JUAN ANTONIO MONROY
Rubén Darío, el gran poeta nacido en León, Nicaragua, en 1867, está de actualidad en las letras españolas. Galaxia Gutemberg ha iniciado la publicación de sus Obras Completas, hecho que ha llamado la atención de los críticos literarios.
Este nicaragüense, de quien Borges escribió que “cuando un poeta como Rubén Darío ha pasado por una literatura, todo en ella cambia”, vivió toda su vida aterrado por la idea de la muerte.
Si Indurain llamó a Hemingway «el cantor de la muerte», a Rubén Darío habría que llamarle el espectro de la muerte. Al novelista, efectivamente, le gustaba pasear la muerte por las dramáticas páginas de sus libros. Al poeta, no. Éste la veía por todas partes, la imaginaba en la copa de champán, en el beso de la mujer, en los muros solemnes de los templos y en las alegres habitaciones de los hoteles. El poeta tenía continuas crisis en las que se le representaban visiones de ultratumba y muertes fantasmales. Creía que la muerte le perseguía, que andaba tras su caminar de aventuras, pisándole los talones, dispuesta a ponerle en cualquier momento la zancadilla fatal.
Pueden leer aquí el artículo completo de este escritor y conferenciante internacional de fe protestante, titulado Rubén Darío, el miedo ante la muerte