Genios malogrados

JUAN ANTONIO MONROY

Resulta trágico y vergonzoso comprobar que todos los grandes creadores de movimientos que luego se dedicaron a atacar al Cristianismo desde todas las direcciones, negando la existencia de Dios y despojando al hombre de los valores morales y espirituales concedidos por el Creador, fueron personas que, en su juventud, estuvieron íntimamente relacionadas con una u otra forma de Cristianismo.


Marx, que nació de padres judíos, se convirtió al Cristianismo cuando sólo tenía siete años. ¿Qué ventajas espirituales obtuvo con el cambio de religión? ¿Qué le ofreció el Cristianismo? ¿Qué le podía ofrecer un Cristianismo carnal, indiferente a las miserias del pobre, haciendo causa común con el rico, preocupado sólo por sus ambiciones políticas, con las túnicas de sus ministros manchadas por la sangre que las guerras de religión hicieron derramar?

Voltaire, el cínico, el infatigable enemigo de Dios y destructor de la religión, fue durante seis años (de 1704 a 1710) un brillante alumno de los jesuitas en el colegio católico “Louis le Grand”.

Stalin, el hombre fuerte del comunismo ateo, fue en su juventud seminarista católico.

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