Meditación de fin de año



Nunca me ha gustado mucho la fiesta de fin de año. Me parece una convención acordada sobre un fluir que es el paso del tiempo y que la gente suele intetar drogárselo a base de juerga porque en el fondo le recuerda la muerte. Sí es una buena ocasión para meditar sobre el misterio de nuestra temporalidad. A mi este año me ha inspirado los siguientes versos, que comparto con vosotros, deseándoos lo mejor, que siempre comienza en el descubrimiento interior:



CUANDO AL MIRARME EN EL ESPEJO

Cuando al mirarme en el espejo, vago
hacia la sombra que detrás me dejo
y desayuno en la ventana un poco
de esta luz que me regala el tiempo,
te pregunto, Señor, cómo me llamo
y quién es este que pregunta al cielo
ahora que dicen que se acaba un año
y lo despiden con risas y festejos,
como si el fin no fuera cada día
y cada hora un nuevo comienzo;
como si pudiera retornar al niño
que jugaba a peonzas en el suelo
o al soñador sentado en la escollera
por bucear tu luz entre los versos.
Me parece este paso como un río
que no puedo atrapar; cual un intento
que no tiene otro fin ni otra diana
que despeñarse en un desfiladero
donde el “yo” ya es la nada iluminada
una gota de amor unida al Universo.

Pedro Miguel Lamet
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