno que nos anunció el profeta de Nazaret.
Acabó de terminar de leer una nueva biografía de este gran santo: Francisco, el pañero de Asís, escrita por Isabel Gómez Acebo. Evidentemente no tiene nada que ver con la mítica de Bruguera o con tantas otras que he ido leyendo después sobre el Poverello de Asís. Es francamente recomendable, se lee de un tirón y creo que acierta en la presentación de la vida de Francisco desde la recreación de los escritos de sus primeros biógrafos, o los que dictaba personalmente cuando no podía ya casi ver.
Ha sido un reencuentro maravilloso, sintiendo la vida del Medioevo, percibiendo los olores de las ciudades, del campo, de los lazaretos. Contemplaba su alegría y la incertidumbre al quedarse desnudo en la plaza de Asís o cómo acarreaba las piedras y las iba colocando para reconstruir las primeras iglesias. El gozo indescriptible de sentirse acompañado por los primeros amigos de camino y por la poderosa atracción y confianza en su amiga y compañera Clara. Y, por supuesto, el dolor, hasta llegar a sentir la cruz en su propio cuerpo, por el camino que iba tomando la Orden cuando empezó a crecer, muy alejada ya de sus ideales primeros.
Gracias Isabel por este libro tan hermoso y por ayudarme a mí también a recordar mis primeros pasos por esta senda sencilla, alegre y dolorosa a la vez, del seguimiento de Jesús, junto a los crucificados de la tierra.

Cántico de Daniel (3,57-88.56)

Que todos los seres del universo
alaben al Aliento vital que reside en ellos.

Hombres y mujeres generosos, que cuidáis
y os desvivís por los demás, bendecid a vuestro Dios.

Quienes trabajan día a día, desinteresadamente,
por la justicia y la paz, bendecid a vuestro Dios.

Cielos y tierras de todo el cosmos conocido
y desconocido, bendecid a vuestro Dios.

Todas las estrellas, las galaxias, la Vía Láctea,
el Sol y la Luna que nos dan la vida, bendecid a vuestro Dios.

El agua, tan humilde y sencilla, el viento
y la brisa de la tarde, bendecid a vuestro Dios.

El fuego y también el calor, la nieve,
los fríos, las heladas nocturnas, bendecid a vuestro Dios.

Manantiales, ríos, lagos, embalses artificiales,
mares y océanos, bendecid a vuestro Dios.

La luz y las tinieblas, el firmamento azul
y la oscuridad de la noche, bendecid a vuestro Dios.

Todos los pueblos de la tierra, todas las culturas,
las ideologías, las diversas religiones, bendecid a vuestro Dios.

También los ateos, los agnósticos, los alejados de la fe,
los desesperanzados, bendecid a vuestro Dios.

El ordenador y el microchip, el móvil e internet,
los robots, todas las conquistas y descubrimientos
que nos ayudan e invitan a acercarnos y humanizarnos,
bendecid a vuestro Dios.

La Madre naturaleza, nuestra Tierra viva,
tan querida y maltratada a la vez, bendice a tu Dios.

Las personas mayores, las de mediana edad,
los jóvenes y los bebés, bendecid a vuestro Dios.

Científicos, poetas, artistas de todas las artes,
médicos, misioneros, e incluso también los políticos,
bendecid a vuestro Dios.

Bendigamos al Dios de todos los nombres,
a la Fuente, a la Realidad, al Misterio,
a la Presencia que nos habita y sostiene todo.

Ensalcémosle todos los que vivimos
en este hermoso y pequeño planeta, y también
quienes lo han habitado antes de nosotros.

Alabemos siempre a nuestro Dios,
que es la plenitud y la consistencia de la Vida.
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