Una Iglesia "per tutti e verso tutti" Fiducia Supplicans o la incongruencia de la gracia

Algunas reflexiones a propósito de la declaración Fiducia Supplicans y la polémica entorno a ella.

Documentos firmados por el Papa
Documentos firmados por el Papa

"Confusa", "innecesaria", "casi herética"... Si entramos a YouTube o a cualquier red social y colocamos los caracteres de Fiducia Supplicans (FS) son estas las primeras valoraciones que podremos encontrar en la boca de sacerdotes, obispos y youtubers "católicos". Son pocos los espacios que buscan describir el contenido de la declaración -sin caer en juicios de valor desde el principio- para luego exponer los puntos de divergencia-convergencia que puedan tenerse. En esta línea, quisiera señalar algunos aspectos del documento del Dicasterio para la Doctrina de la fe, lanzar nuevas preguntas en torno a él y rescatar lo que -a mi entender- es el centro de la declaración: la incongruencia y abundancia de la gracia.

Uno de los elementos destacables del texto es su fundamentación bíblica. En el mundo bíblico, inmerso en el Antiguo Cercano Oriente, se emplean dos términos que pueden ser traducidos por nuestros lexemas "bendición"-"bendecir": berakah-barak en hebreo y eulogia-eulogeo en griego. En el primer caso, la raíz semita brk hace referencia a la "rodilla" y, por ampliación semántica, a la acción de "arrodillarse" para reconocer dignidad. En el segundo caso la preposición eu y el sustantivo logos evocan el hecho de "hablar con dulzura" o "hablar bien" de algo/alguien. El documento cita con frecuencia ejemplos de bendiciones ascendentes (alabanzas a Dios) y de bendiciones descendentes (dirigidas a otros/as) en el universo bíblico. En cada uno de los casos podemos ver cómo el objeto de la bendición (lo que o quien es bendecido) es puesto en relación con Dios, expresa el deseo de "estar-con-él" y de participar de su vida: "Son Dios y los hombres quienes llevan a cabo el acto lingüístico de la bendición. El don de la bendición, por el contrario, sólo le compete a Dios" [1]. Dios tiene la última palabra, el documento lo reconoce e invita a bendecir por doquier, pues sólo él conoce el corazón (cf. Jer 17,9-10).

La declaración FS no parte de un capricho "ideologizado", como apuntan algunos, sino del límite de la gracia de Dios: la infinitud, pues la gracia no es delimitable ni tampoco agotable. En un reciente artículo, publicado también en este medio digital [2], el teólogo James Alison subrayaba dos "cosas" que se están viviendo en la Iglesia sobre la cuestión LGTBIQ+ (y también sobre los divorciados vueltos a casar): (1) Procesos, porque el Sínodo sobre la Sinodalidad ha abierto espacios de diálogo sin miedo frente a la realidad actual, y (2) Actos de gobierno, porque se han tomado decisiones concretas con documentos como FS, que no se cierra al diálogo y apela a la prudencia pastoral, pero que corrige anteriores reflexiones. La respuestadel año 2021, de la entonces Congregación para la Doctrina de la fe dirigida por el cardenal Luis Ladaria [3], no se posicionó en continuidad con lo expuesto años antes en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, resultado de la reflexión sinodal también. En ese sentido, vemos cómo una "declaración" rebasa a un "responsum" en la jerarquía de los documentos magisteriales. El camino para llegar a estos niveles se vio allanado por las preguntas autorreferenciales o dubia de los cardenales Brandmüller, Burke, Sarah, Sandoval y Zen: la forma de plantear algunas de las preguntas parecía más una petitio principii de los proponentes que la apuesta sincera de quienes quieren dialogar saliendo de sí mismos [4].

