Una explicación

El evangelio tiene algunos pasajes que un buen número de cristianos no acierta a comprender por más veces que los lea o escuche. No digamos ya las lecturas del Antiguo Testamento. Por eso celebro cada vez que alguno de esos pasajes me desvelan algo de su significado más profundo y amoroso. O al menos yo así lo entiendo, como si fuera una especie de iluminación... En concreto se trata ahora de la parábola de los talentos (Mt. 25) referida al administrador que ha guardado el dinero confiado por su señor para que no se lo roben, y se lo devuelve tal cual. Parece muy dura la respuesta que Jesús pone en boca del dueño del dinero, cuando le afea su proceder diciendo: "Quitadle el talento y dárselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene".

Naturalmente que he escuchado y leído interpretaciones varias de este pasaje pero no me acaba de convencer del todo la parte final, tan dura, aparentemente desproporcionada. Y la revelación me ha venido, en esta ocasión, por alguien insospechado, una experta en música, la gran musicóloga Nadia Boulanger. En una conversación le dijo a su entrevistador, como de pasada, lo siguiente: "No sé si a usted, de pequeño, le impresionó como a mí frase del Evangelio: Porque al que tiene se le dará más. A mí me indignó: ¡¿Cómo es posible que al que ya ha recibido mucho le den aún más?¡". Y sin embrago, es una frase muy sabia, porque ¿de qué sirve dar mucho al que no tiene nada y no hará nada con ello porque no alberga deseo alguno?"

Nuestro Padre nos pide que pongamos en juego aquello que hemos recibido, cada uno lo suyo, cada cual jugando sus cartas. Lo que busca es que construyamos el mundo con los talentos recibidos; y a cambio, nos promete su compañía con la promesa que merece la pena: es su plan, no el nuestro. Pero eso requiere confianza, fe en nosotros y en Dios. El montón de bendiciones que Dios tiene para nosotros no se materializan con pensamientos negativos, miedosos o faltos de gratitud. Por ello, al que valora cada cosa que tiene en la vida que Dios le regala y comparte, aún las más simples y pequeñas, con agradecimiento humilde, entonces Dios (y nosotros mismos en nuestro interior al aceptarlas) continuará haciendo fluir grandes bendiciones en nuestras vidas.

En realidad, no es Dios quien nos quita cosas sino nuestra actitud la que bloquea la gracia de Dios y provoca nuestro empequeñecimiento. Pero no es menos sorprendente que uno encuentre pequeñas revelaciones o ventanas que se abren a través de los más variados medios, tantas veces alejados de una homilía, un rato de oración o un libro de teología. En este caso, a través de unas reflexiones de una mujer exerta en música, mientras leía un libro sobre ella, que nada hacía pensar lo que me iba a encontrar en esta breve reflexión suya, a la postre con más peso que el resto del libro. Dios escribe derecho con renglones torcidos y enseña con amor sorprendiendo siempre. Laus Deo.
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