Mi Paz os dejo, mi Paz os doy LA GUERRA EL MAYOR PECADO Y LA EVANGELIZACIÓN EL MAYOR ANTÍDOTO

Las bases de una nueva alianza para la humanidad.
Las bases de una nueva alianza para la humanidad.

de nada sirve citar frases de la antigüedad o de la edad media para justificar la guerra en ciertos momentos. Hoy, las circunstancias tecnológicas -que han modificado profundamente la vida humana- hacen de cualquier guerra el peor pecado que puede haber.

Si la guerra es un pecado de tal magnitud, educar en hábitos para la paz tiene que ser el más contundente signo de evangelización.  En un mundo que se aleja geométricamente de la iglesia, el milagro para que el mundo crea, sigue siendo la Resurrección y la Vida.

Los dos principales contendientes de la guerra de Ucrania, Putin y Biden, van a misa. Los dos son católicos. ¿qué clase de evangelización han tenido? ¿Qué clase de evangelización tuvieron los miles de católicos que participaron de las matanzas nazis y de las tantas guerras y genocidios habidos hasta el momento?

la fe nos va abriendo los ojos para revisar los errores guerreros y colonialistas de la historia de los cristianos. Veamos por ejemplo el mea culpa que hizo Juan Pablo II al acercarse el año 2000 (TERTIO MILLENNIO ADVENIENTE, 1994). Me llama la atención la poca profundización teológico-histórica en esta línea desde entonces...

Las madres son las que más sufren las guerras. Porque ellas son las mayores colaboradoras del Dios de la vida. Él ha querido que por una mujer el Verbo de la Vida, el príncipe de la paz,  se hiciera carne y habite entre nosotros.

Hoy de nada sirve citar frases de la antigüedad o de la edad media para justificar la guerra en ciertos momentos. Hoy, las circunstancias tecnológicas -que han modificado profundamente la vida humana- hacen de cualquier guerra el peor pecado que puede haber. Cito dos motivos: en primer lugar, por la capacidad mortífera que actualmente existe y en segundo lugar, por los recursos para solucionar conflictos que se han desarrollado esta civilización. Un pecado crece en gravedad a medida que crece la posibilidad de evitarlo o ponerle fin.

Si la guerra es un pecado de tal magnitud, educar en hábitos para la paz tiene que ser el más contundente signo de evangelización.  Una Evangelización que se haga cultura y marque un modo de detectar y enfrentarse a las injusticias desde mecanismos no violentos. En un mundo que se aleja geométricamente de la iglesia, el milagro para que el mundo crea, sigue siendo la Resurrección y la Vida. Hay algo que no funciona con la actual evangelización y como dice el Evangelio, “por sus frutos los conocemos” (Lc 6, 43). Los dos principales contendientes de la guerra de Ucrania, Putin y Biden, van a misa. Los dos son católicos. ¿qué clase de evangelización han tenido? ¿Qué clase de evangelización tuvieron los miles de católicos que participaron de las matanzas nazis y de las tantas guerras y genocidios habidos hasta el momento?

Si creemos que, con reformas de curias, liturgias, rezos, sínodos, luchas por el poder, reuniones y más reuniones, palabras y más palabras, se hace algo…A modo de anécdota baste recordar que mientras Lenín asaltaba el Palacio de Invierno de Petrogrado, la capital de Rusia, y se hizo con el poder del país más grande del mundo, los obispos rusos estaban enfrascados en un sínodo por rúbricas litúrgicas. ¿cómo no iba a decir Marx que la religión era el opio de los pueblos? No era una teoría, sino una constatación en su época y también ahora en muchos casos. Su receta ha sido catastrófica, pero el diagnóstico religioso mantiene vigencia.

Los dirigentes eclesiales parecen atrapados en una burbuja religiosa desconectada del mundo y de la fundante experiencia del amor matrimonial y la familia. Como en la parábola de los talentos, entierran muchos de ellos y desperdician recursos humanos como nadie. Laicos, mujeres, miles de sacerdotes casados son desaprovechados en la obra evangelizadora y "cancelados" para que no estorben en una zona de confort clerical periclitada. Pero no solo la autoreferencialidad y el clericalismo, denunciados por el Papa Francisco, son los pecados eclesiales actuales, sino la autofagia, la endofagia, devorarse a sí misma…mientras el mundo anda como ovejas sin pastor, sin referencia (Mt 9,36) y no cree, porque “¿cómo creerán si nadie les predica?” (Rom 10, 14)

El mundo no es neutro, su príncipe (Jn 14, 30), anda como león rugiente, buscando a quien devorar (1 Pd 5,8). Los jinetes del Apocalisis (hambre, guerra, peste y muerte) hacen lo suyo en un mundo abandonado a su poder. El mayor antídoto es una evangelización acorde a los tiempos, en la línea del Vaticano II, de la Doctrina Social de la Iglesia actualizada.

Estamos desaprovechando el potencial salvífico del cristianismo que se manifiesta en lo primero que Jesús resucitado dice a sus apóstoles: “paz a vosotros…como el Padre me ha enviado, así os envío…”. Dios se ha hecho hombre, ha muerto y resucitado para darnos PAZ y para que nosotros la sigamos construyendo como su Reino, una Civilización del Amor con la llama de su Espíritu, que será plenificada en la Parusía. Si su Reino fuera como los de este mundo, “entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado” (Jn 18, 36) Por eso ha preferido no usar la espada, porque “el que a hierro mata a hierro muere” (Mt 26, 51)

“Salvarse” es salvarnos de las muertes evitables y de la muerte eterna. Nuestro mundo que no “mira para arriba”, no solo promulga, cada día más, leyes para matar, emocionalmente disfrazadas de “derechos”, sino que continúa su escalada armada de guerras inacabables en el mundo.”

El primer derecho de la dignidad humana, es poder seguir vivos, no matarnos…en nombre de lo que sea. Nosotros adoramos al Dios de la Vida, que da vida. Jesús es el pan de vida, el agua viva, el que tiene palabras de vida eterna, etc

Han pasado dos mil años de comprensión del Evangelio que progresivamente nos han hecho entender que no hay guerra que pueda justificarse. Así como ahora sabemos interpretar esos macabros hechos belicosos del Antiguo Testamento, así también la fe nos va abriendo los ojos para revisar los errores guerreros y colonialistas de la historia de los cristianos. Veamos por ejemplo el mea culpa que hizo Juan Pablo II al acercarse el año 2000 (TERTIO MILLENNIO ADVENIENTE, 1994). Me llama la atención la poca profundización teológico-histórica en esta línea desde entonces. Un pedido de perdón y rectificación de métodos evangelizadores que tendríamos que ahondar, porque la humildad nos hace libres para anunciar el tesoro que llevamos en vasijas de barro.

En este domingo de la madre, recordemos que las madres son las que más sufren las guerras. Porque ellas son las mayores colaboradoras del Dios de la vida. Él ha querido que por una mujer el Verbo de la Vida, el príncipe de la paz,  se hiciera carne y habite entre nosotros.

Guillermo Jesús

Poliedroyperiferia@gmail.com 

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