A partir de estos acontecimientos, encontramos distintas tensiones a lo interno de la Iglesia: de la fuerza (progreso y conservación), del tiempo (prisa y paciencia), del espacio (centro y periferia) y del bien (santidad y pecado) [5]. Pero estas "tensiones" no son nuevas, incluso pueden ser acentuadas u olvidadas dependiendo del momento histórico en el que nos encontremos. En razón de esto, la prioridad es la comunión, es decir, la conciencia de ser el "cuerpo de Cristo" donde todas las partes aportan "[...] para que todos los miembros se preocupen lo mismo los unos de los otros" (1 Co 12,25). El Papa quiere superar estas polarizaciones dejando claro que la diversidad en la Iglesia es siempre una riqueza [6], que unos no pueden ser absorbidos por otros y que la coexistencia es posible siempre que se tenga valor para caminar hacia adelante: 

Hace falta valor para caminar, para avanzar más allá. Es una cuestión de amor. Hace falta valor para amar [...] La dificultad, hoy, consiste en transmitir la pasión a quienes hace tiempo la perdieron. Sesenta años después del Concilio, seguimos debatiendo sobre la división entre “progresistas” y “conservadores”, pero esta no es la diferencia: la verdadera y principal diferencia está entre “enamorados” y “acostumbrados”. Esta es la diferencia. Y sólo los que aman pueden caminar [7].

"Avanzar más allá", sí, para comprender que la gracia de Dios no es controlada por legislación, cuerpo doctrinal o institución alguna. En el lenguaje del Judaísmo del Segundo Templo, la gracia de Dios tenía distintas "perfecciones", es decir, radicalizaciones: es superabundante, singular, precedente, incongruente, eficaz y no circular. Dicho de otro modo, los textos judíos de la época debatían sobre qué quería decir que Dios obsequiara su gracia a Israel y Pablo de Tarso -en dichas discusiones- concluía que la gracia de Dios es superabundante (una riqueza inagotable, cf. Rm 5,12-21), precedente (una llamada desde siempre, cf. Rm 9,11), singular (su único propósito es la misericordia, cf. Rm 11,32), eficaz y no circular (pues su acción suscita la fe sin exigir perfecciones morales a cambio). Empero, sin excluir ningún énfasis de la gracia, para Pablo, el sello distintivo está en su incongruencia: el acontecimiento Jesús de Nazaret no es consecuencia de la santidad de Israel, ni de la pureza de los gentiles a quienes ahora se manifiesta, sino de la no congruencia entre lo que espera la sociedad y lo que Dios busca. Dicho de otro modo, lo que era considerado digno de mérito en una sociedad jerarquizada, en Jesús, se invierte porque lo despreciado socialmente es ahora central para Dios: "Debido a que la gracia no pertenece a nadie, es para todos" [8]. Así de "incongruente" es el don.

Si los sacramentos son signos "sensibles y eficaces de la gracia" [9], también son previamente syn-ballo ("símbolo"), porque "unen" la realidad de la vida humana con la realidad de Dios [10]. En ellos actúa la gracia incongruente, pero no solo en ellos, porque dicha gracia "nos logra en lo que somos, no a pesar de lo que somos" [11]. En el fondo, el mayor temor de los críticos de FS es aceptar que esa gracia que se celebra en una bendición sea vista como homologable a la gracia sacramental del matrimonio. Pues bien, la gracia de Dios es desbordante e incongruente de tal forma que ninguna "pared" de condiciones puede contenerla y la declaración lo tiene claro: no es bueno poner "[...] demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición" (FS 12).

Evaluando y preguntando. Aunque la declaración argumente que el "avance" es exclusivamente en el sentido "pastoral" de las bendiciones, el caso es que la motivación para dicho avance han sido las consultas sobre las bendiciones a parejas (no a personas individuales) divorciadas vueltas a casar y del mismo sexo. Sin duda, el diálogo sobre la participación eclesial plena de parejas divorciadas y parejas LGTBIQ+ ha comenzado y no hay marcha atrás. Con esta declaración se da un ejemplo de "evolución" para comprender mejor el Evangelio [12], al corregir el anterior responsum y ampliar un punto visibilizado ya en la exhortación Amoris Laetitia, pues lo que antes era reprobable ahora es "bendecible".

Ahora bien, la continua argumentación del mismo documento referente a los avances circunscritos en el ámbito "pastoral" o de la "piedad popular", debería verse acompañada de la reflexión sobre un principio fundamental de la liturgia: lex orandi, lex credendi, es decir, la Iglesia cree como ora. Siendo las bendiciones "acciones litúrgicas de la Iglesia" [15], nos preguntamos, ¿puede haber una bendición sin expresión ritual, como pide FS y las "aclaraciones" posteriores dadas por el Dicasterio para la Doctrina de la fe? ¿Puede realizarse algo que se entienda como una invocación de bendición sin una acción litúrgica? Me resulta difícil imaginarlo.

