Decía Shakespeare que “el trabajo alivia el dolor”, sin duda porque dignifica a la persona y nos convierte en colaboradores de la creación. Por eso
no hay trabajo pequeño, ni siquiera el del limpiabotas. Pero ¿qué pasa cuando no lo hay
? El paro alimenta la frustración, arrincona la vida, descompone la sociedad.
Este hombre, aún joven, se ha lanzado a la calle en espera del cliente. Algunos pensarán: “¡Qué humillante tener que ganarse el pan limpiando a otros los zapatos!” Sin embargo,
¿qué diferencia a este ser humano de otro que escribe libros, construye casas, pinta cuadros, cura enfermedades, enseña a niños o vende ropa?
El mundo es un entramado de productores y consumidores. Pero
en medio crece el poderoso capital que lo estropea todo cuando el dinero es un ídolo absoluto y las personas no cuentan. “
Dios ha querido que en el centro del mundo estén el hombre y la mujer y que lleven adelante el mundo con su trabajo, y no el dinero”, dijo en Cagliarai el Papa Francisco, frente a “los ídolos que nos quieren robar la dignidad, y los sistemas injustos que nos quieren robar la esperanza”. Antes que el amor y la caridad está la justicia.
- See more at: http://blogs.21rs.es/lamet/2014/01/justicia-para-el-limpiabotas/#sthash.i8ZsnqOt.dpuf