Para Olatz, Natalia e Irati Recomendación

El problema del coronavirus ha calado en nuestras mentes y conciencias. Hasta que llegaron la declaración del lehendakari y del presidente del Gobierno, por este orden, han hecho falta muchas dosis previas de testarudez e inconsciencia colectiva hasta que, por fin, se han tomado las medidas que hubiesen estado mucho mejor declararlas hace dos semanas siguiendo las recomendaciones de la OMS sobre la necesidad de implantar “medias tempranas y agresivas”. Llegados a este punto, todo parece indicar que tendremos que estar en casa más tiempo del previsto. Y todos sabemos que eso conlleva el riesgo de encender la tele y adormecernos como un vegetal excepto para calentarnos la cabeza de mala manera con esto, lo otro y lo de más allá.

Por consiguiente, el punto de encuentro que propongo esta vez es leer, concentrarnos en alguna lectura que nos haga crecer aprovechando que la mayoría nos debemos a un paro responsable por fuerza mayor de una u otra manera. Yo les recomiendo un libro que ya me he informado que sigue a la venta y cuya fecha de publicación es 2017. Se trata de El silencio creador, de Federico Delclaux. En realidad, no es un texto suyo, sino que lo que nos ofrece es una colección de teselas de grandes humanistas en forma de lectura de hallazgo, lenta y creadora, como nos dice el autor.   

Aunque el libro tiene su estructura en el índice, cada reflexión puede leerse en el orden que se prefiera. Al fin y al cabo, el libro mezcla sabiamente biografía, cultura y filosofía creativa enmarcado todo ello en el aparente quehacer artístico pero, en realidad, sus páginas están trasladando una lección de vida creativa -verdadera vida- que no podemos dejar pasar. Estas escasas doscientas páginas son un tratado de humanidad cuya lectura esponja el alma del lector o lectora que se acerque a sus contenidos. En una de las últimas reflexiones, en concreto a la que Delclaux nos ofrece de una parte del pensamiento de Jacques Maritain, nos puede servir como referencia general: las grandes cosas no anuncian nada, son las pequeñas las que anuncian las grandes.

Pues bien, estamos ante un conjunto de reflexiones lleno de esas pequeñas grandes cosas que ha sabido empastar Federico Delclaux con sabiduría en forma de antología uniendo pensamientos y reflexiones que nos calarán muy hondo. Su mérito ha sido el ser capaz de acertar en la extracción de las mejores opiniones sobre experiencias que plasmaron grandes humanistas desde su silencio creativo y las correspondientes tensiones creadoras junto al deseo de comunicar con arte anhelos y experiencias que tienen valor universal. Solo con fijarse en en sus nombres vemos representada la riqueza del ser humano con sus coloridos bien diferentes y complementarios: Josef Pieper, Wassily Kandinsky, Rainer Maria Rilke, Ramón Menéndez Pidal, Pau Casals, Gregorio Marañón, Paul Cézanne, Rudyard Kipling, Antonio Machado o Henri Bergson, entre otros. Pero en todos queda patente la exaltación de la libertad creadora humanista que tanto necesitamos recordar en este tiempo tan revuelto.

Estamos ante un libro de sorprendente actualidad, ameno y útil para cualquier alma sensible en el que puede barruntarse mucho más de lo que ofrecen sus páginas llenas de verdadera inteligencia espiritual. Un libro, en definitiva, cuyos contenidos están destinados a muchas relecturas. Que por algo este libro ya va por la quinta edición. No se lo pierdan.

Volver arriba