Obispo luterano dejará el cargo por colaborar con espionaje comunista polaco

Según fuentes del Sínodo, el prelado seguirá en funciones en el puesto hasta la elección de un sucesor, lo que previsiblemente ocurrirá en enero de 2010.
Jagucki sostiene que nunca trabajó para los servicios secretos comunistas, pero ha pedido disculpas por los daños causados a la Iglesia por el mero hecho de haber mantenido esos contactos.
El obispo admite haber recibido a funcionarios del departamento de Seguridad en su parroquia, pero afirma que esos contactos fueron siempre 'a plena luz', sin subterfugios y con total conocimiento de los miembros de su comunidad.
Conforme a su versión, el ahora obispo actuó entonces con ingenuidad, en la convicción de que tales encuentros favorecerían la acción de su parroquia.
Frente a esas confesiones parciales del obispo, el jefe de la Comisión Histórica de la Iglesia, Czeslaw Cieslar, sostiene que hay documentos que testifican que Jagucki fue confidente de los servicios de seguridad comunistas.
La Iglesia Luterana tiene unos 80.000 miembros y es la mayor entre las comunidades protestantes de Polonia, país donde la confesión claramente predominante es la católica.
En los últimos años, los escándalos por colaboración con los servicios secretos comunistas sacudieron asimismo a la Iglesia católica.
El más grave acabó con la dimisión en 2007 del arzobispo Stanislaw Wielgus como metropolitano de Varsovia, al revelarse que fue confidente de la Policía comunista.
A raíz de ese y otros casos, todas las diócesis crearon comisiones históricas para estudiar los documentos de la Policía comunista relacionados con los sacerdotes de los archivos del Instituto de la memoria nacional.
Los expertos calculan que, durante los casi cincuenta años que duró el régimen comunista, la Policía secreta y el espionaje captaron como colaboradores y confidentes a unos 4.500 sacerdotes y otros 4.500 seglares emplazados muy cerca del clero.