También es necesario señalar, siguiendo esta línea argumental, que la constante insistencia en negar cualquier cambio en la doctrina sacramental del matrimonio es esperable: me parece que el miedo de fondo es el de romper con el esquema antropológico binario del sexo. No obstante, ya algunos teólogos/as y colectivos de diversidad se han percatado que, a pesar de las precauciones del texto, el amor de Dios que se manifiesta entre dos personas -indistintamente de su condición sexual- no rompe el "plan de Dios" sino que lo realiza: la Biblia y la Tradición no nos enseñan cómo está conformada nuestra sexualidad en toda su complejidad, sino cómo vivir el amor y el compromiso en dicha vivencia de la sexualidad.

Asimismo, en las "aclaraciones" se alude directamente a un "peligro de confusión" en la realización ritual de las bendiciones, pero, por poner un ejemplo, cuando se bendice a un abad o una abadesa, ¿puede este rito confundirse con una ordenación sacramental de un obispo? ¡Recordemos que algunos abades reciben mitra y báculo sin ser obispos! [13]. Entonces, ¿de dónde viene el peligro de confusión? Pareciera sano rememorar el Vaticano II pues, en este punto, resulta iluminador: "En la liturgia no se hará acepción de personas o de condición social, ni en las ceremonias ni en el ornato exterior [...]" [14]. ¿Son algunas "condiciones sociales" las que hacen que este ritual pueda "causar confusión"? Sería bueno interiorizarlo.

Al final de una entrevista televisada ayer, el 15 de enero de 2024 en el programa Che tempo che fa, se le preguntaba al Papa Francisco sobre la reforma más urgente que necesita la Iglesia hoy y -sin titubear- respondió "¡La reforma del corazón!" [16]. Los puntos que he señalado -y habrán algunos más- tienen ese interés "cordial" de promover una Iglesia "per tutti e verso tutti" ("para todos y hacia todos"). Solo dialogando desde el corazón podemos escuchar a Dios en todo: no rechazar, sino acoger; no maldecir, sino bendecir.

Referencias

[1] H. U. Steymans, "Bendecir, bendición": W. Kasper (ed.), Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica, tomo I, Barcelona: Herder, 2011, p. 223.

[2] Las nuevas reglas del juego de 'Fiducia supplicans': La Iglesia es para los pecadores (religiondigital.org)

[3] Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo (22 de febrero de 2021) (vatican.va)

[4] “Dubia” de dos Cardenales (10 de julio de 2023) y “Respuestas” del Santo Padre “a los Dubia propuestos por dos Cardenales” (11 de julio de 2023) (vatican.va)

[5] Cf. P. Castelao, "La reforma de Francisco: ¿verdadera o falsa reforma de la Iglesia?": Pliego n° 3.348 (enero de 2024): La reforma de Francisco: ¿verdadera o falsa reforma de la Iglesia? (vidanuevadigital.com)

[6] "Las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia, ya que ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra. A quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio" Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium n° 40: Evangelii Gaudium: Exhortación Apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual (24 de noviembre de 2013) | Francisco (vatican.va)

[7] Felicitaciones navideñas a la Curia Romana (21 de diciembre de 2023) | Francisco (vatican.va)

[8] J. M. G. Barclay, Teología de la gracia. El don en el pensamiento paulino, Oregón: Kerigma, 2022, p. 504.

[9] Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda parte, primera sección, capítulo primero, artículo 2, 1113-1134 (vatican.va)

[10] Cf. L.-M. Chauvet, Symbole et sacrement. Une lecture sacramentelle de l'existence chrétienne, Paris: Du Cerf, 1990, p. 130. 

[11] Las nuevas reglas del juego de 'Fiducia supplicans': La Iglesia es para los pecadores (religiondigital.org)

[12] Cf. M. Seewald, El dogma en evolución. Cómo se desarrollan las doctrinas de la fe, Santander: San Terrae, 2020, p. 284.

[13] Pontifical Romano, "Ritual de bendición de un Abad", n. 677.

[14] Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2004, n. 32, p. 235.

[15] Bendicional, Barcelona: Coeditores litúrgicos, 1986, "Orientaciones generales", n. 16, p. 18.

[16] Che tempo che fa | L'intervista integrale a Papa Francesco (youtube.com)

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