Triduo Pascual 2023 Domingo de Pascua: El "sí" de Dios a la vida de Jesús

Comentario al evangelio de la Vigilia Pascual (Mt 28,1-10)

Jesus resucitado hoy
Jesus resucitado hoy

"[...] la resurrección de Jesús debe ser considerada -desde el punto de vista neotestamentario- como la primera interpretación de la muerte de Jesús" [1]. Los textos del Nuevo Testamento, desde Pablo a los evangelios, se mueven en esta dinámica hermenéutica: la muerte de Jesús ha sido el "no" de las autoridades políticas y religiosas, el rechazo al proyecto vital llamado "reino de Dios", pero, al mismo tiempo, la resurrección de Jesús es el "sí" de Dios a todas sus palabras y acciones. Los textos que contienen las tradiciones más antiguas entorno a esta expresión de fe nos narran que "A este Jesús, Dios lo resucitó [...]" (Hch 2,32) [2]. El texto del evangelio de Mateo que hemos escuchado hace eco de esta afirmación cuando proclama "No está aquí, ha resucitado (lit. fue resucitado, por Dios) como había dicho" (Mt 28,6) [3].

La acción se desarrolla "al amanecer", cuando apenas despunta el alba y las sombras siguen presentes, pero en medio de ellas aparecer aquellas que no huyeron: las mujeres lideradas por María Magdalena y "la otra María" (Marcos, el evangelista más antiguo, habla de más mujeres, cf. Mc 16,1). Son ellas las testigos del mensaje que viene de lo alto. Siguiendo el estilo de algunas manifestaciones en el Antiguo Testamento, un ángel lleva el mensaje de Dios y les invita a tres cosas: (1) a no tener miedo, (2) a ver dentro de la tumba para corroborar que está vacía, (3) a anunciar lo visto a los demás discípulos/as . Cada una de estas peticiones tiene una fuerza innegable para la naciente comunidad cristiana: en medio de la persecución y de la oscuridad de la historia es donde se manifesta la vida, que no ha podido aprisionar el mensaje de Jesús en el lugar de la muerte pues, su predicación es acción absoluta, movimiento que revoluciona y transforma todo lo que alcanza. La confesión de fe "Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán" (Mt 28,7) condensa la dinámica de la Pascua: todo proyecto de entrega y servicio, de lucha por la justicia y de posicionar a los excluidos de la historia, no termina en la nada, sino que tiene sentido en sí mismo porque genera vida, aunque no veamos sus resultados de entrada. Al resucitado se le encuentra "por las rutas de Galilea" porque es recorriendo sus pasos allá, caminando con los marginados, comiendo con los pecadores, integrando a las mujeres y a los niños/as, como podremos reconocerle.

El miedo, la duda y la confusión siempre asaltarán a los seguidores/as de Jesús, pero la claridad de su mensaje se concreta en el estilo de vida de quienes optan por hacerle presente cotidianamente con su sonrisa, con una actitud que construye puentes y no muros, con la denuncia ante los oprobios de la existencia y con la cercanía para con aquellos/as que han perdido toda confianza. Hablar de resurrección es exponer la bella metáfora de la vida que nunca podrá ser superada por el mal y la muerte:

[...] celebrar la Pascua es entender la vida de manera diferente. Intuir con gozo que el Resucitado está ahí, en medio de nuestras pobres cosas, sosteniendo para siempre todo lo bueno, lo bello, lo limpio que florece en nosotros como promesa de infinito, y que, sin embargo, se disuelve y muere sin haber llegado a su plenitud [4].

Pero esa disolución es aparente porque la esperanza renace cada vez que se actúa para concretarla, revive todos los días cuando los seguidores/as de Jesús piensan más allá de los muros de una iglesia y proclaman al resucitado con su praxis coherente más que con palabras vacías. El "sí" de Dios al proyecto de Jesús también puede ser nuestro "sí" cada vez que "caminamos por Galilea" haciendo lo que él hacía.

Referencias

[1] J. Zumstein, "Jésus après Jésus - l'événement pascal et les débuts de la christologie": A. Dettwiler (ed.), Jésus de Nazareth. Études contemporaines, Genève: Labor et Fides, 2017, p. 239.

[2] Ver la formulación del kérygma en 1 Co 15,4: ὅτι ἐτάφη καὶ ὅτι ἐγήγερται τῇ ἡμέρᾳ τῇ τρίτῃ κατὰ τὰς γραφὰς ("que fue sepultado y que ha sido resucitado el tercer día según las escrituras") donde el verbo subrayado 'egégertai (de 'egeiro: "levantar", "despertar", "levantarse de entre los muertos" para hablar de "resucitar") está conjugado en tiempo perfecto, voz pasiva. El tiempo perfecto, en griego koiné, indica una acción pasada que guarda relación con el presente de quien la enuncia y, en este caso, al estar en voz pasiva, indica que el sujeto de la acción -Cristo- recibe sobre sí la acción de "resucitar", pues quien la realiza es el Padre.

[3] El verbo griego ἠγέρθη (de 'egeiro, igualmente) está conjugado en voz pasiva también, por ende, el sujeto de la acción es el Padre.

[4] J. A. Pagola, El camino abierto por Jesús. Mateo, Madrid: PPC, 2010, p. 296.

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